El primer ministro chino, Li Keqiang
El primer ministro chino, Li Keqiang - reuters

China requisa 138.000 millones de euros no gastados para impulsar su crecimiento

Pekín retira de las administraciones locales dinero no utilizado y recorta gastos en empresas estatales para aumentar las inversiones públicas

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China está buscando dinero hasta debajo de las piedras para impulsar su economía, ralentizada a su nivel más bajo de los últimos 25 años. Con el fin de alcanzar el objetivo de que el Producto Interior Bruto (PIB) crezca al 7%, el autoritario régimen de Pekín ha lanzado una batería de drásticas medidas para inyectar liquidez al mercado y fomentar las inversiones.

Según informa la agencia Reuters, el Gobierno central ha requisado a las administraciones provinciales y locales hasta un billón de yuanes (138.000 millones de euros) no gastados en proyectos ya presupuestados. Dicha cifra, aportada por dos fuentes próximas al régimen, supone un 6% de los gastos públicos previstos para este año, por lo que podría resultar decisiva para revitalizar la alicaída economía china.

A tenor de los cálculos del banco HSBC, el régimen de Pekín acumulaba en mayo 3,8 billones de yuanes (527.000 millones de euros) de fondos no empleados en años anteriores, que podrían usarse ahora en nuevos proyectos estatales. Dicha inyección de dinero contribuirá, sin duda, a relanzar la aletargada economía nacional, pero va en contra de la reforma anunciada por el primer ministro, Li Keqiang. Dentro de sus planes para cambiar el modelo de crecimiento de China, su objetivo consiste en depender menos de los gastos públicos en infraestructuras, las exportaciones y la inversión extranjera para basarse más en el mercado y el consumo interno, que de momento no está subiendo tanto como se esperaba.

Tras la tormenta financiera de este verano, provocada por el estallido de la burbuja bursátil, la caída del comercio exterior y el frenazo de la actividad industrial, Pekín retoma su fórmula del pasado para estimular el crecimiento económico. Para fomentar las exportaciones de la «fábrica global», el régimen devaluó por sorpresa en agosto el yuan, que se depreció un 4,6% con respecto al dólar. Pero dicha medida alteró la ya de por sí inestable economía y obligó a usar miles de millones de sus reservas de divisas para evitar que su valor siguiera cayendo.

Ahora, la única opción parece ser recurrir de nuevo al gasto en obras públicas a partir de este otoño. En las dos próximas semanas, la Comisión Nacional para la Reforma y el Desarrollo anunciará 13 grandes proyectos con colaboración privada.

Con el fin de fomentar las inversiones, el Gobierno ha bajado los tipos de interés por quinta vez desde noviembre y aumentará su gasto público este año hasta el 10%, por encima del 7% inicialmente. Según informa la agencia oficial Xinhua citando un informe de un banco estatal, el régimen inyectará en los tres próximos años entre 5 y 7 billones de yuanes (entre 692.000 y 969.000 millones de euros) para fomentar las inversiones y que su PIB suba cada ejercicio entre un 2,5 y un 3,5%.

Además, el Gobierno ha intensificado su campaña contra la corrupción, que paradójicamente ha ralentizado la economía al acabar de un plumazo con una serie de gastos excesivos que alimentaban muy diversos sectores. Entre ellos destacan todos aquellos relacionados con el lujo, como los vehículos de alta gama, los muebles de diseño y los regalos más caros en forma de alcohol, tabaco y té.

En contra de tales dispendios, el régimen está mandando equipos de investigadores para auditar a las empresas estatales, donde ha impuesto severos recortes porque sus actividades exceden en la mayoría de las ocasiones el ámbito estricto de sus negocios. Para empezar, la Corporación Nacional de Petróleos de China se deshará hasta finales de 2017 de todos sus hoteles, salvo los que sean rentables o se hallen en zonas carentes de alojamientos, y de 4.300 coches oficiales. Tanto en esta petrolera como en CNOOC, los auditores han detectado no solo gastos innecesarios, sino también que sus altos ejecutivos usaban el dinero de la empresa para pagarse sus vacaciones en los casinos de Macao o para comprar las bebidas y los cigarrillos más caros del mercado.

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