EL RAYO VERDE

CUESTIONES DE FE

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Mientras el socialismo patrio se derrumba y el andaluz se debate entre si acudir al rescate o asegurar posiciones; mientras el PP andaluz parece desfondado, confiado al oráculo silente de La Moncloa; mientras en IU miran de reojo a PabloPodemos, los sevillanos han hecho colas de horas para ver a la Macarena, en besamanos en la Catedral. El mundo no es de extremos, se puede estar en una cosa y en otra, pero la distancia entre la calle y la política a veces se manifiesta en estampas como ésta. Desiertos pasillos en el Parlamento andaluz, ánimos descangallados, sombras huidizas, silencios blindados. Por contra, bullicio familiar, paciencia infinita, horas al sol y hasta a la luna para poder llegar hasta la imagen venerada más allá de la razón y la lógica, pura encarnación de la «inutilidad de las escalas» de que hablaba Juan Ramón.

Un colega dio en una frase curiosa: las dos mujeres que más mandan en Sevilla son la Macarena y Susana Díaz. La primera, dijo su hermano mayor ante la procesión del sábado, «volverá a su templo cuando Ella quiera». Ella, con mayúsculas. La segunda, aunque es devota de su rival, la Esperanza de Triana, también hará el itinerario que le parezca, aunque deba cuidarse de sus cofrades y del estado de conspiranoia que reina en sus filas: la maniobra de Valenciano-Rubalcaba con Madina para forzar el voto de los militantes, en vez de plantearlo en la ejecutiva, para darle protagonismo al joven aspirante vasco; la jugarreta de Oscar López para romper el partido en Castilla y León y asegurarse una 'baronía' postcongreso... «No aprendemos», me dice un cualificado dirigente.

La fe socialista en Susana Díaz, a pesar de ese punto envenenado, parece estar fabricándole un traje a medida aunque parezca una tela de araña. «Sólo Susana puede garantizar un partido unido y fuerte», aseguran. ¿Compatibilizar cargos? Lo que sea. Difícil, pero ella puede, piensan los suyos. Tanta devoción no tiene nada que envidiar a la que se ha visto en torno a la Macarena. Ni tampoco el misterio. ¿Será hoy? O no.