Las monjas felices que tenían el secreto de la longevidad

Un famoso estudio norteamericano reveló cómo las religiosas alegres vivían más años que sus compañeras más pesimistas a pesar de llevar las mismas rutinas y alimentación

David Snowdon, investigador del estudio, con una de las monjas, ya fallecida, en 2008, durante su 101 cumpleaños School Sisters of Notre Dame, Mankato, Minn

Pedro Gargantilla

Si introducimos la palabra “depression” en el motor de búsqueda de Pubmed obtenemos la escalofriante cifra de 386.733 resultados, mientras que si introducimos “happiness” el guarismo disminuye hasta los 7.653. ¿Esto significa, necesariamente, que los científicos están más interesados en la depresión que en la felicidad?

Las estadísticas nos demuestran que, geográficamente, y en principio de forma inexplicable, hay zonas con mayor longevidad que otras muy próximas. Así por ejemplo, Nevada y Utah son dos estados vecinos norteamericanos en los cuales hay una diferencia notable, en cuanto a longevidad se refiere, a favor del segundo. En Utah la esperanza de vida es de 80.2 años -el puesto número diez de Estados Unidos- mientras que en Nevada es de 78.5 años –posición número treinta y seis en el ranking norteamericano-. ¿Se debe esta diferencia al tipo de comida, a la existencia de vehículos más contaminantes, a prácticas de riesgo… o simplemente a que son más felices?

En los últimos años algunos científicos se han interesado por la felicidad y qué es lo que sucede en nuestro cerebro cuando somos dichosos. Gracias a ellos ahora sabemos que en esos momentos nuestras neuronas están inundadas de dos neurotransmisores: la dopamina y la serotonina. La dopamina provoca placer y la serotonina disminuye la agresión y favorece el humor.

Hace ya tiempo un grupo de psicólogos estadounidenses de la Universidad de Carolina del Norte decidieron estudiar los efectos de la enfermedad de Alzheimer en un grupo de monjas –670- de la congregación de la Escuela de las Hermanas de Notre Dame, retiradas en la comunidad de Mankato (Minnesota, Estados Unidos). ¿Por qué eligieron a las monjas? Básicamente por razones metodológicas, ya que las condiciones de vida de estas mujeres son muy constantes y similares entre ellas.

Cuando se dispusieron a comenzar el estudio, al que bautizaron como el “Estudio de monjas” , un nombre muy poco original, descubrieron una carta fechada en 1930 por la madre superiora del centro. En ella demandaba a sus acólitas que escribieran una pequeña autobiografía en donde se explicase los motivos que habían motivado su ingreso en la congregación. Un total de 180 novicias siguieron las ordenanzas de su superiora y dejaron sendos diarios.

Sentimientos escritos en diarios

Los científicos dieron rienda suelta a su curiosidad, abandonaron momentáneamente el estudio inicial y se pusieron a bucear en los breviarios de las monjas. Allí había de todo, como en botica, pesimismo, anhelos, alegría, felicidad, envidia, rabia, ira… Además, y esto es lo verdaderamente llamativo, existían grandes diferencias en cuanto a longevidad se refiere entre las autoras de los diarios.

Los científicos cruzaron estas dos variables, longevidad y felicidad, y realizaron un exhaustivo análisis. Constataron que las monjas que emplearon un mayor número de términos positivos en sus escritos vivieron un promedio de siete años más que aquellas monjas que habían sido más parcas en esta terminología. Concretamente, el 90% del grupo de “monjas alegres” vivió hasta los 85 año s, un porcentaje que se redujo hasta el 34% en el grupo “menos optimista”.

De esta forma, los investigadores concluyeron que la felicidad tiene un efecto positivo sobre la salud y la longevidad . Este estudio es verdaderamente relevante, ya que todas las monjas vivieron en el mismo ambiente, disfrutaron de la misma alimentación, actividad, rutina… es decir, factores que sabemos que están asociados directamente con la salud y la longevidad.

Cuando hablamos de felicidad siempre me viene a la mente una de las frases de Groucho Marx (1890-1977): “Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…”.

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.

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