CÁDIZ

La plaza de Sevilla no interesa en Cádiz

La subasta de la parcela para uso terciario en la carretera industrial vuelve a fracasar

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Otro fiasco más. Uno de tantos a los que ya se acostumbran los gaditanos siempre que esté de por medio la transformación de la plaza de Sevilla. Este proyecto que acumula ya años en agendas, cajones, hemerotecas y planos no tiene buena pinta. Ya se sabe que este enclave nunca será el gran centro neurálgico que se prometió en su momento. Su diseño ha ido variando con el paso del tiempo y los cambios de gobiernos. Quizá se deba a que se falló justo ahí, en el origen, en el papel que recogía un plan demasiado ambicioso para una ciudad acostumbrada a que las promesas se rompan antes de cruzar el puente. Y si el puente que debía sustentar la llegada de esa promesa era el de la Constitución de 1812, se pueden entender muchas cosas.

Ha fallado casi todo en torno a la plaza de Sevilla. No se cumplieron los plazos –primero por falta de voluntad política y luego por falta de dinero– y no se midieron las consecuencias de esa dejadez interesada. Hubo un momento, hace más de una década en la que el plan parecía real, tanto que quedó reflejado en el Plan de Ordenación Urbana de la ciudad –en teoría, de obligado cumplimiento–, pero ya no. No hay dinero en el mercado para invertir, por mucho que lo peor de la crisis haya pasado; no existe aún –y cada vez se aleja más– el nuevo acceso a la ciudad que iba a hacer de esta zona una de las más concurridas de la ciudad; y lo peor de todo, da la impresión de que Cádiz no interesa a las empresas. No es sólo que se vayan las que antes estaban, sino que no llegan otras para sustituirlas.

Estas afirmaciones no son gratuitas, sino que se sustentan en los propios datos de cumplimiento del Plan General. La regeneración económica, industrial, empresarial de Cádiz, no se está produciendo. Los miles de empleos que se debían crear en torno a los nuevos centros de negocios, a esos escaparates industriales que debían convertir a Cádiz en el verdadero punto de encuentro y de toma de decisiones a nivel empresarial en la Bahía de Cádiz gracias a la remodelación del recinto exterior de la Zona Franca y de la construcción de los nuevos edificios dedicados al sector empresarial y al ocio en la carretera de Astilleros, no aparecen por ningún lado.

Nuevo intento

El último episodio en este historia de fracaso lo acaba de vivir en sus carnes (o en sus arcas) una de las administraciones que más tiene que decir en el plan de reurbanización del entorno de la plaza de Sevilla: el ente público de infraestructuras ferroviarias, Adif. La compañía estatal lanzó hace unos meses una nueva intentona para conseguir vender la gran parcela de su propiedad que debe convertirse en el gran motor de desarrollo de la nueva avenida que sustituirá a la actual carretera industrial. Este proceso llega después de haber fracasado una primera subasta (en la que sí se vendió la parcela de menor tamaño donde se levantará una gasolinera) y haber obtenido idéntico resultado en la venta directa que se intentó posteriormente.

El terreno, que cuenta con una superficie de 3.348 metros cuadrados y una edificabilidad máxima de 23.804 metros cuadrados, que se distribuyen en 2.363 metros cuadrados como planta baja comercial y 21.441 metros cuadrados repartidos en un total de siete plantas destinadas a oficinas, se sacó a subasta con un precio inicial de 9.231.000 euros. Este precio es muy inferior al de la primera subasta de la misma parcela, que ascendía a 10.860.000 euros.

Pero el paso de los peores años de la crisis, la estabilización del mercado inmobiliario y la rebaja en el precio de más de un millón y medio de euros no han sido suficientes para encontrar a un sólo comprador interesado en hacerse con el suelo y encargarse de la posterior explotación del mismo. Quizá la introducción en el proyecto de edificios de viviendas lo haría más atractivo, pero hace ya años que esta opción, por la que apostaba el Ayuntamiento de Cádiz, quedó paralizada por la negativa tajante de la Junta de Andalucía.

Así las cosas, el proyecto de reurbanización de la plaza de Sevilla, y más concretamente del tramo de la carretera industrial, se sigue aplazando sin fecha. La falta de interés por invertir en la zona no se detecta sólo con los problemas para ‘colocar’ los terrenos de Adif, sino que también es patente en la imposibilidad del Ayuntamiento de Cádiz de encontrar un socio inversor para la construcción del aparcamiento subterráneo que debe discurrir entre la Casa del Mar y la entrada de la factoría de Navantia, justo por debajo de la carretera de Astilleros. Después de años buscando un socio inversor especializado en el sector de los aparcamientos fue Zona Franca quien anunció que salía al rescate del proyecto asociándose con el Consistorio gaditano, pero también estas intenciones se fueron al garete. Ahora Emasa negocia con una entidad financiera la concesión del préstamo necesario para afrontar la obra en solitario.

Lo único que estaba en el buen camino era la construcción de la nueva estación intermodal de autobuses, en este caso a cargo de la Consejería de Fomento y Vivienda de la Junta. No obstante, la construcción de la misma, que ya cuenta con consignación presupuestaria e incluso fue adjudicada hace meses a la empresa Dragados –la misma que por cierto ha parado los trabajos de construcción del segundo puente–, debía haber comenzado en el mes de julio, cosa que no ha sucedido. Y esto ha hecho saltar las primeras alarmas.

Está previsto que Adif comience en septiembre a ejecutar las obras de retranqueo de la valla que separa la carretera industrial de las parcelas aledañas a la estación de trenes. Si se lleva a cabo y el Ayuntamiento asumiera la ejecución de la prometida transformación de la vía en una gran avenida de cuatro carriles, más transitable para vehículos y peatones, más iluminada y más permeable, el resultado quedaría a medias. O no siquiera eso, porque poco atractiva resultaría una avenida sin equipamientos a su alrededor ni más oferta que la del paso de una a otra zona de la ciudad sin parada posible en el camino.

Nadie quiere hacer más ruido de la cuenta, pero con este panorama ya hay quien pide un replanteamiento de un proyecto que se rige por un convenio cuyo papel ya se ha mojado demasiado.