Entre 2002 y 2013 España dedicó de media el 1,20% de su PIB a innovación
Entre 2002 y 2013 España dedicó de media el 1,20% de su PIB a innovación - Juan Carlos Soler

Cuando el crecimiento emplea la innovación

Inditex, Telefónica, Mercadona, Bimbo... todas han hecho de la innovación una estrategia que ha revertido en competitividad, crecimiento y empleo. Son un espejo en el que una economía necesitada de modelo productivo puede mirarse. ¿Más I+D+i?

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¿Qué tienen en común Telefónica, Grupo Bimbo, Mercadona o Inditex? Todas han hecho de la innovación una prioridad en sus políticas estratégicas, su día a día; son capaces de innovar año tras año y su producto siempre está entre los favoritos de los consumidores; en todas, la inversión ha revertido en productividad y competitividad, les ha diferenciado. Y por ello son un modelo a seguir por una economía que hoy sigue buscando un nuevo modelo productivo para cimentar el crecimiento que llama a las puertas de la economía española. España se enfrenta a la imprescindible necesidad de definir ese nuevo modelo económico que debe considerar el desarrollo, la competitividad y la utilización permanente del conocimiento, elementos clave en la generación de valor.

El debate sobre el nuevo modelo productivo vuelve a estar hoy en primera plana después de que Luis Garicano, responsable económico de Ciudadanos, adelantara en una entrevista con ABC que detendrían las inversiones en el AVE para dedicarlas a innovación. La idea de Ciudadanos es inyectar 1.000 millones de euros anuales en I+D después de «reducir drásticamente» el programa AVE, al que este año se dedican 3.500 millones.

La pelota está en el tejado de los políticos, aunque la mayoría de los economistas, analistas y expertos llevan años marcando el camino. Coinciden en que un tejido empresarial más innovador en España hubiera soportado mucho mejor la crisis y que la I+D+i no es sólo el motor del crecimiento futuro y de la creación de empleo, también que podría ser el freno de futuras crisis. La experiencia de nuestro entorno pone de manifiesto que mejoras sostenidas de la productividad y la solidez de las economías son consecuencias directas de la utilización del conocimiento.

Los rankings mundiales de competitividad reflejan que los primeros puestos están copados por países que han sabido hacer del avance tecnológico y la innovación la base de su competitividad y crecimiento. El Informe de Competitividad Global 2013-2014, el más exhaustivo estudio sobre la capacidad de competir internacionalmente de cada país, mide, entre otras cosas, las instituciones, la infraestructura, el clima empresarial, la educación, la preparación tecnológica y la innovación de cada uno de los países. Este ranking situá a España en el puesto 35 de una lista de 148 países. Suiza encabeza la lista, seguida de Singapur, Finlandia, Alemania, Estados Unidos, Suecia, Hong Kong, Holanda, Japón e Inglaterra.

¿En qué situación de la innovación en España? Entre 2002 y 2013 España dedicó de media el 1,20% de su PIB a innovación, lo que le aleja de sus principales competidores. Países como Finlandia y Suecia son los que realizan un mayor esfuerzo con un 3,44% y 3,37%, respectivamente, de su PIB anual dedicado a inversiones de investigación. Alemania dedica el 2,60% y Francia el 2,13%. Fuera de esta área geográfica, Estados Unidos fijó su cuantía en el 2,65% de su PIB, por término medio entre 2002 y 2012. Entre los años 2002 y 2011, Japón destinó el 3,30% de su riqueza nacional y Corea del Sur en torno al 3,13%.

Objetivo: 3% del PIB en 2020

En nuestro país, tras una década de crecimiento continuo, el gasto en I+D+i disminuyó del 1,38% al 1,30% del PIB entre 2009 y 2012, a lo que se unió la reducción, en un 36,94%, del número de empresas con actividad de I+D, entre 2008 y 2012. Esta situación nos aleja del objetivo establecido por la Comisión Europea de alcanzar un nivel de inversión total en I+D del 3% del PIB de la UE en 2020 y nos distancia de la convergencia con los países líderes en innovación, que son, en muchos casos, nuestros principales competidores en los mercados internacionales.

En una economía global la propuesta de valor de productos y servicios es vital para competir, asegura José Ramón Pin Arboledas, profesor del IESE. Afirma que «resolver problemas nuevos o antiguos de manera original es la mejor propuesta de valor. Eso exige I+D.+i». Explica que «la propuesta de valor separa el precio del coste y que el precio se marca por la necesidad que el cliente tiene, no por el coste del producto o servicio. Es esa necesidad la que crea mantiene la demanda. Demanda –dice– que soporta el crecimiento y la creación de empleo. De esa forma se puede resistir mejor las crisis». Añade además que los precios pueden descender sin entrar en pérdidas con lo que las empresas tienen más defensas. Cita el caso de Porcelanosa en el sector cerámico, con su I+D+i de producto, proceso y comercialización; el de Inditex con su logística; o el de Mercadona con su organización y recursos humanos. «El I+D+i no sale sólo de los laboratorios, procede de la cabeza de las personas, de trabajadores y empresarios», apunta.

Pin Arboledas asegura que esas empresas han crecido en la crisis y creado puestos de trabajo. Otro caso, señala, es el de Atrevia (antes Inforpress), que en plena crisis ha crecido y se ha internacionalizado, ha aumentado la plantilla al introducir más productos, ha utilizado las redes sociales para la comunicación empresarial, y puesto en marcha un nuevo departamento de «public affairs». «Son nuevos servicios que le han permitido desarrollarse entre 2009 y 2015», concluye.

«I+D+i es una de las asignaturas que toda economía debe aprobar. Eso exige que la política de recursos humanos permita la iniciativa de los empleados y que exista una cultura que la valore. Ese es el primer paso para ir por delante de la competencia y sortear las crisis», concluye el profesor del IESE.

Menores costes...

Rafael Pampillón, profesor del IE Business School y de la Universidad San Pablo CEU, recuerda que la innovación es un elemento clave en el crecimiento de los países. «Mejora la cualificación de la mano de obra, sofistica los procesos productivos, reduce costes, es la clave para exportar productos de alto valor añadido, consolida el tejido industrial, dinamiza y abarata la prestación de servicios que reciben los ciudadanos; en definitiva: mejora la competitividad». No se debe olvidar que las exportaciones han sido protagonistas de la salida de la crisis en España y contar con un sector exportador tecnológicamente desarrollado asegura el seguir caminando por la senda del crecimiento, sin olvidar que nos prepara para afrontar con éxito las crisis que vengan en un futuro, afirma Pampillón.

¿Qué se puede hacer en España para favorecer la inversión en I+D+i ? «Algo ya se ha hecho», destaca. El pasado septiembre entró en vigor el real decreto que regula la bonificación de las cuotas a la Seguridad Social de los empleados en tareas de I+D. «Una buena medida aunque llegó tarde. La crisis habría sido menos acusada si desde hace años se hubieran tomado esa y otras medidas más profundas para reforzar e impulsar la I+D de las empresas; hubieran tenido mayor capacidad tecnológica y serían más capaces de competir en mejores condiciones en los mercados internacionales».

El objetivo no es sólo que España sea competitiva en precios, sino que la industria llegue a ser referente en productos de gran intensidad tecnológica para lo que el país necesita contar con una política tecnológica orientada a que la I+D tenga el mayor efecto productivo en la economía.

El profesor Pampillón propone varias medidas. Entre ellas generar mayores incentivos fiscales a la I+D, es decir, que no sólo quede restringido a la reducción en las cotizaciones sino que llegue también a las inversiones de capital riesgo en actividades emprendedores, que son muy innovadores. También es partidario de fortalecer las relaciones entre el sector público investigador y las necesidades de las empresas y aboga por mejorar la formación de la mano de obra y atraer y retener a la más cualificada. Demanda un entorno laboral propicio a la investigación para lograr que parte de los más de 18.000 empleados en actividades de I+D que han abandonado nuestro país desde 2010 vuelvan y que los que siguen trabajando aquí no se vayan. En definitiva, dice, la política tecnológica española debería tener como objetivo impulsar la I+D+i para mejorar la productividad y la competitividad de la economía como elemento clave para resistir mejor las dificultades que, inevitablemente, volverán a presentarse en el futuro.

... Y mejor educación

Enric R. Bartlett Castellà, profesor de Esade Business and Law School es partidario de que los poderes públicos refuercen el sistema educativo. Reclama potenciar el «traje a medida» sobre el «prêt à porter» para reducir el fracaso escolar, ayudar a identificar los talentos y dirigir más esfuerzo a su desarrollo. «Gaudí era un genio, pero necesitó de buenos artesanos para plasmar sus intuiciones», asegura

Cree también que hay que aceptar el hecho de que sólo el capital público asuma el riesgo de financiar las fases iniciales del proceso innovador más ambicioso. Alcanzar la meta imaginada, sólo se logra después de ensayar el paso por muchos caminos sin salida. Eso requiere destinar recursos aquí y ahora sin garantía de éxito, por tanto, también obtenerlos a través de un sistema fiscal eficaz y equitativo que pueda recuperar la inversión efectuada, dice.

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