Erupción del Etna (Sicilia) en 2004
Erupción del Etna (Sicilia) en 2004 - ABC

Producimos CO2 a un ritmo mayor que los volcanes

Científicos españoles demuestran que este gas invernadero ha regulado el clima desde el Mioceno

El impacto más grande en España podría ser la disminución de las precipitaciones

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El CO2 que generamos proviene de la quema de carbono orgánico, lo mismo que ocurre en los volcanes. En nuestro caso ese carbono proviene de los combustibles fósiles. “Sin embargo, nosotros lo generamos a un ritmo mayor. Es muy difícil encontrar un periodo geológico donde la producción de CO2 haya sido tan rápida como ahora”, resalta Heather M. Stoll, profesora del departamento de Geología de la Universidad de Oviedo. Para hacernos una idea, cada litro de gasolina genera 2,3 kilos de CO2, y si es gasóleo, se emiten a la atmósfera 2,6 kilos de este gas de efecto invernadero.

Stoll ha liderado una investigación que demuestra cómo los gases de efecto invernadero han regulado el clima a la largo de la historia de nuestro planeta.

Sus conclusiones se publican en la revista Nature Comunications. "Hace quince millones de años, el CO2 elevado mantenía unas temperaturas entre 7 y 9 grados más elevadas que en la actualidad, de la misma forma que cabe esperar que ocurra en el futuro con los aumentos actuales de este gas. Después se produjo un enfriamiento progresivo hasta nuestros días con ligeras oscilaciones. Esta tendencia al enfriamiento se ha roto por efecto del llamado CO2 antropogénico, es decir, el generado por la actividad humana”, señala. Hace quince millones de años la elevada concentración en la atmósfera de este gas de efecto invernadero podía responder a que los volcanes estaban emitiendo más CO2 o a una menor absorción por parte de los océanos”, apunta Heather Stoll a ABC.

Escasez de datos

Durante más de una década se han ido acumulando pruebas de cómo el planeta se fue enfriando a lo largo de los últimos quince millones de años. Sin embargo, la causa de este enfriamiento ha sido difícil de determinar debido a la escasez de datos sobre la evolución del CO2 en un periodo de tiempo tan largo. Y el estudio de la Universidad de Oviedo aporta pruebas de la existencia de un descenso en los niveles de dióxido de carbono en esa misma época, que explicaría la reducción de las temperaturas.

“No sabemos a qué se debió ese descenso de CO2. Pero si el carbono desapareció de la atmósfera, debió almacenarse en otro sitio, como los sedimentos marinos, la acumulación de calizas o en forma de combustible fósiles. Una hipótesis menos probable es que la reducción del gas invernadero se debiera a una menor emisión por parte de los volcanes”, explica.

Hasta ahora la disminución de la temperatura no se había identificado con cambios en los niveles de CO2. De hecho, la comunidad científica se dividía entre quienes sostenían que el CO2 no regulaba el clima y quienes aseguraban que la temperatura era muy sensible al dióxido de carbono.

Cocolitofóridos
Cocolitofóridos - Universidad Oviedo

Los investigadores españoles han llegado a conclusiones que apoyan esta última hipótesis tras estudiar los cocolitofóridos, unas conchas fósiles de algas unicelulares microscópicas que se acumulan en el fondo del mar. Además de ser una pieza clave en el ciclo de intercambio de carbono entre la atmósfera y los óceanos, “las conchas representan una herramienta muy valiosa porque permiten evaluar cómo estos organismos, en la base de la cadena trófica, han respondido en el pasado a los cambios del clima”, apunta.

Efectos en el clima

Las algas calcificantes no son tan vulnerables al aumento de CO2 porque lo necesitan para hacer la fotosíntesis, además de para formar su concha. Y para estos organismo incluso pudo ser beneficioso disponer de mayor cantidad de este gas. Sin embargo, para animales como los moluscos y los corales, el aumento de dióxido de carbono supone un riesgo. El futuro de los arrecifes está amenazado en las próximas décadas de este siglo, apunta Stoll.

Respecto al efecto del incremento de CO2 en la atmósfera, Heather Stoll advierte que “el clima va cambiar mucho. De momento estamos limitando nuestra mirada a este siglo, pero los cambios irán bastante más allá. El impacto más grande en España podría ser el cambio en la cantidad de lluvia, que se prevé que tenga una reducción en el sur del 30%. Y si ya están en el límite y con peleas en la distribución de agua, con un tercio menos será difícil la adaptación. Esto tendrá un impacto más agresivo que la subida de temperatura”, augura.

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