Gloria deportiva de importación

Dice el proverbio que uno no es de donde nace, sino de donde pace. Aunque en el caso del deporte en general, y del atletismo en particular, el asunto genere discusión. La imagen es de hace solo una semana. Transmitía el poderío del cross español en Europa. Plata y bronce individuales. Oro por equipos. Nunca habíamos colocado cuatro corredores en las cinco primeras plazas. El equipo masculino cuajó en el hipódromo de Hyeres (Francia) la mejor actuación de su historia y, sin embargo, hubo medios que pasaron de puntillas por el logro o incluso lo ningunearon cuando analizaron la procedencia de los deportistas.

Alemayehu Bezabeh, subcampeón de Europa, nació en Etiopía. Adel Mechaal, en Marruecos (vive en la Costa Brava y es firme partidario de la independencia de Cataluña).

Ayad Lamdassem, cuarto, e Ilias Fifa, quinto, también son de origen marroquí. Lo mismo que El Mahdi Lahoufi, bronce en categoría júnior. En chicas, la mejor española fue Trihas Gebre (11ª), una etíope que se siente donostiarra y a la que sus próximos llaman «Maitetxu».

Hace tiempo que expertos y aficionados debaten sobre la conveniencia o no de las nacionalizaciones, a veces con argumentos meditados y otras con calificaciones de brocha gorda. Hay quien habla de «atletismo mercenario» o «compra de medallas». Y quien cree que, más allá de las limitaciones que establezcan la ley o los convenios internacionales, todo el mundo tiene derecho a hacer carrera bajo una bandera distinta a la de su partida de nacimiento.

En España hay cientos de atletas nacionalizados. Fuentes de la Federación Española de Atletismo (RFEA) señalan a ABC que «son deportistas que vienen a nosotros, no les llamamos. No ‘fichamos’ al estilo de Qatar y Bahréin. Todos los magrebíes en esta situación llevan entre 15 y 20 años viviendo con nosotros, y son entrenados por técnicos españoles. Somos la frontera europea con África y llega mucha gente de aquel continente».

La cantera africana del fondo y medio fondo es inagotable. En Kenia hay medio centenar de atletas de primer nivel, pero solo tres por prueba pueden competir en los grandes eventos internacionales. Los demás deben buscarse la vida envolviéndose en otra enseña. El turco Ali Kaya, campeón de cross en la cita de Hyeres, vino al mundo en Kenia con el nombre de Stanley Kiprotich Mukche. En velocidad, la procedencia de los mejores es caribeña, caladero tradicional de países como Gran Bretaña o Francia (Marie-José Perec, campeona olímpica de 200 y 400 metros, nació y se crió en Basse-Terre, una isla del archipiélago de Guadalupe en las Antillas francesas).

Protestas españolas

José María Odriozola, presidente de la Federación Española de Atletismo, expuso su opinión al respecto en una reciente entrevista en ABC. «En el Consejo de la Federación Internacional (IAAF) me he expresado en contra de las nacionalizaciones exprés que se producen en algunos países. Hemos tenido muchas ofertas y siempre damos la misma contestación: cuando lleves aquí un cierto tiempo viviendo, hablamos. Nos llegan 15 o 20 solicitudes al año y apoyamos 3 o 4».

El pasado verano, ocho vallistas nacidos en España firmaron un comunicado en el que expresaban su «malestar y desacuerdo con los recientes acontecimientos que han tenido lugar en relación a las nacionalizaciones, cada vez más frecuentes, de atletas de élite». Sin mencionarlos, ponían el foco sobre Orlando Ortega y Yidiel Contreras (de origen cubano), relevos de Jackson Quiñónez (nacido en Ecuador), el mejor vallista español de la última década.

«Tenemos que ser prudentes», confiesa el cordobés Francisco Javier López, «porque nos tacharían de xenófobos, y no lo somos. No puedo optar al oro nacional y se me complica mi participación en los Juegos. Tengo que aceptarlo, pero quería que me lo explicaran. Odriozola nos dijo que a los torneos llevan como máximo un 20 por 100 de nacionalizados. Pero es evidente que esto no ha ocurrido en el Europeo de cross en categoría masculina. Creo que el discurso que nos dio fue para quitarse el problema de encima».