Doha celebrará los mundiales de Atletismo en 2019
Doha celebrará los mundiales de Atletismo en 2019 - efe
Reportaje

Qatar: «No es cuestión de dinero, sino de mucho dinero»

Barcelona es la última víctima del poder de los petrodólares de un país que acapara los grandes campeonatos

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«No es por dinero. Es por mucho dinero». El lamento de un representante español en Buenos Aires, hace un año, cuando Madrid patinó por tercera vez consecutiva en su intento por tener unos Juegos, resume un estado de ánimo atrapado por la decepción. No hay nada que hacer. Los representantes del COI (como los de la FIFA, la IAAF y demás estamentos supranacionales que están por encima del bien y del mal) miran hacia nuevos caladeros. Rusia, Asia y Oriente Medio (en especial los pequeños y multimillonarios emiratos del Golfo Pérsico) se llevan de calle la organización de grandes campeonatos.

Tokio ganó el sueño olímpico de 2020. Pero el competidor imbatible es Qatar, cuya lista de acontecimientos tiende al infinito: acaba de tumbar a Barcelona para acoger el Mundial de atletismo de 2019 y será sede de los mundiales de balonmano en 2015, ciclismo en 2016, gimnasia artística en 2018 y fútbol en 2022 (bajo la sombra de la corrupción, pero hay pocas dudas de que se correrá un tupido velo).

Además, pujará por los Juegos de 2024 (la sede se elige en 2017 y tendrá que doblar el pulso a rivales importantes, como París) y aspira a un Gran Premio de Fórmula 1. Ya tiene un torneo de la ATP y un GP de motociclismo, entre otras citas. El calor, la humedad y las sospechas de compra de votos son irrelevantes. Los petrodólares, no.

Marisol Casado, miembro del COI, conoce los entresijos de las últimas decisiones a favor de estos escenarios. «España tiene mucho prestigio como promotor de torneos, por no hablar de sus deportistas, pero el mundo es muy grande y no podemos organizarlos siempre», declara a ABC. De hecho, desde Barcelona 92 nuestro país ha puesto en marcha una veintena de grandes acontecimientos en las disciplinas más importantes.

Larga espera

Después de la Segunda Guerra Mundial el COI impone décadas de espera para que un país repita experiencia olímpica (la única excepción ha sido Estados Unidos, con Los Ángeles 1984 y Atlanta 1996). Cuando en la resaca del fracaso de Madrid 2016 Jacques Rogge, a la sazón presidente del COI, animó a la delegación española a probar suerte de nuevo, sabía que las posibilidades eran escasas, pero necesitaba la comparecencia madrileña en la puja para que el espectáculo no decayera. Peor fue su apoyo impostado después del traspié de 2012, en la reunión de Singapur que dio el triunfo a Londres: «En ningún sitio está escrito que un continente no pueda repetir cuatro años después», dijo.

«El problema no es tanto nuestro como de Europa en general», continúa Casado. «Su hegemonía ha sido manifiesta, pero ahora los países emergentes quieren darse a conocer y hacen apuestas muy potentes. Es verdad que ha habido desajustes a favor de Asia. En la Agenda 2020, el documento reformista que impulsa el presidente del COI, Thomas Bach, se quieren revisar los requisitos económicos para que no influyan tanto y tenga más peso el proyecto social».

Una medida bienintencionada, pero... ¿realista? La Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) no ocultó su dicha cuando Doha puso 137 millones de dólares (el doble que Barcelona) sobre la mesa para montar el Mundial de 2019; 37 millones «llovieron» a última hora para el «desarrollo del atletismo» y para enviar gratis la señal de televisión. «No pienso ir allí. Ha ganado la peor candidatura con mucha diferencia. Lo único que tienen es dinero», declaró, indignado, José María Odriozola, presidente de la Federación Española de Atletismo.

«La propuesta de Barcelona era perfecta, es una pena que se valore más el dinero que la experiencia y las infraestructuras», se lamenta a este periódico Ruth Beitia, capitana de la selección española de atletismo y campeona de Europa de salto de altura. «Desmotiva ser descartados a las primeras de cambio». Sobre los inconvenientes que plantea Doha para los atletas, Abel Antón, campeón del mundo de maratón en Sevilla 1999, introduce una matización. «Corrimos con 40 grados de temperatura. Los mundiales son en verano, cuando los atletas están en su mejor pico de forma, y suele hacer calor. El problema de Qatar es que quiere organizar el suyo en otoño y eso ya es estirar demasiado la temporada. Por no hablar de que habrá pocos aficionados en el estadio».

Ver los comentarios