«No es normal que marque dos goles en un partido, creo que es la primera vez»... Jordi Alba, el artillero inesperado en el 3-0 de España sobre Nigeria, ha interiorizado tanto su rol de lateral izquierdo que no recuerda que hace apenas tres años todavía era un interior e incluso un extremo zurdo con olfato goleador hasta que Unai Emery le convenció en el Valencia que triunfaría si retrasaba su posición. Y sus tiempos de delantero habilidoso en el fútbol base del Barça, cuando su lento desarrollo muscular le obligaba a tirar de talento ante rivales más físicos, ya deben estar borrados totalmente de su memoria, pues entonces no era extraño que lograra dos goles o más por partido.
Xavi Llorens, el entrenador actual del Barça femenino que acaba de conquistar Liga y Copa de la Reina, ha tenido a sus órdenes en los distintos equipos de la cantera a la mayoría de los jugadores del equipo azulgrana que hoy brillan en la selección, entre ellos a un Jordi Alba en el Infantil B 2001-02 a quien recuerda como «el más chiquitín». Y la descripción futbolística que hace de aquel niño enclenque ayuda a comprender la tranquilidad que tuvo para driblar al portero africano en el último gol o para rematar con la pierna mala, la derecha, en el primero: «Nosotros jugábamos con un 3-4-3 entonces, como todos los equipos de la base, y Jordi era nuestro delantero centro o mediapunta. Era muy hábil conduciendo la pelota, tenía muy buena finalización y también podía jugar de extremo por las dos bandas. Era muy competitivo, el único problema era que no crecía».
Y no fue un problema menor. Los exigentes criterios de La Masia hicieron que los técnicos tomaran la difícil decisión de darle la baja en 2005. Con 16 años, siete de ellos como azulgrana, daba un supuesto paso atrás para jugar en el Cornellà. Pero aquello coincidió con el esperado estirón físico. No es que creciera mucho, sigue siendo bajito, pero pasó de ser un palillo a adquirir una potencia muscular imprevista. Y como la calidad nunca la había perdido, se convirtió en una bala, un futbolista eléctrico con velocidad, técnica y gol.
El Valencia adivinó su proyección y lo fichó para el juvenil. Y tras un año de cesión en el Nàstic de Tarragona y otro en el filial del equipo levantino, apareció Emery para descubrir en él al lateral de la selección. El Barça no dudó en rectificar y en 2012 pagó 14 millones para recuperarle. Los que criticaron el gasto ya deben estar arrepentidos: tras su gol en la final de la Eurocopa contra Italia y los dos frente a Nigeria en la Copa Confederaciones, Jordi Alba vale mucho más.
Lleva cuatro goles en 20 partidos como internacional y en su primera campaña en el Barça ha logrado cinco. Es un lateral zurdo con alma de delantero, el mejor recambio posible para un lateral zurdo como Joan Capdevila, campeón como titular de la Eurocopa 2008 y del Mundial 2010, un jugador tan valorado por Vicente del Bosque que dijo de él que nunca estarían lo suficientemente agradecidos a Capdevila por lo que ha hecho por la selección. El de Tàrrega también logró cuatro goles con ‘La Roja’, dos de ellos muy importantes en las clasificaciones para la Eurocopa 2008 (3-0 a Suecia) y el Mundial 2010 (4-0 a Armenia) porque abrieron ambas victorias, además de otros dos decisivos en amistosos ante Francia (1-0) y Perú (2-1). Capdevila los marcó en 60 encuentros. Alba, especialista en fases finales por sus tres dianas (el otro lo marcó en el 4-0 ante Bielorrusia en la clasificación para el Mundial 2014), ya le ha igualado y le superará. Solo en la etapa de Del Bosque, Alba está a sola una diana de Piqué y dos de Ramos.
