Elia Viviani arruina la fiesta de los israelíes

Faltan diez kilómetros para que llegue el pelotón y en la meta de Tel Aviv hay un lío bíblico. La modelo Bar Refaeli, el empresario que atrajo el Giro a Israel, Sylvan Adams, y un amplio séquito de satélites y periodistas ocupan la calzada por la que deben pasar a toda mecha los ciclistas. Los agentes de prensa de la carrera no saben cómo apartar de allí al magnate y a la bella Refaeli. Nervios, tensión y hasta sudores fríos. La misión se zanja con cuatro gritos rotundos. "Arriva la volata, arriva la volata" (llega el esprint). Diez minutos después, el velocista italiano Elia Viviani ratifica su cartel de favorito en el esprint con una holgada victoria frente a Jakub Mareczko y Sam Bennett. Refaeli, Adams y los demás siguen con el show israelí unos metros más adelante.

El Israel Academy no pudo ajustar su propósito. Subir al podio. Lo intentó con el jersey de la montaña, un ataque entusiasta de Boivin en la única cima, Zikhron Ya Aqov. Fue jaleado el canadiense por un grupo de seguidores desaforados, descamisados, que cruzaban la carretera sin mantener la línea y que pusieron en peligro a los ciclistas. Un problema de seguridad. El júbilo por las bicis debe tener un límite.

Rohan Dennis arrebató la maglia rosa a Dumoulin en un sprint bonificado. El holandés no tiene intención ni resuello en su equipo para conservar a toda costa el liderato. Su objetivo apunta a tres semanas vista, el último fin de semana de mayo en Roma, e incluso más allá: si termina en buenas condiciones, quiere disputar la general del Tour y conocer si pueda ganar la mejor carrera algún día.