Más que alegrías, Winnie llevó desesperación a su creador
Más que alegrías, Winnie llevó desesperación a su creador - ABC

La verdadera historia de odio y tristeza tras Winnie the Pooh

Han pasado 60 años desde que A.A. Milne, el creador de esta serie, falleció. Al final de su vida declaró que sentía verdadera aversión hacia aquel oso, pues había hecho que sus obras «serias» cayesen en el olvido

Madrid Actualizado: Guardar
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Puede parecer un adorable osito naranja a primera vista, pero Winnie the Pooh -recordado con cariño por pequeños y adultos- fue un auténtico quebradero de cabeza para su creador, A, A, Milne. Y no, no porque no le diera dinero (de hecho, le hizo rico) o fama, sino porque los libros infantiles que publicó sobre este animal fueron tan conocidos que hicieron que el resto de su obra cayera en el olvido y que el mundo le conociera como el «hombre que dio vida a un personaje para niños». Algo que odiaba y que le provocó una severa tristeza durante la última parte de su vida.

Milne vino al mundo allá por 1882. Desde pequeño le encantó escribir por lo que, cuando llegó a su vida adulta, comenzó a dar rienda suelta a su imaginación.

Al final su currículum se hizo soberanamente extenso al incluir siete novelas, cinco libros de no ficción, 34 obras de teatro y decenas de artículos periodísticos publicados en revistas de renombre. Al menos, así lo afirma la versión digital del diario « BBC Mundo». «Demostré que podía ganarme la vida escribiendo. Algún día llegaría a ser el editor de [la revista] Punch. Me sentía el hombre más feliz en Londres», señalaba en su biografía.

Sin embargo, aquello no le granjeó una gran fortuna, por lo que Milne tomó la decisión de escribir 4 libros para niños. Unos textos que no sumaban más allá de la extensión de una novela corta y que, para su suerte o para su desgracia, le catapultaron a la fama y le hicieron ganar miles de dólares. Todo ventajas... O es creía nuestro protagonista hasta que se percató de que, gracias a Winnie (el protagonista de aquellos libros), su obra adulta y de gran calidad literaria había quedado olvidada. El animalito tampoco ayudó a que sus libros posteriores de temática no infantil se vendieran, pues nadie se los tomó en serio.

Hastiado, en los años posteriores Milne empezó a odiar a Winnie. Le llamaba «ese viejo oso tonto» y lamentaba el momento en que se le ocurrió darle vida. En un intento por recuperar su público, trató de volver a escribir para la revista Punch, en la que ya había colaborado, pero no le aceptaron. Desesperado, se refugió en la figura de Winnie para conseguir dinero. Actuó ante teatros llenos de niños leyendo pasajes de sus obras. Cantaba las canciones creadas posteriormente para el personaje... todo aquello fue medrando en él.

Por otro lado, Winnie tampoco ayudó a su familia, pues su hijo Christofer (para quien su padre había ideado los libros) tuvo que aguantar durante años que se riesen de él en el colegio debido a que su nombre aparecía en los textos de su padre. En 1930 el pequeño fue llevado a un internado. Ese fue el momento en el que creció el odio que sentía hacia el oso. Sus «amiguitos» no le ayudaban a superarlo. De hecho, preferían burlarse de él poniendo un disco de música de las canciones de Winnie the Pooh una y otra vez. Así, hasta que el pequeño lo hizo trizas.

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