El selfie que Juan Soto Ivars dedica a ABC Cultural
El selfie que Juan Soto Ivars dedica a ABC Cultural - J. S. I.
Darán Que Hablar

Juan Soto Ivars: «Una vez que el libro sale de imprenta dejo de sentir afecto por él»

Acaba de publicar «¡Prohibida la ducha!», una novela infantil, y aunque asegura que dejó de valorar la palabra «escritor» cuando se convirtió en uno es, sin duda, de los que darán que hablar

MADRID Actualizado: Guardar
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- ¿Cuáles son sus intereses como escritor?

- Con frecuencia tiro para la distopía, lo que responde a una inquietud por la deformación que sufren con el tiempo y el vicio los regímenes políticos y sociales. Los individuos no estamos a salvo de esta deformación, y la prueba es que de tanto preguntarme cómo se deformará España yo me he convertido en columnista de opinión y actualmente vivo de ello.

- ¿Y como lector?

- Busco desde hace muchos años una prosa española limpia de esa perversión del lenguaje que se llama sintaxis inglesa y francesa, y que ha causado estragos en mi generación por culpa de la lectura masiva de traducciones. No es que no lea yo traducciones, es que cada cierto tiempo tengo que pasar por la depuradora sintáctica y gramatical de Delibes, Umbral, Chirbes y compañía.

- ¿Sobre qué temas suele escribir?

- La política siempre aparece en alguna parte, aunque al final siempre acabe escribiendo historias de amor.

- ¿Dónde ha publicado hasta el momento?

- Publiqué «La conjetura de Perelman» en Ediciones B, «Siberia» en la desaparecida El Olivo Azul, «Ajedrez para un detective novato» en Algaida, mi novela infantil «¡Prohibida la ducha!» en Siruela, y aparte me han publicado en antologías, entre ellas las de escritores de mi generación en Salto de Página y Lengua de trapo.

- ¿Con cuáles de sus «criaturas» se queda?

- Con la próxima. Una vez que el libro sale de imprenta dejo de sentir afecto por él, y cuando empiezan las entrevistas y las presentaciones, le cojo hasta manía.

- Supo que se dedicaría a esto desde el momento en que…

- Antes tenía una respuesta, pero dejé de valorar la palabra «escritor» cuando me convertí en uno.

- ¿Cómo se mueve en redes sociales?

- Yo empecé escribiendo mis opiniones en Facebook y, cuando me leyeron los directores de El Confidencial, me ofrecieron hacerlo allí y cobrando. Así que supongo que me muevo como un gato por las redes.

- ¿Qué perfiles tiene?

- Facebook y Twitter.

- ¿Cuenta con un blog personal?

- Mi blog personal son las columnas que escribo, aunque tengo el Facebook público y lo uso de aquella manera.

- ¿Qué otras actividades relacionadas con la literatura practica?

- He trabajado como lector y corrector en editoriales cuando el bolsillo lo necesitaba, y como periodista cultural freelance cuando me dejé un trabajo bien pagado para no volver a pisar una oficina nunca más. Fue en 2008, el mejor año del siglo para dejar trabajos bien pagados y echarse a la aventura.

- ¿Forma parte de algún colectivo/asociación/club?

- La Alianza de Magos y Forajidos.

- ¿En qué está trabajando justamente ahora?

- En escribir columnas de prensa. Respecto a proyectos literarios, está feo hablar de lo que no se ha terminado, es como presumir de que vas a ligarte a una persona con la que todavía no te has lanzado sólo porque crees que te pone ojitos. Cualquiera puede empezar a escribir un libro, pero no todo el mundo es capaz de terminarlo, proliferan los coitus interruptus.

- ¿Cuáles son sus referentes?

- Valle-Inclán, Knut Hamsun, Jardiel Poncela, Camilo José Cela, Delibes, Umbral, Papini, Chirbes, que en paz descanse...

- ¿Y a qué otros colegas de generación (o no) destacaría?

- En el articulismo a Manuel Jabois, Antonio Lucas, Jesús Nieto Jurado, Elvira Lindo, Muñoz Molina, Guillem Martínez, Montano, Jorge Bustos, David Torres, Ignacio Peyró, Guillermo Garabito y Ricardo Colmenero. En la literatura a Juan Gómez Bárcena, Guillermo Aguirre, Sergio del Molino, María Folguera, Aixa de la Cruz, Cristina Morales, Miqui Otero, Estefanía González, Manuel Astur, Sergi Bellver, Matías Candeira, Victor Balcells... Me dejo algunos. Estamos en un gran momento, se escriben buenos libros, lo que falta es que alguien se dé cuenta.

- ¿Qué es lo que aporta de nuevo a un ámbito tan saturado como el literario?

- Mis tronquitos de deforestación.

- ¿Qué es lo más raro que ha tenido que hacer como escritor para sobrevivir?

- Comprar cocaína. Fue hace la tira de años. Me dijeron que un editor que a mí me gustaba mucho siempre gorroneaba cocaína en las fiestas literarias. Yo quería conocerlo, sabía que íbamos a coincidir en la fiesta de una editorial, pero me daba mucha vergüenza acercarme y hablarle de mi genialidad, así, en frío. Yo no había publicado nada todavía, así que compré cocaína. En la fiesta vi al editor. Estuve observándolo, a ver si le pedía a alguien que lo llevase al baño, como hacen los que toman cocaína. Yo me tocaba la nariz disimuladamente cuando pasaba por su lado. Transcurrían las horas. Descubrí que me daba más vergüenza acercarme a ofrecerle drogas que soltarle el rollo con mis novelas. ¿Y si me habían mentido? Se fue sin que cruzásemos una palabra. Mucho tiempo después, cuando yo ya era autor publicado, coincidí con él y le conté esta historia. No le hizo gracia. Me dijo muy serio que él nunca ha tomado cocaína en toda su vida. Quiso saber quién iba diciendo que él tomaba cocaína y yo le dije que no me acordaba, pero es mentira. Me acuerdo muy bien. Hay delitos que no prescriben nunca, y uno de ellos es acusar a un editor de farlopero. Así que, por el bien del que me dio el falso chivatazo, guardaré el secreto

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