CÁDIZ

Leonor y Sofía, las otras protagonistas

Ambas estuvieron a la altura sin olvidar su condición de niñas y se saltaron en algún momento el protocolo para saludar a su abuela La Princesa de Asturias y la infanta han hecho gala de un comportamiento ejemplar

MADRID. Actualizado: Guardar
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La Princesa de Asturias y la infanta Sofía iban con la lección bien aprendida y procuraron permanecer serias, discretas, atentas y obedientes a las indicaciones de sus padres en todo momento. Pese a tener tan sólo ocho y seis años, las niñas hicieron gala durante toda la proclamación de Felipe VI de un comportamiento ejemplar en el que ha sido su primer acto oficial.

Más allá de la compostura mantenida durante el discurso del Rey en las Cortes, sentada con las piernas rectas y sus pies sin llegar al suelo, las hijas de los Reyes no pudieron ocultar su curiosidad a momento del acto. Y no dejaron de ser niñas. Se veía en su cara el asombro durante el desfile militar o comentando de vez en cuando algún detalle con su madre. También se saltaron en varias ocasiones las indicaciones al saludar a su abuela Doña Sofía que se encontraba en la tribuna junto a su hija Elena. Los detalles, también para ellas, estaban en todas partes.

Los mejores momentos

La infanta Sofía, que lució el mismo vestido que su hermana pero en color azul pastel, hizo gala de un comportamiento inusual para una niña de seis años. Fue responsable e intentó aplicar todo lo que le han enseñado, muy atenta a las instrucciones de su madre, que estuvo pendiente de las niñas en todo momento.

Aunque ambas recibieron muestras de cariño por parte de sus padres, quizá uno de los momentos más emotivos fue en el primer besamanos, cuando Doña Letizia se encargó de presentarles a cada uno de los asistentes. Justo ahí, tanto la Princesa de Asturias como la infanta se han comportado con cordialidad, aunque la heredera se ha mostrado más desenvuelta. Ya en el saludo desde el balcón del Palacio Real, tanto la Princesa como su hermana pudieron relajarse y besar a sus padres y a sus abuelos. Entre las anécdotas que han regalado queda que para poder asomarse al balcón ambas han tenido que subirse a dos pequeñas plataformas. Ya quizá el único misterio que quede es qué se dijeron Doña Leonor y Doña Sofía cuando se quedaron a solas en el coche. Pero eso son secretos de hermanas.