José Mourinho
José Mourinho - REUTERS
Premier League

Abramovich destituye a Mourinho por su pésima campaña

El director deportivo, el israelí Avram Grant, se hace cargo provisionalmente y se especula con Simeone para el próximo año

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Aunque lo había aguantado con más paciencia de la que estila, al final Abraham Abramovich, el magnate ruso dueño del Chelsea, ha destituido a su entrenador, el portugués José Mourinho, de 52 años, que había regresado al club en junio de 2013. Mou estaba firmando una pésima campaña liguera, a un punto del descenso y a 20 del liderato, con nueve derrotados, cuatro victorias y tres empates en lo que va de Premier. Fiel a su estilo, en los últimos tiempos al verse amenazado había comenzado a culpar y denigrar a sus jugadores.

Mourinho abandonó las instalaciones de Cobham, en Surrey, donde se entrenaba el equipo, protegiéndose con un impermeable y sin querer hablar con los medios. Sí ha enviado un mensaje de teléfono a algunos jugadores despidiéndose y deseándoles suerte.

La sucesión parece muy abierta y proliferan los nombres de aspirantes. Provisionalmente se hace cargo del equipo el director deportivo, Avram Grant, israelí, amigo personal de Abramovich, de ascendencia judía. Pero se especula con que se podría fichar al veterano trotamundos holandés Guus Hiddink para completar la temporada y en el próximo curso tratar de fichar a Simeone. La prensa inglesa cifra en 20,6 millones de euros la cláusula de rescisión del argentino con el Atlético de Madrid, una cifra imponente, pero asequible para Abramovich, que se hizo inmensamente rico en el reparto de las joyas de la corona energéticas tras la disolución de la URSS.

Otros nombres que se han citado son los de los españoles Juande Ramos y Pep Guardiola. El entrenador catalán se da por seguro que recalará en la Premier tras dejar el Bayern y se cree que podría sustituir a Manuel Pellegrini en el Manchester City. A Carlo Ancelotti, el ex técnico del Madrid, se lo descarta para el Chelsea precisamente porque habría alcanzado un pacto de caballeros con el Bayern para relevar a Guardiola.

Mou seguramente dirá pronto que tras sus dos ciclos en el Chelsea se ha convertido en el entrenador más laureado de la historia del club, con tres títulos de Liga. Es cierto, pero también lo es que en su segunda etapa ha reproducido casi punto por punto su anómalo comportamiento en el Real Madrid: un primer año con un título, la Liga, y otro embarrando el ambiente con todo tipo de polémicas. La primera fue su absurdo enfrentamiento con la médico del equipo, Eva Carneiro, a la que acusó de partidilla por haber salido a prestar una asistencia que Mou consideró lesiva para los intereses del equipo en el partido. Carneiro, una mujer muy hermosa que suscitaba mucha atención –se ha llegado a hablar de celos del técnico- se fue el 22 de septiembre y ha denunciado al entrenador.

Mourinho ha sufrido también sendas multas de 68.000 y 55.000 euros por acusaciones y acosos a los árbitros en dos partidos y ha sido suspendido por ello con un encuentro.

El pasado octubre la derrota del Chelsea ante el Southampton lo situó en la picota. Pero Abramovich, que con poco ojo lo había renovado en agosto por cuatro años más, decidió otorgarle una segunda oportunidad. Los resultados ligueros siguieron sin llegar y tras perder el lunes 2-1 con el Leicester City, Mou recurrió a su clásico: culpar a los demás, en este caso sus futbolistas, a los que acusó de “traicionar” su trabajo y no sentir los colores. «Algunos necesitan repensar cómo viven el Chelsea, cómo viven el fútbol, cómo viven su trabajo. El Chelsea es grande y el fútbol es más que un trabajo. Cada partido tienes que vivirlo con una enorme pasión ¿Cuántos millones de jugadores no querrían estar donde están ellos? No puedes malgastar tu tiempo en el campo, hay que aprovechar cada minuto».

El vestuario se había revuelto contra él y algunos jugadores tampoco contribuían a mejorar el ambiente, caso de Diego Costa, que se había despachado contra los fallos de la defensa del equipo.

El futuro de Mou en un nuevo club se antoja complicado en un futuro inmediato y se piensa que intentará más bien ser el seleccionador de Portugal o de Inglaterra, algo que ya había expresado que le gustaría. Humanamente el despido es un duro golpe, porque Mourinho y sus hijas disfrutaban de la vida en Londres. Una de ellas se dedicaba últimamente a dejarse ver en entornos sociales VIP con escotes llamativos. El técnico vivía en el lujoso barrio de Knightsbridge y solía celebrar que los ingleses son menos intrusivos que los españoles y podía pasear por las calles caras de Chelsea sin ser molestado.

En Inglaterra la polémica en torno a Mou y sus coas se vivía con un cierto distanciamiento irónico, con un cierto cachondeíllo zumbón sobre su mote de “The Special One”, pero sin tomarlo muy en serio.

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