China Miéville a través de la ventana de un pub londinense
China Miéville a través de la ventana de un pub londinense - CHRIS STEIN
ENTREVISTA

China Miéville: «El escritor no forma parte de las fuerzas del bien»

El escritor británico rompe con el modelo de Tolkien y bebe en las fuentes de Lovecraft y Philip K. Dick para su fantasía políticamente incorrecta

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La cita es en un pub del noroeste de Londres, no lejos del barrio obrero de Willesden donde China Miéville (1972) nació y se crio. Su aspecto de hooligan con cráneo rasurado y tatuajes lleva a engaño. Miéville exhibe una delicada amabilidad exenta de ego a pesar de ser uno de los escritores de literatura fantástica más impactantes de la última hornada. De ideario marxista, la denuncia de las desigualdades sociales es permanente en sus escritos. Su última novela, Los últimos días de Nueva París (Nova, Ediciones B) describe una ciudad tomada por los nazis donde la resistencia se las tiene que ver también con invasores del inframundo y manifs, quimeras realizadas por artistas surrealistas que han cobrado vida.

Un fantasy radical que poco tiene que ver con la Tierra Medio o con Narnia.

Muchos críticos consideran la literatura fantástica como escapismo. ¿Puede ser beligerante con la realidad para tratar de mejorar las cosas?

Cualquier tipo de ficción, ya sea de género negro, fantástico o de terror, supone una forma de escapar de la realidad, a la que, por supuesto, puede enjuiciar. Pero hay que ser cuidadoso con la idea sentimental de que la ficción se enfrenta a los problemas reales del mundo. El escritor no forma parte de las fuerzas del bien.

Salvando las distancias, ¿ha cambiado mucho la sociedad británica desde los tiempos de Charles Dickens?

Obviamente todas las sociedades se han desarrollado, aunque en el caso de la británica las diferencias entre clases no solo permanecen, sino que han ido a peor en los últimos cincuenta años. No hablo en términos de lo que la gente posee, sino de lo que la gente puede controlar. Ahí la desigualdad es terrible.

Como activista político [es miembro de del British Socialist Workers Party] debo preguntarle por dos «sucesos»: el Brexit y la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.

Soy una persona de izquierdas, socialista, simpatizo con el líder laborista Jeremy Corbyn. La posición tóxica de los conservadores de Theresa May me llena de pesimismo, siento que estoy en la peor situación política de toda mi vida. El Brexit, Trump… estamos inmersos en los primeros días de una catástrofe.

Un París donde luchan nazis, partisanos, cadáveres exquisitos y demonios es su última creación

«Populismo» fue la palabra del año en España en 2016. ¿Qué opina del fenómeno?

Hay una teoría que asegura que Trump, Podemos, Syriza o el Brexit son diferentes manifestaciones del populismo, aunque son cosas completamente distintas. Es cierto que todas se alimentan del cabreo de la gente, pero creo que la reacción de los estadounidenses fue desastrosa y que el único populismo formal es el del nuevo mandatario de Estados Unidos.

Un Londres caótico había sido el escenario de sus novelas. ¿Por qué el traslado a París?

Los últimos días de Nueva París es un libro inusual para mí. La primera idea fue crear una historia para un videojuego cuyo decorado fuera un París ocupado por los nazis donde hay bestias del inconsciente colectivo.

En «Nueva París» se ve la huella de «El hombre en el castillo», la ucronía de Philip K. Dick.

Es cierto, aunque en mi novela los elementos fantásticos están mucho más exagerados con la aparición de criaturas sobrenaturales.

También hay rasgos de Lovecraft («La sombra fuera del tiempo») y de Michael Moorcock («Elric de Melniboné»).

Seguro. Moorcock y Lovecraft son dos de mis fuentes literarias. Es una idea interesante vincular la raza de alienígenas que aparece en La sombra fuera del tiempo con los monstruos de Nueva París, unos seres que habitaban en mi mente desde hace tiempo.

En su libro el surrealismo se convierte en elemento fantástico. Los cadáveres exquisitos cobran vida. ¿Es sólo un ingrediente narrativo o es que le gusta el arte?

Me apasiona el movimiento surrealista desde la adolescencia. Me seduce la idea de la metamorfosis y las historias que surgen de sueños extraños.

¿Cree que el éxito de la literatura fantástica depende de la suspensión de la incredulidad?

Bueno, ese modelo triunfó en la mayoría de los autores del siglo XX, que crearon maravillosos mundos secundarios que nos parecían creíbles, pero no creo que haya que generalizar, hay muchas formas de hacer el trabajo.

«Ser optimista es un duro trabajo. Los sueños con que despertamos se topan con la realidad»

El hombre crea monstruos maléficos. ¿También pueden ser bondadosos como algunos que aparecen en su obra?

Un ser fantástico no tiene por qué ser necesariamente un enemigo, ni un amigo. Depende de las circunstancias. Unas veces te ayuda, otras lo controlas… y en ocasiones puede tener un comportamiento inesperado.

Usted prefiere el surrealismo de Mervyn Peake a la mitología de Tolkien. ¿Considera reaccionario a este último?

Me preguntan mucho por Tolkien porque su estilo es contrapuesto al mío, pero no es mi principal adversario [sonríe]. Llamarlo reaccionario es simplificar el asunto. Valoro los elementos épicos de El Señor de los Anillos, aunque la historia que cuenta no me interesa nada. No soy un escritor anti-Tolkien y respeto la tradición que él representa.

«Nueva París» tiene también elementos de la cultura pop. ¿Qué le parecería trasladar su obra al cine o al cómic?

Aunque me gustan las películas y los cómics no escribo pensando en adaptar mis libros. A veces ocurre, no de forma premeditada. Por ejemplo, se rueda una serie de televisión sobre mi novela La ciudad y la ciudad.

Suele retratar mundos deprimidos, sucios, miserables… ¿Hay esperanza?

No hay que perderla, aunque ser optimista es un duro trabajo en estos días. Los sueños con los que despertamos se topan con la realidad y la desafección con lo que está ocurriendo en el mundo es muy fuerte.

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