El artista Mauricio Garrido, en su estudio de Santiago de Chile
El artista Mauricio Garrido, en su estudio de Santiago de Chile - Vicente Ruiz
ARTE

Mauricio Garrido «manostijeras»

Apenas conocido en España, el trabajo del artista chileno Mauricio Garrido ilustra buena parte de este número de ABC Cultural dedicado al sueño de la posteridad. El «collage» en sus manos se desdobla en múltiples y sutiles lecturas

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Dudo si comenzar por lo obvio o intentar ponerme entre sublime y original para escribir sobre la obra del artista chileno Mauricio Garrido (Santiago de Chile, 1974). Lo obvio puede resultar tan interesante como el trasunto psicoanalítico que destilan sus «collages». Lo obvio es la remisión constante a El Bosco, y en El Bosco nada se puede sobrentender: cuando no es «El jardín de las delicias» el que se asoma en sus trabajos son «Las tentaciones de San Antonio», o un ambigüo sueño surrelista en el infierno de Dante. Lo presuntamente sublime y original termino por descartarlo. No tengo intención de parecer más pedante o erudita que el propio artista, cuya sencillez a la hora de explicar la complejidad de su trabajo, lo arraigado de su disciplina intelectual y su pericia creativa rayan en una naturalidad infantil, puede que a ratos inconsciente, sin darle demasiada relevancia.

Debe estar acostumbrado a que le busquen mil y una vueltas a las mil vueltas que ya de por sí tiene su proceso interno de ensoñación visual entre figuras, detalles, recortes y connotaciones clásicas y contemporáneas que se ensamblan en sus «collages». «La gente ve mis cuadros y literalmente se cae dentro de ellos. Es como una hipnosis», comenta. Le doy la razón. Literalmente te lanzas de cabeza a una piscina llena de detalles infinitos, incontables, y los ojos te dan vueltas y hasta se nubla la mirada en una abstracción de vértigo donde toda la Historia del Arte, y de la vida misma, se mezclan.

El Santo Grial

Mauricio Garrido tiene su estudio en Santiago de Chile, pero viaja por todo el mundo en busca del Santo Grial que constituye su obra. Y todavía no les voy a contar cuál es ese Santo Grial, porque nuestra conversación arranca en la infancia. «Siempre he cortado papel, desde niño, pero hasta el año 2006 no empecé a plantearlo como trabajo artístico -apunta-. Jugaba a recortar la cabeza de una figura y colocaba otra». Puro Bosco: a los pájaros les salen piernas humanas, y a los hombres, cabezas de pájaros. «Tengo una relación con los trabajos de El Bosco temprana. La primera visión que yo tengo de "Las tentaciones de San Antonio" es una imagen muy pequeñita en una enciclopedia».

«La gente ve mis cuadros y literalmente se cae dentro de ellos»

La obra en «collages» de Mauricio Garrido no voy a afirmar con rotundidad que se desconoce en España (la revista «Lápiz» publicó algo hace tiempo), porque a tanto no me atrevo en la época de internet. Quedémonos en que resulta bastante recóndita o secreta, entre otras razones porque nunca ha expuesto su obra aquí, aunque su recorrido abarca medio mundo, de su Chile natal a China. El «collage» tampoco ocupa un lugar destacado en los lenguajes artísticos contemporáneos. «Mi trabajo tiene que ver mucho con la representación de la pintura a través del "collage". Yo no dibujo, sino que corto. Yo no pinto, sino que compongo con papeles. Intento elevar el "collage", reivindicarlo, y verlo como contemporáneo. Resulta interesante el contraste entre algo que parece muy arcaico y manual y el presente, con tanta información flotante», comenta

Jardín de las delicias

He visto en fotografías el estudio de Mauricio Garrido en Santiago de Chile, pero no me resisto a que me lo describa. «Está lleno de torres de papel, de tijeras... Básicamente vivo en un laberinto de papel y tengo un libro maravilloso de El Bosco delante», detalla. La sensación parece alucinógena, como la que se siente frente a una de sus obras. Tal y como él lo explicaba: «Te caes dentro de ellos». Pues te caes dentro de ese sueño de papel hecho estudio. El jardín de las delicias de Mauricio Garrido. Acto seguido tienes que preguntarle cómo encuentra el orden entre el aparente desorden. Su disciplina. «Para empezar corto papel muy bien y muy rápido. Sólo trabajo con ilustración, nunca con textos y sólo corto con tijeras, nunca con ninguna otra herramienta». Hasta aquí solo ha descrito su pericia y su técnica, pero hay más y más sorpresas, lecturas, en su ejercicio creativo. «No parto de una idea original para una obra, sino que va ocurriendo. Debo funcionar, me imagino, como la escritura autómatica en el surrealismo. Trabajo con las tijeras con una inmeditez que no filtra. Hay bastante en las obras que yo descubro después de que está hecha, acabada. Suena un poco raro porque trabajo a una velocidad de la que casi no me doy cuenta. Como si entrara en un estado de trance», remata.

Me lo imagino, y me tiene que permitir que lo relacione con el personaje creado por Tim Burton de nombre Eduardo Manostijeras. Aquel cortaba setos sin parar. Mauricio Garrido, «manostijeras», las montañas de papeles del jardín de las delicias de su estudio. Relaciono también ese estado de trance que describe mientras compone sus abigarradas escenas con aquella diminuta estampa de «Las tentaciones de San Antonio» que tenía en una enciclopedia cuando era niño y empezaba a manejarse con ese pincel de dos hojas afiladas sin pensar demasiado en los peligros. «Claro, sus visiones tienen que ver mucho con un estado lisérgico -apunta-. Lo que más me llamaba la atención del mito es que San Antonio es tentado por el demonio, y el demonio se convierte en todas las cosas que existen a su alrededor. Y este Aleph, este "trip", esta multiplicidad ocupa el espacio visual».

«En mis "collages" se mezclan mi psique desbocada con lo que encuentro»

«El "collage" es una reflexión atomizada. En el "collage" se mezcla mi psique desbocada con lo que me encuentro». Explicación tras explicación, sigo visualizando a Mauricio Garrido embarcado en su «trip particular, insondable, a la búsqueda de imágenes con las que componer esos frisos de grandes dimensiones, trípticos en algunos casos, como los del cien veces citado El Bosco. Ese Santo Grial que para él es algo tan humilde -además de especie en extinción- como el papel. «Yo hago cacerías de papel por todo el mundo -cuenta-. Trabajo con papeles de Chile y traigo maletas y maletas de papeles de mis viajes. He venido últimamente con carteles antiguos de cine egipcio... que emplearé como fondos. Le puedo contar la anécdota de que en los aviones intento levantar la maleta con un brazo como si pesara nada... cuando está llena de papeles, libros, enciclopedias enteras. Todo está colocado dentro como en un Tetris». Su anecdotario al respecto es también infinito: «Me traje una vez un libro de Estambul que tenía láminas de 150 años de antigüedad. Era más grande que la maleta y tuve que tirar medio equipaje. También me traje un libro inglés antigüo de El Cairo y te puedes comprar un libro chino en Los Ángeles. También he comprado papel en España».

Hasta el amanecer

Prosigo en mi «lisérgico» descubrimiento no sólo de la obra de Mauricio Garrido sino del artista mismo, y me pregunto y le pregunto si no se siente culpable con sus «manostijeras» de recortar ejemplares tan valiosos. «Veo los libros como un objeto móvil. No me gusta hablar de reciclaje -remata-. Es como un viaje de ida y vuelta. Los recojo de la basura y les doy vida. Considero los libros como un objeto móvil, cuya identidad no pertenece al suelo, a la tierra. El libro es un objeto inventado para transmigrar. Y cuando queda abandonado me gusta integrarlo a mi trabajo como partículas».

«Trabajo de noche hasta que cantan los pájaros. Me cuesta terminar una obra. No sé en qué momento ponerle punto y final. Cada "collage" termina solo y te das cuenta». En los "collages" de Mauricio Garrido cantan los pájaros hasta el amanecer, como en esos sueños poblados de imágenes superpuestas, incontables e insondables.

Ver los comentarios