El comandante en jefe de la Flota del Mar Negro, Alexander Vitko, en el puerto de Sebastopol. :: VIKTOR DRACHEV / AFP
MUNDO

Ucrania teme perder nuevos territorios en el sur y el este

Ciudades cercanas a la frontera de Crimea denuncian que los movimientos de activistas prorrusos se han intensificado

SIMFERÓPOL. Actualizado: Guardar
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Vladímir Mikolayenko, alcalde de Jersón (a un centenar de kilómetros al noroeste de la frontera con Crimea), declaró ayer que el Partido de las Regiones del depuesto presidente Víctor Yanukóvich se propone, con la ayuda de Rusia, repetir en el sur y este de Ucrania el mismo escenario secesionista recién aplicado en la península anexionada.

Mikolayenko explicó que el método consiste, primero, en sacar a la calle al mayor número de personas posible en demanda de un referéndum para la incorporación a Rusia. Después aparecen los 'paramilitares', se adueñan de los edificios oficiales y obligan a los diputados locales a convocar la consulta y a nombrar otras autoridades.

En esa fase llegan las tropas rusas sin distintivos, como si fueran también «grupos de autodefensa». Tras la celebración del referéndum, cuyo resultado está ya predeterminado, y aprobada una declaración de independencia, Rusia lo reconoce y procede a la anexión, como en Crimea, o a firmar un acuerdo de cooperación militar, como en las provincias georgianas de Abjasia y Osetia del Sur. Los mismos temores fueron expresados por el embajador ucraniano ante la ONU en Ginebra, Yuri Klimenko, quien habló de la «intensificación» de los movimientos de activistas prorrusos en Jersón.

Durante la visita efectuada ayer a Moscú por el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, le transmitió su preocupación «por las violaciones de los derechos de los rusoparlantes» en el este y sur de Ucrania. Pese a que no se han registrado casos de transgresión de los derechos de la ciudadanía ucraniana en las regiones orientales y los sucesos violentos habidos en Járkov y Donetsk no están aún esclarecidos, el Ministerio de Exteriores ruso no para de alertar sobre supuestas agresiones contra prorrusos y ha advertido en varias ocasiones que se reserva el derecho a intervenir en Ucrania si ciudadanos rusos son atacados o el caos se adueña del país.

Otro elemento que indica que Moscú no va a dejar tranquilo a este país son sus constantes consejos sobre la necesidad de que acometa una federalización como única forma de reconciliar los intereses de la población del este y del oeste. Lavrov lo repitió ayer durante su discurso en la Duma (Cámara Baja) previo a la votación para ratificar la anexión de Crimea. Insistió además en que en Ucrania «se produjo un golpe de Estado» y «los ultranacionalistas, antisemitas y otros extremistas actúan con el apoyo del Gobierno».

Los diputados de la Duma ratificaron con un solo voto en contra el acuerdo firmado el martes en el Kremlin por el presidente Vladímir Putin y las autoridades de Crimea y Sebastopol, territorios que pasan a ser ahora los entes número 84 y 85 de la Federación Rusa. Queda ahora que dé el visto bueno el Consejo de la Federación (Senado), que se reúne hoy, y el documento sea firmado por Putin, probablemente hoy también.

Resistencia en cuarteles

Mientras, sobre el terreno, las milicias prorrusas de Crimea se apoderaron de la corbeta ucraniana 'Ternópol', fondeada en la bahía de Sebastopol. El miércoles, esas fuerzas encabezadas por civiles, mujeres incluidas, y con el apoyo de tropas rusas sin distintivos lograron asaltar el cuartel general de la Armada ucraniana en Sebastopol. Después fue detenido su comandante en jefe, el contralmirante Serguéi Gaiduk, acusado de haber dado supuestamente la orden de disparar contra civiles. Moscú tuvo que tomar cartas en el asunto y pedir a las autoridades crimeas que dejaran a Gaiduk marchar a Ucrania. Su liberación tuvo lugar ayer por la mañana, junto con la de otros siete prisioneros. Según la ONU, los ministros de Defensa ruso y ucraniano, Serguéi Shoigú e Ígor Teniuj, hablaron ayer por teléfono para tratar de reducir las tensiones.

En Crimea continúa habiendo cuarteles ucranianos que no han depuesto las armas. Uno de ellos es el de Perevalne, a una veintena de kilómetros al sur de Simferópol. Se trata de una unidad de defensa costera que lleva rodeada por paracaidistas rusos desde el pasado 2 de marzo. Los guardafronteras ucranianos, sin embargo, continuaban ayer replegándose hacia Ucrania.