«Mi raíz es», de Boamistura, en La Habana. Ahora, en la galería Ponce+Robles, de Madrid
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LIBROS

La nueva poesía española, plural y diversa

¿Qué poesía se escribe hoy en España y al otro lado del Atlántico? Diversas antologías responden a la pregunta

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Después de las controversias, las polémicas y hasta los telones de acero, la poesía española parece vivir un momento de reflexión y de calma. Agotados ya los discursos sobre estéticas dominantes, los sacerdocios y las militancias, el pacto al que se ha llegado tiene un nombre: pluralidad. Una pluralidad que debe ser entendida como una forma de relativizar y de combatir todo dogmatismo, todo autoritarismo y la arrogancia del discurso único.

Aquello que dijo Gertrude Stein de que en el siglo XX nada estaba de acuerdo con nada, parece haberse convertido en ese torbellino de diversidades sin resolver del que hablara Richard Tarnas. Ha sido un movimiento lento, y hasta heroico, pero desde finales del siglo pasado la presencia de una nueva visión intelectual se ha abierto camino.

Una nueva visión que puede resumirse en que la naturaleza última de la realidad es compleja y diversa y, por tanto, los discursos estéticos que intentan expresarla también lo son.

El título utilizado por Remedios Sánchez García para antologar la última poesía en castellano así parece indicarlo. «El canon abierto» (Visor) reivindica el hecho de que diferentes posturas estéticas se puedan dar en nuestro tiempo, de que el proceso de la poesía actual es algo dinámico, múltiple, atravesado por distintas líneas de fuerza.

Desde 1970

El canon abierto nace de la consulta realizada a cerca de doscientos investigadores sobre los principales poetas españoles e hispanoamericanos nacidos con posterioridad a 1970 y propone, además, un diálogo entre la poesía escrita en España y la poesía escrita en los distintos países de Hispanoamérica (véase también «País imaginario», en Amargord).

Antología importante, con un documentado estudio introductorio, demuestra hasta qué punto los poetas aquí reunidos se debaten entre el continuismo y la apertura a nuevos modos de expresión y parece afirmar que en absoluto nos encontramos ante una generación de tránsito. En efecto, después de leer a Pablo García Casado, José Luis Rey, Antonio Lucas, Raquel Lanseros, Jorge Galán, Alí Calderón o Andrea Cote nadie puede afirmar que no nos encontremos ante poetas que demuestran mundo propio y formas expresivas singulares.

Primera madurez

Pero ¿qué hay en la más joven poesía española? Esa poesía que está condicionada por el mundo digital, por el cambiante panorama cultural del nuevo siglo. A esa pregunta responden tanto José Luis Morante con la antología «Re-generación» (Valparaíso), como «Nacer en otro tiempo», de Antonio Rivero y Miguel Floriano (Renacimiento). Ambas reúnen a autores nacidos a partir de 1980 y ya hay en algunos de ellos determinados rasgos que apuntan a una primera madurez. Una madurez donde están presentes importantes elementos del pasado, pero donde la conversación entre diferentes enfoques y paradigmas los aleja del reduccionismo.

«Poesía soy yo» agrupa 84 voces femeninas y «(Tras)lúcidas» reúne poemas inéditos

Realistas o imaginativos, urbanos y críticos, existenciales o meditativos, en el conjunto de estos nuevos nombres se aprecia ese debate entre seguir asumiendo ciertas formas de la poesía española de las últimas décadas y la evolución hacia una poesía de mayor riesgo, de mayor aventura tanto lingüística como conceptual. El mundo en mutación al que se enfrentan hace que, en ellos, aparezca un continuo reflejo de la realidad ya sea desde el inmovilismo o desde una forma crítica de construir el texto poético.

«Poesía soy yo» (Visor), realizada por Raquel Lanseros y Ana Merino, puede considerarse como un trabajo absolutamente imprescindible. El recorrido por las poetas de España e Hispanoamérica a lo largo del siglo XX dibuja un mapa que se aleja del victimismo de otros discursos y plantea una línea para establecer nuevas perspectivas en la construcción de nuestra Historia literaria.

Muchos silencios

Las ochenta y cuatro voces que aquí se antologan representan muy fielmente todas las aventuras estéticas, todas las tendencias que han construido ese yo femenino en nuestra modernidad, un yo que reivindica su espacio, su propia lengua, su propia representación. Poesía soy yo es, por tanto, la historia de muchos silencios y la historia de la creación de un espacio de visibilidad frente a un ámbito cultural marcado por lo masculino. Y, en ese sentido, es también la historia de una normalización. Desde los márgenes, no sólo políticos sino sociales y familiares, la poesía escrita por mujeres, en sus mejores momentos, hace patente una nueva sensibilidad, es decir, una conciencia o un yo diferenciado.

Como ocurre con los nuevos nombres de la poesía escrita por mujeres que edita Marta López Vilar en «(Tras)lúcidas» (Bartleby), un trabajo que recoge a poetas nacidas entre 1962 y 1986 y donde queda de manifiesto no sólo la calidad de muchas de ellas, sino el afán por construir una voz singularizada, personal y abrir la poesía a nuevos ámbitos de expresión. Una antología que reúne poemas inéditos de cada una de las autoras y que demuestra hasta qué punto deben ser leídas «sin parámetros anacrónicos».

Plurales y diversos, los nuevos nombres, o las tomas de postura crítica a la hora de leer nuestra poesía, superan los dogmatismos estéticos o los reduccionismos programáticos. También, los más lúcidos, las debilidades posmodernas. Precisamente el hecho de vivir el fin de la posmodernidad les lleva a contemplar un contexto histórico y estético en continua mutación. Nacieron con la democracia, están sufriendo una crisis que no es sólo económica, pero sólo aquellos que miren al futuro no se verán convertidos en sal.

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