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El All Star de los Gasol

Excompañeros y entrenadores desvelan a ABC el secreto de Pau y Marc. Historia viva del baloncesto español, agrandarán su leyenda esta madrugada, cuando se enfrenten en el partido de las estrellas de la NBA

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Cuando esta noche el balón se lance al aire en el Madison Square Garden, Pau y Marc Gasol se convertirán por derecho propio en un trozo de la historia de la NBA. Por primera vez en las casi siete décadas de la Liga estadounidense, dos hermanos realizarán el salto inicial de un Partido de las Estrellas. Una hazaña que será difícil de igualar y que sitúa a los Gasol en lo más alto del baloncesto mundial tras una vida dedicada a la canasta. Años de sacrificio a la sombra que dejarán hoy una imagen sin parangón, que por el camino ha traído un título mundial con España, dos Europeos, dos medallas de plata olímpicas y dos anillos de la NBA.

Sin un claro espejo en el que mirarse, sin ídolos deportivos más allá del sempiterno Epi, Marc siempre tuvo en su hermano mayor la figura a la que parecerse.

Los cinco años que les separan eran suficientes para marcar distancias en sus inicios bajo el aro, aunque su afán de competición y mejora se trasladaba los entrenamientos al salón de casa, en Sant Boi. El dominio que Pau ejercía allí sobre su hermano lo llevaba también a la pista, donde siempre destacó por encima del resto. Joan Montes, uno de sus mentores en el Barcelona, lo reconoce sin rubor. Él fue uno de los encargados de iniciar este relato épico que hoy cumple uno de sus episodios más bonitos.

El por entonces entrenador de la cantera azulgrana, vio en un chico espigado del Cornellá el proyecto perfecto de jugador. Quizá un poco delgado, pero inteligente como pocos y con un desparpajo que solo igualaba un tal Juan Carlos Navarro, otro de los que comenzaban a despuntar en el nutrido vivero de promesas del club catalán.

De Sant Boi a Hollywood

Al amparo de Joan Montes, Pau y Navarro fueron creciendo juntos como jugadores, al tiempo que lo hacía su amistad fuera de la cancha. Un lazo inseparable que el paso de los años y el aumento de la distancia no han conseguido romper. «Lo que vamos a presenciar esta noche es algo que nunca pudimos imaginar, ni en nuestros mejores sueños. Él quería triunfar en la NBA, pero lo que ha logrado allí es algo increíble. Decían que estaba acabado y ahora mira...», afirma Navarro a ABC, orgulloso de su amigo, con el que llegó a compartir vestuario en los Grizzlies.

Eran años amargos para Pau, figura en Memphis, pero sin opción de luchar por el anillo... hasta que el destino lo llevó a los Lakers, en un viaje sin retorno a Hollywooddonde filmó su mejor película al lograr dos títulos de campeón de la NBA. En ese viaje, Marc acabó, de rebote, en Memphis, donde llegó como el «hermano de». La misma coletilla que durante años lo había perseguido en el Barcelona y de la que se fue despegando poco a poco en el Akasvayu Gerona. Allí, él, Víctor Sada y San Emeterio formaron un trío casi perfecto. Tres jóvenes con hambre de éxito que venían alicaídos. «Marc había perdido un poco la ilusión en el Barça de Ivanovic. Años complicados de los que seguro que hoy se acuerda y que le servirían para crecer. En Gerona encontró la confianza de Pesic y su cambio fue radical», recuerda San Emeterio, hoy figura del Caja Laboral y confidente de Marc en aquellas noches de juventud.

Marc, cambio radical

Ese cambio transformó al pequeño de los Gasol por completo. Pasó de la oronda figura adquirida en sus años de instituto en Memphis -donde vivió algunos años cuando Pau emigró a la NBA- a una más estilizada. Sus hábitos alimentarios se adecuaron más a los de un profesional. «Fue en Gerona donde Marc se dio cuenta de que podía ser un jugador importante de baloncesto», señala San Emeterio a este diario. Su obsesión por cuidarse llegaba tan lejos, que a veces prefería quedarse en casa antes que salir con los compañeros. «Había días que nos sentíamos solos y nos llamábamos para ir a cenar o al cine, y él prefería quedarse en casa. “Tengo que cuidarme’” repetía. Se dio cuenta de que el cuerpo era su arma de trabajo y lo ha ido puliendo desde entonces», apunta Sada, ahora en el Morabanc Andorra tras muchos años en el Barcelona.

Aquel joven bromista, al que le gustaba ir de acampada y a pescar, es hoy un padre de familia y una estrella de la NBA. Un sueño que los tres acunaban en Gerona, pero que sólo él hizo realidad. «Hablábamos de la NBA, pero no de Pau, que por entonces había sido ya All Star. Marc quería hacer su propio camino». Las palabras de San Emeterio las confirmó hace un par de años el propio pívot de los Grizzlies en una entrevista a este diario. «Me ha costado dejar de ser el hermano de Pau», asumía entre orgulloso y aliviado. Siempre ha admirado mucho a su hermano -«pionero de todo. El que mostró el camino a los Ricky, Calderón y compañía», dice San Emeterio-, pero desde la distancia.

Dominio en la NBA

Caminos paralelos que se cruzan por primera vez en un evento de magnitud mundial. Un Partido de las Estrellas que hasta hace años era terreno vedado a los europeos y que hoy, por primera vez, verá a dos hermanos en sus cinco titulares. Pau, estrella de los míticos Bulls de Chicago, lo hará como pívot en el Este; Marc, referente de los Grizzlies, hará lo propio en el Oeste. «Este salto es histórico. Parece que no tienen techo», apunta Navarro, el único capaz de arrebatar una cuota de protagonismo a los Gasol cuando se enfundan la camiseta nacional.

Es entonces cuando todos disfrutan como antaño. El equipo de todos. Con el que han logrado derribar murallas que parecían imposibles. Las mismas que ahora persiguen Pau y Marc. Bandera nacional fuera de nuestras fronteras que hoy acapararán el primer instante del partido de baloncesto con los mejores jugadores del planeta. Un salto fugaz que les catapulta hacia la eternidad.

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