El jazzista Jorge Pardo
El jazzista Jorge Pardo
MÜSICA

Jorge Pardo: «Todos llevamos un sonido dentro»

El Festival de Arte Sacro de Madrid tiene entre sus apuestas más ambiciosas una relectura de «A Love Supreme», la obra maestra de John Coltrane, a cargo de Jorge Pardo

Madrid Actualizado: Guardar
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El Festival de Arte Sacro de Madrid se ha dado este año un buen lavado de cara con una programación que traza recorridos de espiritualidad originales y atípicos. Una de las propuestas más ambiciosas y atrevidas en este sentido es, sin duda, la relectura de la «suite» «A Love Supreme», de John Coltrane, un hito en la historia del jazz y también un alegato espiritual que trasciende los confines del género, capaz de deslumbrar a músicos tan dispares como Ravi Shankar, Carlos Santana y Bono. El encargado de dar nueva vida a la obra maestra de Coltrane es Jorge Pardo, uno de los más destacados jazzistas de la escena española y colaborador de leyendas del flamenco como Paco de Lucía o Camarón.

En esta ocasión, Pardo ha querido juntar su cuarteto con tres músicos «gnawa», descendientes de los esclavos islamizados del Magreb, que cultivan una música hipnótica y terapéutica, cuyas funciones son tanto religiosas como de diversión.

¿Qué representa para usted «A Love Supreme»?

Ha sido un disco de referencia desde mi juventud. Es un disco que es jazz, pero también flamenco y música africana. Aunque lo más representativo que tiene, desde su humildad y grandeza, es esa dimensión espiritual y trascendente. Es una música que va más allá de la música, que te pone en contacto con el porqué de las cosas, con el sentido de la existencia.

¿Qué busca con su propia versión de «A Love Supreme»?

No quiero hacer de Coltrane por un día, no quiero parafrasearlo. Sería anecdótico. Quiero ir más adentro; busco las claves de aquel disco. Una de ellas es la polirritmia, un elemento intrínseco al mundo africano que se ha exportado a una bulería, a un ritmo de jazz, a toda la música que tiene algo de «swing». Más que en la estética y en la interpretación de Coltrane, miro en las fuentes en las que él bebió, en las que se inspiró para hacer esto.

«No quiero hacer de Coltrane por un día. No quiero parafrasearlo. Sería anecdótico. Busco las claves de aquel disco»

¿Su «World Love Supreme» es, pues, un viaje a los orígenes?

Es una vuelta a aquello desde donde todos venimos. Si lo miras bien, vamos bebiendo de lo mismo, estamos dándole vueltas a lo mismo. Personalmente, trato de huir de la arrogancia de los hombres modernos que creen saber más que los de antes. En realidad, sabemos de otra manera. Si logramos entenderlo, podemos estar en el pasado, en el presente y tener un ojo en el futuro.

¿Cómo surgió la decisión de juntar su cuarteto de jazz con músicos «gnawa»?

Said Oughassal ha vivido unos cuantos años en Madrid y con él hicimos muchas sesiones de música «gnawa». Cuando acepté el desafío de reinterpretar «A Love Supreme» vi que podía ir más en profundidad con la ayuda de estos músicos. A partir de ahí todo empezó a fluir y se fraguó de manera natural.

En Coltrane, hay una idea de música como rito colectivo. ¿Se reconoce en ello?

Totalmente. También la herencia del flamenco que viví de la mano de Paco de Lucía y Camarón me predispuso a entender la música de forma ritual. Subir a un escenario no es salir a que te aplaudan o a que suene simplemente bonito. Debes comprometerte a tener una dirección clara y profunda que deje huella en el corazón de las personas. Da lo mismo que sea «A Love Supreme», una seguiriya o un bolero: las notas deben sumergirte en un trance y ese trance debes comunicarlo a la gente. Esto es, para mí, el sentido de la música.

«La herencia del flamenco que viví de la mano de Paco de Lucía y Camarón me predispuso a entender la música de forma ritual»

Coltrane buscó a lo largo de su vida dar forma a un sonido interior. ¿El sonido está dentro o fuera del músico?

Es una mezcla. Te miras en el espejo de otros músicos para aprender, para redondear y para moldear tu sonido. Pero, sin duda, el sonido lo lleva uno dentro casi desde que nace, como el color de los ojos o la forma de las manos. Tu sonido está ahí dentro. Lo que pasa es que muchas veces las formas sociales te empujan a cambiar tu sonido, a moldearlo de acuerdo a un sonido que es aceptado por la sociedad musical.

¿Ha encontrado Jorge Pardo su sonido interior?

He ido aprendiendo a reconocerlo y ha sido, en buena medida, a base de desaprender: lo que viene de fuera está muy bien, pero debes escuchar lo de dentro. El problema es que al principio lo de dentro no lo reconoces y, al no reconocerlo, lo pasas por alto o lo desprecias.

Sus instrumentos, el saxofón y la flauta, no pertenecen a la tradición flamenca. ¿Se ha sentido alguna vez rechazado por esta tradición?

Mi familia musical, los grandes iconos del flamenco con los que trabajé, me aceptaron enseguida. Sentían que mi voz compartía la espiritualidad y la pureza del flamenco. Pero es cierto que otra parte del flamenco, más académica y formal, me ha visto como un cuerpo extraño.

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