Una cinta policial acordonando el escenario del festival Roskilde, en el año 2000
Una cinta policial acordonando el escenario del festival Roskilde, en el año 2000 - EPA
Música

Festivales de música que acabaron en tragedia

Desde su nacimiento en los sesenta, varios desastres recuerdan la necesidad de no cometer errores en la organización de estas citas multitudinarias

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  1. 1. BPM (México, 2017)

    En un festival de música hay que tener en cuenta muchos factores y escenarios posibles a la hora de establecer un sistema de seguridad correcto. Pero hay varios casos en los que ni la mejor organización hubiera podido evitar la tragedia: uno de ellos es el del festival de dance BPM, celebrado en enero de este año en la localidad mexicana de Playa del Carmen. Esta cita de diez días de duración que congregó a unas 80.000 personas terminó con una fiesta en el club Blue Parrot, donde se produjo un tiroteo que acabó con la vida de cinco personas (tres de ellos, miembros del equipo de seguridad). Lo que se sabe a ciencia cierta es que los autores de la matanza estaban vinculados al mundo del narcotráfico, pero se está esclareciendo si fue un ajuste de cuentas con una cartel rival o una venganza contra los organizadores por no pagar un soborno. BPM anunció que jamás volverá a México, y los festivales de música electrónica han quedado prohibidos en Playa del Carmen.

  2. 2. Time Warp (Argentina, 2016)

    El Time Warp es otro festival itinerante de música electrónica (con base en Alemania), que el año pasado celebró su tercera edición argentina. Hacia las seis de la mañana del sábado 16 de abril, los servicios de emergencia recibieron un aviso alarmante: varios asistentes habían caído al suelo convulsionando entre la multitud y la confusión se había apoderado de la sala Costa Salguero, cuyo aforo estaba saturado y sin apenas ventilación. Los médicos comprobaron que las víctimas habían ingerido una droga conocida como SUperman (PMMA o para-metoxi-metil-anfetamina), y no pudieron hacer nada por cinco de ellos, que murieron allí mismo. Otro joven fallecería en el hospital días más tarde.

  3. 3. Monegros (Huesca, 2013)

    En este emblemático festival de electrónica el principal peligro suelen ser los excesos con las drogas. Hace cuatro años, un asistente francés se desmayó y a pesar de ser trasladado al hospital Arnau de Vilanova de Lleida, entró en parada cardiorrespiratoria y murió. La Guardia Civil intervino varios kilos de diferentes sustancias y detuvo a ocho personas ese año.

  4. 4. Indiana State Fair (Estados Unidos, 2011)

    En la edición de 2011 del Indiana State Fair los cielos no auguraban nada bueno. Cuando la banda de country Sugarland iba a subir al escenario, la tormenta cayó sobre el festival y los vientos de más de 160 kilómetros por hora derribaron el escenario de un plumazo, matando a siete personas e hirieron a 60.

  5. 5. Pukkelpop (Bélgica, 2011)

    Cinco días después de la tragedia de Indiana, un tremendo temporal de viento y granizo arrancó árboles de cuajo y provocó el derrumbe de dos escenarios en el Pukkelpop (en la localidad belga de Hasselt), donde 60.000 personas se disponían a disfrutar de la primera jornada de festival. Cinco asistentes fallecieron y setenta resultaron heridos, y la edición quedó suspendida.

  6. 6. Love Parade (Alemania, 2010)

    Casi un millón y medio de personas se congregaron en la localidad de Duisburgo en 2010 para disfrutar de la Loveparade (desfile del amor), uno de los festivales de música electrónica más antiguos, nacido en 1989 en Berlín. En esta ocasión el desastre sucedió por un supuesto ataque de pánico colectivo en un túnel, que generó una estampida que acabó con 21 muertos y 341 heridos. El caos fue tal que se tardó varias horas en suspender el evento.

  7. 7. Stereosonic (Australia, 2015)

    En la edición 2015 del festival australiano Stereosonic en Sidney, una farmaceútica de 28 años falleció al ingerir MDMA disuelto en una botella de agua, y otras dos personas resultaron gravemente intoxicadas. Una semana después otro joven murió en el mismo evento con sede en Adelaida, por el mismo motivo. En total, seis personas murieron de sobredosis en festivales australianos ese año.

  8. 8. Wings (Rusia, 2003)

    El terrorismo también dejó su huella en los festivales de música en 2003, cuando dos mujeres independentistas chechenas detonaron sus cinturones bombas al ser detenidas por la seguridad en el acceso al festival Wings, celebrado en Moscú. Murieron 16 personas y más de 100 resultaron heridas, pero la tragedia hubiera sido mucho mayor si las terroristas hubieran penetrado en el interior del recinto.

  9. 9. Roskilde (Dinamarca, 2000)

    El festival anual de rock de Roskilde, una localidad situada a 35 kilómetros al oeste de Copenhague, vivió su edición más aciaga en el año 2000. Durante la actuación del grupo estadounidense Pearl Jam, la multitud comenzó a hacer presión contra las primeras filas y empezaron a escucharse gritos de auxilio. El cantante de la banda, Eddie Vedder, detuvo el concierto y llamó a la calma sin mucho éxito: ocho personas murieron aplastadas y unas treinta resultaron gravemente heridas. Las actuaciones de esa noche se suspendieron, pero los organizadores decidieron no cancelar el resto de las jornadas y el festival continuó como si nada hubiera pasado.

  10. 10. Altamont (Estados Unidos, 1969)

    El de Altamont es el paradigma de festival maldito. Organizado por los Rolling Stones de forma gratuita en un circuito de carreras cerca de San Francisco, fue un desastre en casi todos los sentidos. Dos asistentes murieron en sendos accidentes de tráfico en los accesos, otro falleció ahogado en un canal cercano al recinto, cientos de personas acabaron sumidas en un mal viaje por culpa de LSD en mal estado, y los responsables de seguridad, Los Ángeles del Infierno, acabaron apaleando a parte del público y enfrentándose a varios de los músicos del cartel. Lo peor llegó cuando en mitad de la interpretación de «Under my thumb» por los Stones uno de estos moteros apuñaló en el cuello al joven Meredith Hunter, que al parecer apuntó con un revólver hacia el escenario desde el público.

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