El profesor Periñán, entre reproducciones de restos romanos en la playa de Santa María del Mar. :: FRANCIS JIMÉNEZ
Profesor de Derecho Romano en la Universidad Pablo de Olavide

Bernardo Periñán: «Cádiz va a despegar porque tiene la materia prima. No hay que temer que se abra»

«¿Cómo pueden defenderse la insularidad y el aislamiento? Debemos aspirar a una ciudad en la que la gente se quede» Bernardo Periñán. Profesor de Derecho Romano en la Universidad Pablo de Olavide

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Nada más vigente que un clásico. Basta pensar en esa novela, en aquella canción, en la película de siempre. Resulta pertinente, actual y útil ahora como cuando se descubrió. Aplíquese a una persona y quedará encarnada la idea por Bernardo Periñán Gómez (Cádiz, 1970). Jurista y docente, estudioso y gadita (aunque conoce los riesgos, la cara oscura, del término) reúne como aquel profesor Higgins de 'My fair lady' la erudición y la atracción por lo popular, el apego a la realidad y la fascinación por el conocimiento. Tan es así, que cada una de sus frases parte de su familiaridad con el mundo clásico para conectarlo con lo contemporáneo, incluso con lo venidero, en Cádiz. Parte de lo universal y concluye con lo local. O a en sentido contrario. Pasado y presente unidos en su cabeza y su discurso como si tuvieran unos pasadizos propios de la Gades imperial o unas cuevas de María Moco en el cerebro.

Profesor titular de Derecho Romano en la Universidad Pablo de Olavide y director del Departamento de Derecho Privado en la misma universidad, pasa por ser uno de los mayores especialistas españoles tras formarse como investigador en Padua, Pavía, Harvard, Cambridge y Oxford. Es autor del estudio, publicado por Aranzadi, que desmenuza el proceso que se desarrolló en Roma en el año 56 antes de Cristo contra el Lucio Cornelio, Balbo 'El Mayor'. El insigne gaditano fue acusado de «extranjero» por los que querían frenar su progresión. Fracasaron. Sorteó la cuestión y culminó sus ambiciones, desarrolló su potencial. Es lo que, 21 siglos después, podría hacer Cádiz. El doctor Periñán es uno de los convencidos de que puede. De todos los rasgos tópicos del gaditano, le falta al menos uno: el «derrotismo».

-¿Nacer a diez metros del Teatro Romano y acabar como director del Departamento de Derecho Privado de una universidad es trampa o predestinación?

-Por esa regla de tres medio Cádiz -los muchos que nacimos en San Juan de Dios- tendríamos la misma propensión. El hospital está casi encima y a mí me resulta divertido contarlo para justificar mi interés por el Cádiz romano. En esta ciudad, la densidad histórica es enorme y se podría estudiar casi cualquier acontecimiento de la historia de España desde lo que aquí ocurrió, desde la Antigüedad hasta nuestros días.

-Parece que Cádiz se ha propuesto recuperar su historia fenicia y rentabilizarla como valor turístico con el yacimiento del Cómico ¿Aprovecha su pasado romano? ¿Se lo salta? ¿Cómo puede estar cerrado durante tres años el Teatro Romano del Pópulo?

-Es obvio que no se explota ese pasado romano. Pero también es verdad que lo fenicio es menos común y resulta muy espectacular con un planteamiento museístico adecuado. Creo que el yacimiento del Cómico es un buen ejemplo de cómo hacer bien las cosas, por su calidad y promoción. En cuanto al Teatro Romano, hay que sacarle más partido a ese legado histórico, pero me temo que hemos topado con la desidia de la administración. El Museo Provincial no puede estar cerrado por las tardes, por cierto. Un gran Museo como el de Cádiz es industria y crea riqueza, no es un lujo.

-Igual, en general, sin el matiz específico del pasado romano, tampoco explota su potencial turístico.

-Quizá eso está cambiando en los últimos años con el crecimiento del turismo de cruceros o con los turistas de fin de semana, pero faltan infraestructuras para convertirlo en una gran fuente de riqueza para la ciudad. Hacer Cádiz más visible y más accesible puede pasar por la mejora de las comunicaciones, pero en esta tierra parece imposible algo tan sencillo y tan barato como poner la palabra 'Cádiz' en el nombre del aeropuerto provincial. Esto resulta difícilmente comprensible cuando a un turista lo que le interesa es una oferta global. Parece que tengamos un excesivo respeto los unos por otros, fruto del desconocimiento, y vamos todos en el mismo barco.

-Vive y trabaja en Hispalis ¿Lugar ideal para no perderse Gades sin soportarlo?

-Sevilla está llena de gaditanos, Madrid también. Y dando el callo, que no nos regalan nada. En Sevilla caemos muy bien, mejor que al revés, pero Fernando Villallón tenía razón cuando decía que el mundo se divide en dos: Sevilla y Cádiz. Son dos maneras de ver las cosas. Desde hace unos años se da un fenómeno nuevo: algunos gaditanos quieren ser sevillanos en Semana Santa y algunos sevillanos, gaditanos en Carnaval.

-¿Lo ve envejecido, paralizado, sin actividad ni oportunidades? ¿Hace tiempo que no pasea los días laborables por el centro de Cádiz?

-Cuando era pequeño aprendí la palabra 'derrotismo' en las letras de los coros y a día de hoy no ha cambiado ese sentimiento, al que yo me opongo desde el realismo, no sólo desde la ilusión. La realidad de Cádiz es dura y la conozco bien, pero no es exclusiva de aquí. También hay emprendedores que triunfan en Cádiz. Nos lo tenemos que creer, quitarnos la losa del pesimismo. Al modo de Cicerón habría que preguntarse: ¿a quién no interesa un Cádiz fuerte? Seguramente, hay gente aquí que prefiere instalarse en el victimismo y el costumbrismo como únicos recursos e instancias políticas que temen una provincia unida y potente.

-¿Tiene futuro, incluso presente, una ciudad con tan escasa actividad industrial, con esos niveles de paro y el ritmo de envejecimiento de la población?

-Para mí sí, y creo que lo vamos a ver. Si algo nos enseñaron los romanos es que las infraestructuras son cruciales para el desarrollo. En los próximos años tendremos el nuevo puente, el AVE y liberación del peaje. Para mí esto último es importantísimo porque la provincia vive estrangulada. Ya era hora, llega con 20 años de retraso. Mejoran las comunicaciones en la Bahía. Por fin parece que se desbloquea lo de Las Aletas. Todo en una etapa de recuperación económica, como parece. Cádiz va despegar porque tiene la materia prima. No hay que temer que Cádiz se abra y se renueve, también en cuanto a población. ¿Cómo pueden defenderse la insularidad, el aislamiento? Debemos aspirar es a una ciudad que ofrezca una alta calidad de vida, en la que los que estén se queden y a la que llegue gente nueva. Sin miedo a competir y al cambio. Imagino un casco antiguo casi peatonal, dinámico y con una actividad económica renovada. Muy europeo y con gente joven. Una gran plaza de Sevilla sin el adefesio de la Aduana y un intercambiador de transporte por carretera, marítimo y ferroviario. Hay terreno para industrias, donde siempre las hubo, y es un lujo tener la planta de Delphi cerrada. Eso sí, debemos defender el puerto, los astilleros y la Zona Franca. Si no lo hacemos, el pez grande vendrá y se lo llevará. O nos dejará con lo mínimo, como en el caso de la Audiencia Provincial.

El último optimista. O el primero

-Pasa por un amante del Cádiz ilustrado, viajado, portuario y erudito ¿Volverá? ¿Existió o es una invención que nuestra para salir guapos en los libros de historia contemporánea?

-Existió, es así. Por aquí entra la modernidad en España. Por eso es distinto. Y algo queda, claro. Cádiz es culta y tiene una clase intelectual fuerte a pesar de ser una ciudad pequeña. Tiene magníficas bibliotecas, academias, ateneo y una industria cultural importante con el FIT, el festival Manuel de Falla, Alcances y la programación cultural de verano. En consonancia con la importancia de Cádiz en la historia contemporánea española, deberíamos tener un museo constitucional con el ejemplar de la Constitución de 1812 como pieza central. El espacio está. Es el Oratorio y su anexo.

-Cádiz, ahora, ¿le duele o le alegra?

-A mí me alegra y considero un privilegio ser de aquí y haberme criado en Cádiz. Tengo dos hijos gaditanos y uno sevillano, pero los tres cantan de alegría cuando entran por el puente Carranza y tengo que renovar mi repertorio carnavalesco para responder a sus demandas... Me gusta casi todo de Cádiz. Como decía hace no mucho un famoso chirigotero, el Popo, me gusta hasta el Corpus.

-¿Qué le gusta mostrar, de qué presume cuando trae amigos a Cádiz?

-Lo primero es la luz al entrar por la Bahía. Sólo la he visto aquí y en Lisboa. Yo presumo de todo, según la época que toque: Carnaval, Semana Santa. Pero también del urbanismo gaditano, la importancia histórica de la ciudad, la gastronomía. A la gente de fuera les enamora la amabilidad y la naturalidad de la gente. Presumo hasta de estadio y del Cádiz Club de Fútbol. Me gusta decir que fuimos campeones de Europa el año que quedamos duodécimos, en relación clasificación-presupuesto, claro.

-¿A su condición de experto en historia jurídica del imperio se une su confesa condición de cadista y amante de las tradiciones gaditanas? ¿Gadita supremo? ¿O no le gusta ese apelativo como a muchos? ¿gaditanae, mejor?

-¿Gaditanae en referencia a la gaditana? ¡La más bonita y galana de la nación! En serio, me habría encantado quedarme aquí, pero me he llevado hasta un drago a mi universidad. Sí, soy gadita. Me gustan las comparsas clásicas y los romanceros. Y que se lleven los pasos a hombro. Sin problema.

-Publicó con Aranzadi un completo estudio jurídico sobre el proceso que Balbo El Mayor sufrió como represalia a sus ambiciones ¿Cuestionaban que fuera romano para frenar su ascenso? ¿Trataban de censurarle por extranjero? ¿Acaso pretendía llevar una comparsa al Falla o comprar el Cádiz? ¿Tan escasamente evolucionamos?

-La humanidad, en Occidente, ha evolucionado muchísimo con los derechos humanos y democracia, sin duda, pero sigue siendo inevitable que se acuda al proceso penal como un elemento de la lucha política. Dirijo un proyecto I+D sobre eso. A Balbo le acusan de usurpar la ciudadanía romana porque es la mano derecha de César, quizá también se salvó por eso. También es un advenedizo, muy rico, que no gusta a los romanos de toda la vida. Por cierto, su acusador es también un gaditano, pero anónimo.

-Balbo El Mayor salió bien parado de aquel complot, incluso reforzado ¿Fue el último final feliz que tuvo la historia en intrigas de represalias políticas?

-Tuvo de abogado a Cicerón. La defensa que le monta es muy inteligente y está llena de trucos retóricos. Cicerón tiene que emplearse a fondo porque el asunto no estaba del todo claro. Y es cierto, el resto de su vida es una sucesión de éxitos. También para su familia. Hay que tener presente que en la lucha por el poder habían ganado los suyos. Y no se olvida de Cádiz, que recibe la ciudadanía romana en el mismo siglo I ??(antes de Cristo) y se convierte en una comunidad de ciudadanos romanos en Hispania.

-¿Además de los Balbo, que otros personajes de la época romana de Cádiz le gustaría que recuperasen historiadores, juristas e incluso novelistas?

-Sin duda, a Columela, menos conocido en Cádiz que Balbo a pesar de la calle, quizá porque su obra fundamental trata de agricultura y en Cádiz de eso sabemos poco. Pero fue también filósofo y poeta, además sirvió en el ejército romano y ejerció cargos de gobierno. La novela sobre los Balbo la iba a hacer Fernando Quiñones, a lo mejor eso frena a algunos y hay que entender el enorme respeto que impone su literatura y su figura.

-¿Ha probado el garum recuperado? ¿O le suena a ficción gastronómica?

-El recuperado está bueno, según quien lo haga, pero el de verdad sería un adobo fortísimo que seguramente no me gustaría. Pasa un poco como con el vino romano: lo pruebas pero luego te bebes el de ahora.

-Cierto concepto de ciudadanía nace, y muere durante siglos, en Roma para resurgir hace apenas 300 años ¿Vuelve a retroceder ahora como nunca? ¿Considera justificada la sensación general de pérdida de derechos ante las instituciones o el poder económico?

-En Roma nace el ciudadano moderno que vuelve a aparecer en la Revolución Francesa y en las constituciones de los Estados Unidos y de Cádiz. Pero claro que tiene base esa sensación de pérdida de derechos, empezando por la pérdida de privacidad a la que nos condenan las tecnologías. Personalmente, ésa me parece la más grave de todas porque pone en peligro todas las demás: puede dejar a la persona a merced de quien obtenga esa información y restringir gravemente su libertad. Mantener y preservar el libre albedrío es un gran reto jurídico.

-Ha pasado por las universidades de Padua, Harvard, Cambridge y Oxford antes de recalar en la Pablo de Olavide ¿Cómo se entiende una universidad tan dispersa, geográficamente, como la de Cádiz tras conocer esas instituciones? ¿Es habitual lo de los tres campus? ¿Cree que aún arrastra la gaditana cierto lastre de falta de prestigio, quizás por ser periférica? ¿Podría haber sido otra la Universidad de Cádiz?

-He tenido la suerte de estar en todas esas universidades, realizando estancias de investigación, al tiempo que daba clases en la Pablo de Olavide. La de Cádiz es una gran universidad. Por mi edad y mis circunstancias la vi nacer en Cádiz y disgregarse, pero creo que podría haber tomado el relevo de la industria naval como gran potencia económica de la ciudad. Curiosamente, la descentralización para Cádiz se impulsó desde instancias que no están descentralizadas. Cádiz tiene una personalidad, un tamaño y una configuración urbana que le permite hospedar una universidad entera, integrándola en la ciudad. Ser como Cambridge o Salamanca, ¿por qué no?