Obama, juntoa Hillary Clinton, en una imagen de archivoREUTERS

Clinton alcanza la mayoría de delegados para ser la candidata demócrata, pero Sanders resiste

El senador por Vermont buscará el enfrentamiento con la candidata en la convención demócrata si hoy vence en California

El presidente Obama apoyará a Clinton ante el riesgo de ruptura demócrata

ENVIADO ESPECIAL A LOS ÁNGELES Actualizado: Guardar
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«Va a ser una elección muy apretada. Necesitamos ganar aunque sea por siete votos. Cuando habléis con la gente, haced que entiendan lo que nos jugamos». La arenga sale de la boca de Barbara Boxer, senadora demócrata por California, quien se ha volcado en la campaña para que Hillary Clinton se imponga en el estado más poblado y que reparte más delegados para la convención (475). Pero no es una cuestión numérica. La amenaza de que el rival Sanders dé un vuelco a las encuestas y se imponga en un estado simbólico, bastión demócrata desde el último triunfo republicano a manos de Ronald Reagan, es real. En pocas semanas, tras una gran ofensiva y presencia personal por toda California, apurando su última baza con decenas de mítines, el senador ha enjugado la distancia que las encuestas otorgaban a la exsecretaria de Estado, que llegó a ser de 15 puntos.

De manera inopinada, la tarde de la víspera del día D, la agencia Associated Press, que lleva el recuento oficial de delegados, ha anunciado en un alerta informativo que Clinton acaba de alcanzar la mitad más uno de la suma de delegados y superdelegados: los 2.383 que la convierten en presunta nominada. El aumento de superdelegados (de 548 a 571 en estos últimos días) proviene de la suma de voluntades que ha contabilizado AP, que va añadiendo uno a uno a medida que declaran su posición de apoyo a los candidatos. La gran mayoría de los superdelegados, que a diferencia de los delegados representan directamente al establishment, se ha decantado por Clinton en estas primarias.

A la candidata la noticia le ha cogido por sorpresa en Long Beach, en el condado de Los Ángeles, donde celebra un concurrido mitin en el que muestra un satisfacción contenida: «Acabamos de alcanzar un hito histórico, hemos sumado el número de delegados para la nominación, pero mañana hay que votar en seis estados. Y cada voto cuenta, sobre todo aquí en Los Ángeles». Además del respeto a los estados que van a votar este Supermartes final, Clinton se muestra cauta por una posible derrota en California.

Enfrente Sanders sigue haciendo oídos sordos de los números. En un comunicado oficial, el senador acusa a «los medios« de dar por válidos «los votos de los superdelegados«. Y matiza asegurando que Clinton «no tiene ni tendrá el número de delegados mínimos para la nominación, sino que depende de los superdelegados». El senador ha apostado a doble o nada por el Estado de Oro. Si gana, habrá «convención competida»; si pierde, se abre paso su posible retirada. En medio del enfrentamiento, emerge la figura del presidente Obama, que anunciará su respaldo a Hillary Clinton esta semana, en cuanto se confirme la victoria de su exsecretario de Estado en las primarias.

El Partido Demócrata se ha lanzado a cerrar filas. Todo un plan diseñado por su dirección y compartido por el establishment, que ha tocado corneta. La inquietud es máxima. A poco más de cinco meses de la elección presidencial, aprovechando su segura nominación pese a sus diferencias con el Partido Republicano, se ha fortalecido en las encuestas. Queda mucho tiempo, pero la diferencia con Clinton se ha reducido. Incluso, en estados decisivos como Ohio o Pensilvania, hay empate técnico.

Mientras Sanders aguanta la presión y se reivindica en California como «el mejor candidato para derrotar a Trump, como dicen todos los sondeos», la dirección demócrata contempla con temor el debilitamiento de Clinton, que debe hacer frente a dos amenazas a la vez: la interna, que protagoniza Sanders, y la externa, liderada por Trump. El autodenominado socialista insiste en que puede convencer a los superdelegados en la convención de que él es más adecuado que su rival para mantener la Casa Blanca en manos demócratas. Pese a su victoria de ayer en las primarias de Puerto Rico, que dejan a la exsecretaria de Estado a un paso de una nominación virtual que se confirmará hoy, la presencia de otro aspirante en la carrera supone un notable desgaste.

Los expertos coinciden en que una derrota a manos de Sanders hoy en California sería un contratiempo que vendría a ensombrecer la victoria de Clinton, aunque con matices. David Brady, de la Hoover Institution, de la Universidad de Stanford, lo explica: «No creo que supusiera un perjuicio a largo plazo, pero sería mejor para ella no tener que explicar por qué ha perdido en California».

El plan demócrata para soldar las fisuras incluye la aparición de Obama. Fuentes de su entorno confirmaban recientes conversaciones con el equipo de Hillary Clinton para hacer un frente común, que se hará visible en las próximas horas con un apoyo expreso a la que puede ser la primera presidenta de Estados Unidos. Se apunta que el momento puede ser el jueves, cuando Obama tiene programada su visita al «Show de Jimmy Fallon», uno de los magazines televisivos nocturnos más vistos en Estados Unidos. El actual inquilino de la Casa Blanca no ha ocultado su preocupación por la división de las bases demócratas entre partidarios de Clinton y Sanders. Su gran objetivo es garantizar la continuidad de su legado, y, como ha insinuado en alguna ocasión, cree que quien mejor lo puede hacer es su exsecretaria de Estado.

Las primarias de California van a registrar hoy un récord de participación, según el número de inscripciones, que roza los 18 millones. De ellos, más de ocho millones son demócratas, mientras que los republicanos no llegan a cinco millones. El resto pertenecen a pequeños partidos o son independientes. En el lado demócrata, están en juego 475 delegados y 73 superdelegados. El argumento de Sanders es que una victoria en California, además de ser moral, estrecharía la diferencia en delegados, los únicos que considera «democráticos». No obstante, al tratarse de un reparto proporcional, la diferencia de delegados que puede obtener Sanders es relativa.

La insistencia del senador por Vermont también ha abierto brecha entre sus seguidores. Un sector empieza a estar de acuerdo con la necesidad de cerrar filas frente a Donald Trump con el candidato ganador de las primarias. Y este no va a ser otro que Hillary Clinton. A medida que se acerca la votación en California, han surgido las dudas en ese sector sobre los siguientes pasos, ante la creciente convicción de que Sanders se encuentra en un callejón sin salida. Pese a su voluntarismo, asumen, las opciones de que pueda ser el candidato, incluso ganando en el estado de oro, son mínimas, por no decir nulas. Y ven a Hillary Clinton como el menor de los males frente al riesgo de que Trump gane la elección presidencial. Orin Kramer, director de uno de los fondos de campaña en favor de Obama y Clinton, lo resume así: «Espero que la gente entienda lo que significaría una presidencia de Trump, y eso significa que hay que actuar de manera coordinada y rápidamente».

Además de California, hay otros cinco estados donde hoy tienen lugar primarias demócratas. Entre ellos, Nueva Jersey es el más destacado. Clinton ha elegido este estado para el cierre de la jornada y del proceso de primarias, por dos razones: sabe que va a ganar y que puede perder California, y, al tiempo, sus resultados se darán a conocer antes por la diferencia horaria (tres horas más), por lo que, matemáticamente, podrá cantar victoria antes de que se cierren las urnas en el estado de la costa oeste. El resto de los estados donde se vota hoy son Montana, Nuevo México y las dos Dakotas (norte y sur).

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