Santiago Ydañez, ante su relectura de «La balsa de la Medusa»
Santiago Ydañez, ante su relectura de «La balsa de la Medusa» - Ernesto Agudo
ARTE

Santiago Ydáñez: «El proyecto ha sido como estar en plena tormenta»

El artista toma el testigo de Enrique Marty para reinterpretar los fondos de la Fundación Lázaro Galdiano. Su propuesta es una oda al retrato y a los animales

Madrid Actualizado: Guardar
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Gozoso regalo de cumpleaños el de Santiago Ydáñez (Jaén, 1967), cuya inauguración en la Lázaro Galdiano coincidió con su onomástica. Él ha sido el segundo artista elegido por Rafael Doctor para intervenir los fondos de la institución. Atrás quedan las desaveniencias con el Ayuntamiento, que obligaron a replantear la propuesta a un mes y medio de inaugurar. Aún así, « Las cenizas del ruiseñor» es una más que digna segunda opción, anticipo de lo que en primavera será el proyecto animalista «Capital Animal».

–¿Qué relación tenía con la Lázaro Galdiano antes de trabajar con sus fondos?

–Este es un espacio que conocí hace cinco años, y me enfadé por lo que había tardado. Desde entonces he venido mucho.

Por eso, cuando Rafael Doctor me invitó a reinterpretar la colección me dio una gran alegría, pero también me generó cierto susto: apabulla lo que hay aquí.

–Pero una cosa es venir como visitante, y otra, como artista.

–Desde luego. El reto es grande. Era como estar en medio de una tormenta: no sabía por dónde empezar. Por eso decidí arrancar con « La entrada en el Arca de Noé», de Brueghel. Como en un principio íbamos a ocupar los exteriores, incrustando las obras en los vanos del muro, la idea era versionar esa obra desde 16 nuevas y monumentales. Quise limpiar el cuadro original de animales, dejando solo uno en cada uno, para hacerlos desfilar en procesión, como en los frisos asirios, hacia el arca.

–Pero se toparon con la negativa de la administración...

–No nos dieron los permisos para sacar las obras a la calle. El Ayuntamiento consideró que invadirían el espacio público. Y me dio mucha rabia porque le dediqué tiempo a las piezas. Estaba muy agobiado: se nos echaba la fecha encima y, cuando encima te dicen que no, toca cortar y reinventarte otra vez. Suerte que pinto rápido.

–¿Cuál fue el plan B y cómo se consigue que luzca como el A?

–Parte de las piezas del muro, por suerte, entran en un edificio anexo. Estas se acompañan de las tablas a modo de boceto que hice para explicar el proyecto al Ayuntamiento y que ahora muestro para que se entienda por qué están ahí. Asimismo, he propuesto una galería de retratos que reinterpreta algunos de la colección...

–¿Y las «cenizas del ruiseñor» del título?

Yo siempre que he pintado animales los he humanizado y los he colocado al mismo nivel que los hombres

–Hace referencia a una urna en la que me fijé, propiedad de una noble romana que tenía una avecilla a la que al morir dedicó una urna funeraria. En el Renacimiento se hizo una réplica, que ahora se conserva aquí. Coincide que el comisario también lo es del proyecto « Capital Animal», basado en el respeto a los animales, y que se desarrollará en La Casa Encendida, y nos pareció que esta cita podía funcionar como preámbulo. Mi idea era haber representado el Paraíso en el exterior y generar algo de caos en el interior, una especie de guiño infernal aprovechando la presencia del « Aquelarre», de Goya. En el recorrido nos toparemos con otros pájaros.

–Sin duda. Le hago la entrevista en la sala de armas, ante un gran retrato de un periquito. ¿Cuál es su idea del género?

–Siempre que he pintado a los animales los he humanizado y colocado a su nivel. Este es un «señor periquito». Y me hace gracia que lo flanqueen armaduras porque parece así un personaje importante. Durante tiempo pinté rostros que nunca fueron retratos. Eso no se terminó de entender. Eran pretextos para pintar, pues, para mí, la materia expresa tanto como la imagen que representa. Empleo el retrato para transmitir sensaciones y sentimientos.

–Es el segundo artista que participa en el programa. ¿Llegó a visitar lo de Enrique Marty?

–Sí. Y me encantó. Siento gran admiración por él. De hecho, a mí me gusta coleccionar, y comencé con fotografía. Y en el año 2000 compré precisamente una suya. En esta exposición le hago un pequeño homenaje, a él y al «Aquelarre» de Goya que tanto admira, pintando su retrato en las páginas del libro sobre exorcismos que aún hoy utiliza la Iglesia Católica.

–Marty realizó un juego especial con las joyas. Usted se ha centrado en los libros.

–Ese guiño arranca en una expo de 2013 en Invaliden [espacio que codirigía en Berlín y que ahora, cedido a Omar Pascual Castillo, se refunda], fruto del auge xenófobo que se vive en toda Europa. No quise hacer una expo panfletaria, pero al hilo del libro de Stefan Zweig « El mundo de ayer», obra que habla de una seguridad en la que se vivía y que poco a poco se fue perdiendo, y « La cinta blanca», de Haneke, comencé a coleccionar libros de poetas alemanes y a intervenirlos. Galdiano también tuvo una pasión bibliófila, por lo que tenía sentido el guiño. Y desde ahí volví a los mercadillos, a comprar los objetos que rodeaban a los libros, como cajas de cuchillos, en los que también he incrustado imágenes.

–¿Dónde residía el reto de la propuesta?

–Este lugar encierra muchas obras maestras y no puedes convertir lo que haces en una competición. A lo máximo que aspiras es a convertir lo tuyo en un diálogo u homenaje. No tengo ni la paciencia ni la técnica de los artistas aquí encerrados.

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