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Dirigentes del PP exigen la caída de la vieja guardia en las listas del 20-D

Crecen las voces que quieren que Rajoy prescinda de rostros veteranos y conforme el grupo parlamentario con diputados «que puedan, en un futuro, liderar el partido»

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Cristina Cifuentes lo ha advertido: si Ciudadanos pacta con el PSOE para evitar que Rajoy siga en La Moncloa tras el 20 de diciembre, la situación «influiría» en el acuerdo que la sostiene a ella. Escuchar de la presidenta madrileña que debe aritméticamente su cargo al partido naranja verbalizar un temor generalizado en su partido demuestra la inquietud de Mariano Rajoy, que no obstante evita siempre citar públicamente al líder de Ciudadanos, de que la alianza de Pedro Sánchez y Albert Rivera está empezando a cristalizar más allá de las especulaciones en las tertulias políticas. El presidente no lo creía pero ha terminado por admitirlo, sobre todo tras la noche electoral catalana: puede que Pedro Sánchez sea el enemigo a batir pero, muy probablemente, sin el concurso del partido emergente que le ha robado el puesto al PP como referente del constitucionalismo en Cataluña, Ferraz no tocará poder.

Ni siquiera en la hipótesis, desmentida por los sondeos, de que los socialistas fueran los más votados.

Aunque el discurso oficial sigue asegurando que los datos del 27-S no son extrapolables a una elecciones legislativas y consecuentemente identificando al líder socialista, al que la instrucción es tacharle siempre de radical, como su único objetivo electoral, algunos cargos han trasladado a Moncloa la necesidad de no minusvalorar a Ciudadanos e incluso, «tender algún puente» de entendimiento por si fuera necesario su apoyo. Y van más allá: reclaman sacar lecciones de su éxito, basado en una estrategia sin complejos en la defensa de los valores constitucionales y en mensajes directos a la ciudadanía.

Una limpia en las listas

Cuantos se han pronunciado insisten en la necesidad de que Rajoy «haga una limpia» en la lista electoral en la que ya trabajan Génova y Moncloa. Apunta un cargo territorial: «No podemos volver a repetir caras que representan el pasado, exbarones y exalcaldes a los que hay que colocar tras el revés autonómico y municipal, y creer que los podemos enfrentar con partidos que han hecho del márketing y la renovación su razón de ganar elecciones, con un eficaz mensaje de regeneración y transparencia». En esa línea, se insiste en que «una vez que la consolidación económica es un hecho, hay que profundizar en los mensajes de futuro que han de ser defendidos por voces que conecten con los nuevos tiempos». De hecho, otro alto cargo cree que el presidente tendrá que usar la tijera ante la previsible caída de escaños que deparan las encuestas. Hoy los populares cuentan con 186 actas que parecen irrepetibles pues los sondeos más optimistas no le otorgan más de 140 a finales de año. «Si los ministros y secretarios de Estado quieren entrar -señala un diputado que está de salida- será difícil introducir caras nuevas con impacto social, como ha hecho Sánchez con el caso de la oficial Zaida Cantera y perderíamos una oportunidad de hacer un guiño de frescura a los electores más jóvenes».

A María Dolores de Cospedal le ha encargado Rajoy que diseccione cada circunscripción y a Andrea Levy que recopile ideas para preparar el programa electoral. Pero ambas saben que el corte va a dejar fuera a muchos cargos. Un dirigente autonómico vaticina que «o dan un paso atrás, demostrado su generosidad, o pondrán en aprietos al presidente que tiene la obligación de conformar un grupo parlamentario renovado, que pueda mirar al futuro por lo que pueda pasar».

La futura sucesión

En privado algunos de esos dirigentes recuerdan que la sucesión de Rajoy, si no se ve traumáticamente adelantada por los resultados del 20 de diciembre, «tendrá que empezar a visualizarse en el grupo que se siente en la Carrera de San Jerónimo». Es decir, apuntan a la necesidad de que en la lista con la que concurra la fuerza de centro-derecha ya se incluya la persona que pudiera ostentar, desde la tribuna parlamentaria, esa responsabilidad en caso de ser necesario. No obstante, nadie apuesta por un escenario de pérdida del Gobierno dentro de dos meses y medio, aunque conceden una importante merma de apoyo, «y la necesidad perentoria de cambiar el chip».

La esperanza está puesta en que el equipo de campaña, que lidera Jorge Moragas, haya entendido el mensaje y no solo los cambios impregnen los actos electorales, cada vez más cercanos a la calle, sino que también se trasladen a los nombres que integrarán las papeletas electorales y muy especialmente a los veteranos que habitualmente copan los puestos territoriales. Es claro que tanto Moragas como los cuatro vicesecretarios nombrados por Rajoy tras el batacazo de las autonómicas y municipales, han imprimido otro ritmo a la maquinaria de Génova y han hecho de la figura del presidente un político más asequible y sensible a los problemas sociales. Alejado ya de su imagen institucional y encorsetada, Rajoy ofrece ahora una proyección pública más desenfadada, plasmada en selfies, charlas de café y conversaciones informales con ciudadanos y representantes de distintos colectivos sociales. En las filas populares se va a escrutar sobre todo, según reconoce un dirigente regional, la lista que encabece el propio Rajoy por Madrid. El morbo reside fundamentalmente en el nombre de la mujer que lo acompañará en la candidatura. Aunque será una decisión personal del presidente, en Génova no se oculta la preocupación por que se vuelva a reeditar la pugna entre la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal. La casilla por el momento está vacía, aunque la mayoría de los interlocutores de este periódico apuestan por la número dos del Gobierno, opción que calcaría la papeleta que votaron mayoritariamente los madrileños hace cuatro años. Es claro además que el vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado, nuevo portavoz de Génova tras el paso atrás de Cospedal, tendrá que encontrar acomodo en esa lista, así como los ministros Catalá o Méndez de Vigo, todos ellos representantes del nuevo PP.

Lo cierto es que el jefe del Gobierno sabe que se la juega en la elección de los próximos diputados de su partido a las Cortes Generales que tendrán que compartir hemiciclo con parlamentarios jóvenes, fruto del relevo generacional que se ha marcado Pedro Sánchez, y que está en el adn de los dos partidos emergentes que entrarán previsiblemente por primera vez en la Cámara Baja: Ciudadanos y Podemos. Por no hablar de que el mismo presidente (60 años) tendrá que compartir plató, en caso de que pacten debates, con líderes que apenas frisan los cuarenta años, como Pedro Sánchez (43), Albert Rivera (el mes que viene cumple 36) y Pablo Iglesias (a punto de llegar a los 37).

La mayoría de los dirigentes que reclaman, en conversación con ABC, «que el fenómeno de Ciudadanos sea tenido en cuenta», plantean también la necesidad de «extraer algunas de las lecciones que se han dado en Cataluña, especialmente la falta de complejos con que este partido se ha presentado a unos comicios en los que se pretendía testar la disposición de siete millones y medio de ciudadanos a separarse de España». Sin mencionarlo, los dirigentes más críticos conectan con el fondo del áspero comunicado hecho público el pasado lunes por el expresidente José María Aznar, hora y media antes de que Rajoy reuniera a su Ejecutiva para examinar los resultados catalanes.

Aldabonazo de Aznar

«No os hagáis líos -dijo en ese cónclave el presidente tras conocer el aldabonazo de Aznar- nuestro principal problema no es otro que el PSOE». Esa tesis la comparten algunos miembros de la dirección y los estrategas electorales de Rajoy. José Manuel Soria, ministro de Industria y amigo personal del presidente, lo reafirmaba el pasado viernes a preguntas de ABC: «Nadie ha ninguneado a Ciudadanos, pero lo que está claro es que el próximo presidente o será Rajoy o será Sánchez».

En las últimas horas, el silencio de Rivera sobre alianzas se ha quebrado. Hace solo dos días el candidato de Ciudadanos, sabedor de que los sondeos le colocan como socio preferido tanto para los votantes socialistas como populares, ha abierto la puerta a llegar a entenderse con cualquiera de las dos formaciones. En Génova se escucharon con atención dos mensajes, uno de cal y otro de arena, que le dedicó a Rajoy. El primero, en la línea de las advertencias de algunos cargos populares sobre el pacto con Sánchez, lo formuló en Los Desayunos de TVE donde volvió a restar la legitimidad absoluta a la lista más votada. «La condición de la democracia es la mayoría, y hay que currársela», dijo. Por contra, desmintió la teoría de que Ciudadanos exigiría al PP un nuevo candidato que no fuera Rajoy: «No le vamos a hacer las primarias al PP», avisó.

Lo que está claro, tal y como apuntan las fuentes consultadas por ABC, es que la estrategia de Ferraz pasa por desvincularse completamente de una alianza con Podemos, en retroceso en las catalanas, y abonar el camino para que el acuerdo llegue por su derecha.

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