Suárez, Neymar y Messi celebran el tercer tanto del último Barça-Atlético de Madrid.
Suárez, Neymar y Messi celebran el tercer tanto del último Barça-Atlético de Madrid. - efe
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La importancia de ganarse a Messi

Suárez y Neymar se han convertido en dos de los principales apoyos del argentino en el vestuario del Barça

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La gran victoria del Barcelona el pasado fin de semana contra el Atlético de Madrid ha controlado el incendio que, tras la derrota en Anoeta del primer choque de 2015, empujó al presidente Bartomeu a fulminar a Andoni Zubizarreta y a adelantar las elecciones y sembró el conflicto en el vestuario azulgrana entre el entrenador Luis Enrique y la principal estrella del equipo: Leo Messi. De hecho, dio la sensación de que el pico más hostil de la temporada arrancó la mejor versión del Barça, del argentino y de sus dos valiosos socios en la delantera, Luis Suárez y Neymar Júnior, con los que no solo se entiende muy bien sobre el terreno de juego.

De hecho, uno de los grandes triunfos de Neymar en el año de su confirmación en Europa es que por fin ha logrado explotar su sociedad con el argentino a partir de una química que también se percibe en el día a día de la plantilla.

La relación entre ambos es más cercana que la temporada pasada y eso, cómo no, se traduce en mejores resultados deportivos, lo cual confirma que el fútbol en buena parte se beneficia de complicidades personales. Así, el paulista, que estaría más de cerca de la postura de Messi en el enfrentamiento con Luis Enrique, acumula ya 17 goles entre todas las competiciones, tres más de los que sumó en toda la temporada pasada.

Menos acierto está teniendo Luis Suárez, que de momento solo lleva cinco goles en 14 partidos entre Liga, Copa y Champions. Ha marcado en los tres torneos, pero sus registros aún andan lejos de los que le valieron para alzarse con la Bota de Oro (compartida con Cristiano Ronaldo) en 2014 y de los que propusieron nada más llegar a Barcelona Zlatan Ibrahimovic y David Villa. "Está en continua mejoría", afirmó Luis Enrique sobre el uruguayo, que es dueño y señor de la punta del ataque culé desde que venció, el pasado 25 de octubre, la sanción que le puso la FIFA por morder a Chiellini en el Mundial de Brasil.

La presencia de Suárez ha desplazado a Messi al extremo derecho, una posición que no pisaba desde hace cuatro años, cuando Guardiola confió en Ibrahimovic para cubrir el hueco de Etoo. La falta de química entre el sueco y el argentino arruinó un invento que, en cierto modo, el Barça ha vuelto a intentar con el fichaje de Suárez. Sin embargo, en esta ocasión, de momento, el resultado es mucho más positivo. Más allá de las características propias (olfato, intensidad y desmarque) del ex del Liverpool, marca considerablemente la diferencia su relación extradeportiva con Messi, con el que comparte mucho tiempo en los desplazamientos y algo tan trivial como su pasión por la infusión de mate. El fútbol mueve millones y sus actores viven en una nube, pero el éxito a veces depende de las pequeñas cosas.

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