ESPAÑA

Mas abre por primera vez la puerta a un adelanto electoral si no hay referéndum

El presidente de la Generalitat solo se compromete a celebrar el referéndum siempre que se haga con plenas garantías democráticas

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Días después de la Diada más multitudinaria de la historia, Artur Mas reiteró ayer su «compromiso muy firme» con la consulta por la independencia. En el discurso que abrió los tres días de debate de política general de Cataluña, Mas aseguró que «convocará» el referéndum, como dice siempre, y se mostró además dispuesto a «organizar» y «celebrar» la votación, dos verbos que hasta la fecha no utilizaba. El presidente catalán hizo equilibrios en su ambigüedad, acentuada en las últimas semanas, pero esta vez dejó abierta la puerta al adelanto electoral si el Tribunal Constitucional, como todo hace prever, prohíbe el referéndum. Una disposición que agradará al socio pequeño, Unió Democrática, y desgradará al grande, Esquerra Republicana.

La alocución del dirigente nacionalista, que se centró sobre todo en tratar de enviar un mensaje a la ciudadanía de que su gobierno no solo tiene la carpeta soberanista encima de la mesa de trabajo, puso el acento en que la consulta se tiene que hacer «bien» y debe tener «plenas garantías democráticas», es decir que el resultado pueda ser leído con nitidez y aceptado democráticamente por todo el mundo, según precisó Mas. Algo que solo puede ocurrir si la votación es legal y pactada con el Gobierno central.

Pero si no puede ser así porque la corte de garantías constitucionales lo impide, vino a decir que habrá que plegar velas. Aunque en sus últimas apariciones evitaba hablar del plan B, en su discurso dejó caer que si no puede sacar adelante una consulta con plenas garantías y sin vetos tendrá que adelantar las elecciones. «Si se puede -dijo- me gustaría agotar la legislatura hasta finales de 2016». Pero si no hay votación el 9 de noviembre, señaló que ya no estará en sus manos agotar su mandato, lo que es tanto como reconocer que si la votación no se produce, Esquerra tendrá la llave de la gobernabilidad.

La clave después del 9 de noviembre, por tanto, estará en las prisas que tenga Esquerra, que ayer descartó el anticipo electoral y mantiene su apuesta por la consulta diga lo que diga el Constitucional. Si los independentistas se sienten fuertes, apretarán para el adelanto al primer trimestre del año, aunque a la formación republicana también le interesa incrementar su poder local en las municipales de mayo de 2015, ya que acaricia el ayuntamiento de Barcelona por primera vez en 35 años de democracia, y a partir de ahí prepar su conquista del Palau de la Generalitat.

Prácticamente todos los partidos del arco parlamentario catalán dieron por hecho que Mas pronunció ayer su último discurso en un debate de política general en el Parlament, justo cuando se cumple el ecuador de su segunda legislatura -la primera duró solo dos años-. Lo que está por ver es qué pasará con el no a la consulta, aunque Mas y CiU se muestran cada vez más partidarios de acatar la suspensión.

El presidente de la Generalitat abrió así la puerta a las elecciones anticipadas aunque no está dispuesto a tirar la toalla con el referéndum, al menos de momento. Por ello, a cuatro días de que el Parlamento catalán apruebe la ley de consultas y a una semana de que se firme el decreto de convocatoria, el presidente de la Generalitat trató de mantener la unidad de las fuerzas soberanistas, justo un día después de que Esquerra y Unió escenificaran que en el frente proconsulta hay tres grupos: los que están por desobedecer al Constitucional, los que no y los que no se definen.

El bloque unitario está garantizado a corto plazo, hasta que Mas firme el decreto. Pero en cuanto la corte suspenda la consulta y Mas llame a los soberanistas a consensuar la respuesta al Constitucional, las diferencias serán insalvables.

Días contados

La unidad tiene los días contados, salvo que Mas se saque un conejo de la chistera como en diciembre, cuando sorprendió con una redacción de la pregunta de la consulta que contentó a formaciones tan dispares como CiU, Esquerra, Iniciativa o la CUP. En este caso, ni CUP ni Esquerra están por adelantar las elecciones, y mucho menos por ofrecer los comicios, aunque sean plebiscitarios, como alternativa a la consulta soberanista.

Mas buscó, en cualquier caso, ese punto intermedio entre los postulados de Esquerra y los de Unió, ya que reiteró su «determinación» de cumplir con la hoja de ruta trazada hace dos años, como le piden los independentistas, pero al mismo tiempo dio a entender que no es partidario de celebrar el referéndum si no cuenta con el aval constitucional y por tanto la consulta no puede ser reconocida internacionalmente, tesis que defienden sus compañeros de Unió día sí y día también, lo que les ha enfrentado a Esquerra, poniendo en serio riesgo la unidad soberanista.

Ante las dificultades de sacar adelante la votación del 9 de noviembre, Mas, que no hizo ninguna mención al 'caso Pujol' y que hizo un discurso tiunfalista en lo económico, lanzó una última oferta de diálogo a Mariano Rajoy, a quien propuso negociar los términos del referéndum. Tras 35 años, dio por roto el pacto constitucional y denunció el no continuo de Madrid a todas las demandas de Cataluña, tanto al Estatut, al pacto fiscal como el derecho a decidir.

«Cataluña se ha cansado del Estado español». Cada vez hay más catalanes que han desconectado de este Estado, que ya no lo ven ni sienten como el suyo», remató.