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Carrera, máster, idioma y soldado

Desde el 2013 han notado un cambio de perfil de las personas que quieren entrar en el ejército aunque siguen teniendo un marcado carácter vocacional Los alumnos del Centro de Formación de Tropa cada vez están más preparados

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Es más sencillo si se simplifica. Resulta más fácil de comprender si se le echa la culpa a la crisis, a la inestabilidad del mercado laboral, a la cantidad de personas altamente cualificadas sin oportunidades de sumar experiencia. No hay que darle más vueltas pues ya se tienen los motivos por los que personas con una o varias carreras, con máster, con idiomas deciden enrolarse en el ejército.

Es evidente que no se puede descartar el factor de la recesión económica, pero no se puede convertir en un nuevo tópico que excuse una realidad, al menos en este caso ya que hay muchos factores y sobre todo porque la mayoría continúa teniendo un marcado carácter vocacional. Todos aseguran que sin ese interés, esas ganas, disposición, sin ese aliciente resulta imposible aguantar el cambio drástico de los hábitos de vida, los horarios ajustados, las órdenes, la falta de libertad, las misiones, los cambios de destinos. «Si no te gusta es impensable que tomes esta opción pues te vas a las primeras de cambios». Es una de las frases más repetidas.

Y aunque lo mejor es que los propios aspirantes a soldados expongan sus motivaciones y circunstancias, hay que señalar que además de la crisis se debe sumar la labor que en los últimos años se ha realizado por parte de Defensa para mostrar las posibilidades de trabajo que ofrecen los ejércitos. El enseñar como se puede desarrollar una profesión del ámbito que sea y el abanico de oportunidades para evolucionar en ella. Ha cambiado la imagen de las personas que ahora ven salidas laborales atractivas en el ejército donde antes había obligatoriedad, riesgo e imposición.

El cambio de mentalidad en España ha influido en esa preparación, pues ahora todo padre y madre quiere que su hijo estudie, que tenga una carrera y luego acuda al marcado laboral. Ha habido una especialización de la mano de obra en España y eso se observa en puestos que antes no atraían tanto. Es el caso del ejército que ve incluso como se ha reducido de forma drástica las personas que entraban para optar posteriormente a Policía Nacional o Guardia Civil. Ahora se quiere desarrollar una carrera militar. Aunque lo que más asombra en cada convocatoria son la cantidad de personas que se apuntan. Cada vez más. En esta última ocasión 40.000 para 2.000 plazas.

«En 2013 ya notamos un cambio de perfil acentuado en las personas que entraban pero ahora ha sido más marcado. Están mucho más preparados lo que hace que las materias tengan que avanzar de otra manera. A nosotros mismos nos obligan a realizar un trabajo más avanzado a la hora de impartir las clases. Las dudas son diferentes y hay planteamientos que se deben desarrollar de otra forma para que sean asimilados», explica el Brigada Emilio Bernal, profesor del Centro de Formación de Tropa de Camposoto (CEFOT), que actualmente tiene a más de 700 alumnos aspirantes a soldados.

«Pero lo que más llama la atención es el alto nivel de información que tienen de las Fuerzas Armadas. La mayoría por no decir todos, tienen una hoja de ruta marcada. Saben lo que tienen qué hacer, el tiempo, los destinos para llegar a optar al puesto que pretenden desarrollar. Eso llama la atención porque demuestra que no entran en busca de un sueldo fijo o estable, sino que lo hacen porque tienen aspiraciones laborales más allá del salario. Antes de entrar se han informado y bien informado de todo», apunta Bernal.

Cada aspirante una historia

Alejandro Mesa es licenciado en Arquitectura, tiene un máster en Innovación de Arquitectura, sabe italiano, inglés y ha dejado un doctorado a medias por dos razones. La primera porque la falta de ayudas le complican el poder realizarlo y la segunda por miedo a que haya años sin convocatorias y sobrepase la edad para entrar. «Es algo que siempre he tenido en la cabeza y no voy a negar que el panorama actual ayuda a que te decantes más por esta salida. Pero si no tienes vocación sería imposible adaptarte a las condiciones de la vida militar». Por ello aconseja que el que tenga esta idea esté convencido de ella. «Yo quiero optar a Oficial y resulta más sencillo desde Tropa, es algo que sí tenía más que claro. Pretendo ingresar en el Cuerpo de Ingenieros Politécnicos».

En la necesidad vocacional está de acuerdo José Alejandro Román, que tiene Magisterio de Educación Física y un Máster de Estudios Hispánicos, ya que su intención era dar clases en el extranjero. Pero antes de irse quiso probar suerte en el ejército. «Siempre me ha atraído porque me gusta la exigencia física y me acostumbro a un estilo de vida estricto sin problemas. También estoy concienciado con la política de esfuerzo que se inculca en el ejército y sé perfectamente lo que tengo que hacer y lo que debo trabajar para aspirar a ser Oficial».

El caso de Carmen Zoyo es distinto. Ella tiene dos hijas, una de seis y otra de dos años. Trabajaba en la administración y lo ha dejado todo por hacerse soldado. «Tengo el grado superior de Administración y Finanzas y trabajaba como dinamizadora local en un centro Guadalinfo. Sin embargo quería entrar desde pequeña en las Fuerzas Armadas y por las circunstancias no pudo ser. Estudié, me quede embarazada y ahora he dado el paso. Lo más difícil es estar lejos de mi familia, pero aspiro a quedarme en la Legión en Almería».

Juan Pedro Mota también quiso entrar en el ejército desde pequeño, pero sus padres le propusieron un trato, que estudiara una carrera y que luego con más posibilidades eligiera. Desarrollando los estudios de Ingeniero de Edificación ya fue a preguntar y en cuanto ha terminado se ha alistado. «Tengo muchos amigos que me preguntan pero tengo claro que si no es lo que realmente quieres o te metes por tener un sueldo fijo resulta complicado aguantar. Yo quiero ser Oficial y tener una Unidad Operativa al mando. Creo que tengo dotes para ello y además he escogido un destino exigente porque me gustan los retos. Pretendo ser paracaidista».

Nuria Pino se independizó muy joven y trabajando consiguió el dinero para estudiar Ingeniería Técnica de Obras Públicas. «Con lo que he estudiado tengo un montón de posibilidades dentro del ejército. Era algo que siempre me ha atraído y sabía que con estudios era más sencillo». Le ha llamado la atención el nivel de preparación de los compañeros pero también insiste en la necesidad de que las Fuerzas Armadas «te atraigan para poder estar en ellas. Si no es así complicado».

Otro que sabe que tiene un amplio abanico de ofertas laborales en el ejército es Antonio José Aguirre al contar con Enfermería. «Mi vocación es ser enfermero y sin duda hay diferentes destinos que me permiten desarrollarlo. Quería sentirme realizado y aquí estoy seguro de que será así porque la exigencia es algo que me motiva y lo físico no me cuesta».