Matteo Renzi, primer ministro italiano
Matteo Renzi, primer ministro italiano - AFP

Renzi, contra las cuerdas: aboga por las inversiones públicas para relanzar la economía italiana

La falta de crecimiento económico complica aún más la recuperación del sistema financiero

Corresponsal en Roma Actualizado: Guardar
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La incertidumbre y la falta de credibilidad caracterizan hoy la situación política y económica en Italia. Así lo subrayan todos los datos. El último —crecimiento cero en el segundo trimestre— ha encendido todas las alarmas. De golpe, todo el optimismo que el primer ministro, Matteo Renzi, ha pregonado a los cuatro vientos en los últimos meses se ha cancelado con ese dato económico negativo. Mucho se ha hablado en los últimos meses sobre el sistema bancario italiano, cuyos problemas podrían llegar a desestabilizar de nuevo al conjunto de la Eurozona. Los créditos deteriorados superan ampliamente los 360.000 millones de euros, el equivalente a la quinta parte del Producto Interior Bruto. Pero esos créditos tóxicos de muy difícil cobro solamente son la punta del iceberg.

Los analistas concuerdan en que bajo la superficie el grave problema está en la falta permanente de crecimiento económico.

Italia salió de la recesión el pasado año, pero no ha crecido en diez años, lo que ha hecho perder un cuarto de la capacidad productiva industrial. El daño ha sido tan profundo que el Fondo Monetario Internacional ha estimado que su economía no volverá antes del 2025 a los niveles anteriores de la crisis.

Italia aparece, así, con un panorama devastador, según el último Informe McKinsey, que ha examinado las 25 economías más ricas del planeta entre el 2005 y 2014. Los italianos son los más castigados por la crisis, hasta el punto de que el 97% de las familias se encuentra económicamente en el mismo punto de partida o su renta ha disminuido. No ha habido políticas sociales para reducir las desigualdades o compensar la crisis de la renta familiar.

Plan de inversiones públicas

Para salir de su estancamiento y acelerar el crecimiento, el gobierno italiano ha reconocido que discute con Bruselas la fórmula sobre «cómo afrontar la absoluta necesidad de lanzar inversiones públicas y privadas», obteniendo «toda la flexibilidad posible» por parte de la Unión Europea.

El gobierno prepara una ley de presupuestos expansiva y ayer mismo se anunció un fuerte plan de inversiones públicas, de matriz keynesiana: «El objetivo es crear empleo, combatir la deflación y el estancamiento del PIB. Obtenida la flexibilidad en Europa, ahora el objetivo es dar un empujón a la economía con las inversiones públicas», ha declarado el ministro de Infraestructuras, Graziano Delrio, precisando también al diario económico «Il Sole 24 Ore» que el plan incluye grandes obras de infraestructuras y de inmediato se destinarán 4.000 millones de euros. Pero Romano Prodi, exprimer ministro y expresidente de la Comisión Europea, una voz respetada en Italia y en Europa, se muestra escéptico sobre la posibilidad de que los programas de nuevas infraestructuras puedan despertar a tiempo razonable la economía, porque Italia tiene, además, un problema de credibilidad. «Un aumento de la flexibilidad nos puede ayudar solo en presencia de cambios estructurales que nos hagan creíbles frente a la economía y a la política internacional. Para ser creíbles frente a los demás debemos comenzar a ser creíbles frente a nosotros mismos», escribía ayer Romano Prodi en el periódico «Il Messaggero».

En este contexto de crisis y de estancamiento económico, vuelve a aumentar el debate sobre la posibilidad de que el sistema financiero italiano necesita ayudas públicas y de que el país debe recurrir al apoyo financiero europeo. La pregunta se la ha formulado directamente el periódico «La Stampa» al ministro de Desarrollo Económico, Carlo Calenda, hombre de máxima confianza de Renzi. «¿En otoño el gobierno pedirá la intervención del Fondo salva-estados como hizo España en el 2012?», le preguntaron. Y el ministro respondió con sospechosa ambigüedad: «No me gusta hablar de los dossiers de otros colegas. Me limito a observar que sin duda la limpieza de los balances hecha en el pasado por algunos socios europeos con dinero público los ha situado con una gran ventaja competitiva. No ha sucedido solo en España, sino también en Alemania, Holanda, Inglaterra».

El debate sobre recurrir a la ayuda europea para la banca divide incluso al gobierno, mientras cada día más expertos consideran que Italia tendrá que recurrir al Fondo salva-estados como medio para salir de la espiral negativa.

Incertidumebre por el referéndum

En el negro panorama italiano pesa ahora especialmente la incertidumbre política. La agencia de calificación canadiense Dbrs ha cambiado su opinión sobre Italia de estable a negativa, dando como motivo principal «la incertidumbre política relacionada con el resultado del referéndum sobre la reforma constitucional». Según un sondeo publicado ayer, el 53% votará «no» a la reforma, mientras el 47% apoyará la nueva Constitución que promueve Renzi. Si pierde el referéndum, el primer ministro italiano podría verse obligado, políticamente, a dimitir. De ahí que el resultado sea no solo importante para Italia, sino también para Europa ante la eventualidad de una mayor inestabilidad política con repercusiones económicas.

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