Zenobia Camprubí en su juventud
Zenobia Camprubí en su juventud
LIBROS

Zenobia Camprubí antes de Juan Ramón

Artículos, piezas autobiográficas y poemas componen «Diario de juventud». Zenobia entre los 18 y los 24 años

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Conocida fundamentalmente por su matrimonio con el escritor Juan Ramón Jiménez, Zenobia Camprubí ha sido durante años una mención obligada al hablar del poeta. Lo ignorábamos casi todo sobre ella, aunque la curiosidad por conocer la forma en que consiguió resolver su relación con él a lo largo de cuarenta años siempre fue poderosa. Pues hablar de JRJ es hacerlo de un hombre difícil debido a su carácter retraído y sus dificultades de adaptación al mundo, un carácter no apto a todas las sensibilidades conyugales.

La reciente edición del «Diario de juventud» de Zenobia viene a completar la edición de su maravilloso «Diario (1937-1956)» publicado en tres volúmenes por Alianza (1991, 1995 y 2006). Es de esperar que un día pueda recogerse toda la obra diarística de ZC en algún formato más manejable.

En todo caso, ahí está por fin ese diario de sus años juveniles, anteriores a la llegada de JRJ a su vida, y que nos ayudan a comprender la formación de su carácter, la influencia de su madre en su vida, así como el origen de su intensa y regular relación con esta forma de escritura.

Además de lo puramente diarístico, este volumen recoge relatos, conferencias, traducciones y poemas

Se trata, sin embargo, de un diario no exento de cierta puerilidad, en parte propia de alguien que tiene entre 18 y 24 años cuando lo escribe, pero resulta interesante por las claves que ofrece para la mejor comprensión de Zenobia. Por ejemplo, ahora sabemos que su diario, que se convertiría en un refugio y un desahogo, nace por recomendación materna. Su madre, la diligente y culta portorriqueña Isabel Aymar, le sugiere para celebrar su mayoría de edad que anote las acciones que lleve a cabo durante el día. No lo que piensa o siente sino lo que hace, al objeto de que pueda tomar conciencia de que no hace lo bastante. Es decir, que su vida no es lo suficientemente activa. Y lo cierto es que la pasión por la actividad será ya una constante en ella, reflejada en sus sucesivos cuadernos como una victoria personal frente al abatimiento y la dejadez intelectual. Nada más satisfactorio, pues, para la jovial Zenobia que poder mostrar una agenda repleta como ejemplo de la utilidad de su vida.

Vocación poética

El libro recoge otros textos de la misma época: artículos enviados a revistas escolares, piezas autobiográficas (algunas ya incluidas en otro volumen de su «Diario», como la curiosa pieza «Mis dormitorios», donde hace un inventario de las cuartos que había habitado con el tiempo), conferencias, traducciones; incluso algunos intrascendentes poemas que dan cuenta de su vocación, un tanto diletante pero esforzada. Una vocación hecha a base de voluntad y autodidactismo que tendría que confrontarse con la firme y absoluta vocación de Juan Ramón para ubicarse en un segundo plano en lo sucesivo.

Todos los relatos no autobiográficos del volumen son anteriores a 1916. Después, la necesidad de Zenobia de llevar una vida activa se canalizaría de otras múltiples formas, siendo no la menor de ellas su participación en la fundación del Lyceum Club femenino en Madrid o bien sus clases en la Universidad de Maryland, ya en el exilio estadounidense, gracias a las cuales tenemos la oportunidad de conocer al poeta en su faceta como docente.

En todo caso, resulta admirable cómo una joven tan consciente de sí misma y de lo que quiere pudo encajar en los parámetros vitales de Juan Ramón haciendo de la perfección de su amor por el poeta el proyecto ético de mayor calado de su vida.

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