Los jefes de Estado y de gobierno de la UE conversan al inicio de la cumbre que comenzó ayer en Bruselas. :: FRANCOIS LENOIR / REUTERS
MUNDO

La UE no se atreve por ahora con Putin

Los líderes sancionan a otra docena de dirigentes pero descartan aprobar restricciones a Rusia de índole comercial y energética

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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La Unión Europea amagó pero no dio. Bueno, en realidad sí dio, pero a medias, como de refilón, muy a la europea. La respuesta debía ser equilibrada y finalmente, los jefes de Estado y de gobierno reunidos ayer en Bruselas no se salieron de un guión titulado diplomacia.

Sabedores de que estaban obligados a dar un puñetazo encima de la mesa para advertir a Vladímir Putin que con Crimea ha cruzado todas las líneas rojas, aprobaron una segunda lista con una docena de rusos a quienes se les prohíbe pisar suelo europeo y cuyos bienes quedarán congelados. Sin embargo, evitaron «por ahora» declarar a Moscú una guerra económica, comercial y energética con unas consecuencias para ambos bandos de consecuencias impredecibles.

«Hay que ser inteligente y guardar pólvora por si se produce una nueva escalada de tensión. No podemos gastarla toda ahora. Lo que estaba claro es que hay que tener cierta mano izquierda porque hay que seguir hablando con Moscú. Nosotros no podemos actuar a la rusa», confesaron anoche fuentes diplomáticas, que revelaron que la lista tiene ciertas similitudes con la aprobada esta semana por los Estados Unidos. Entre los 'peces gordos' con muchas papeletas para ser incluidos destaca el viceprimer ministro de Putin, Dmitri Rogozin, e incluso el periodista de la televisión pública Dmitri Kisselev, que llegó a advertir, por ejemplo, de que Moscú es capaz de reducir a «cenizas radioactivas» a EE UU.

La tensión es evidente y el escenario tan complejo como peligroso. «La situación ha sido calificada por todos en la reunión como la más grave que el mundo ha vivido desde la caída del muro de Berlín en 1989», admitió hace unos días en Bruselas el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo. No hay manuales a los que recurrir, así que Europa debe empezar con el siempre temido folio en blanco.

Lo comenzaron a escribir anoche Barroso, Van Rompuy, Merkel, Hollande, Cameron, Renzi, Rajoy... Unos líderes que han elevado el tono como nunca pero que mantienen puesto el freno de mano, como siempre. Al cierre de esta edición, todavía no había terminado la larga sobremesa que siguió a la tradicional cena bruselense que en esta cumbre del Consejo se dedicó a abrir una seria reflexión sobre qué tipo de relaciones quiere tener Europa con Rusia. Económicas, políticas, energéticas, comerciales...

Sin cumbre en Sochi

De momento, en el texto de las conclusiones, acordaron instar a la Comisión Europea a estudiar «en profundidad», de aquí a junio, el modelo energético de la UE para evitar la dependencia que actualmente existe del gas ruso -el 30% del que se consume procede de la federación, y además, la mayoría atraviesa Ucrania-. La decisión no es fácil de adoptar ya que países con tanto peso como Alemania tienen una peligrosa dependencia energética de Moscú.

Pese a todo, Angela Merkel se mostró firme a su llegada a la cumbre: «Vamos a dejar muy claro que estamos preparados para aplicar sanciones económicas si hay más escalada. La anexión de Crimea viola todos los tratados internacionales». En este sentido, su homólogo británico, David Cameron, tachó de «inaceptable» lo ocurrido y aseguró que Europa se mantendrá «firme y unida» en su respuesta. Fuentes diplomáticas desvelaron que Cameron presentó la misma lista de altos cargos sancionables que ha sido aprobada por la Administración Obama, que ayer la incrementó en otras veinte personas.

Otra de las decisiones que se daban por hechas anoche es la suspensión de la cumbre bilateral UE-Rusia que estaba prevista para junio en la ciudad rusa de Sochi. «Dadas las circunstancias actuales no puede tener lugar», aseguró el presidente francés, François Hollande, a su llegada al Consejo. Otra de las grandes citas que también quedará aplazada será la del G-8, que reúne a las potencias más industrializadas del mundo (EE UU, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Canadá, Italia y Rusia). «Mientras no se dé la situación política para un formato tan importante, no habrá más G-8», aseguró la canciller desde Berlín antes de partir rumbo a Bruselas.

En ese difícil juego de equilibrios que está jugando la UE no solo priman los intereses energéticos, donde España quiere aprovechar la ocasión para exigir su conexión con Francia. Está la «baza emocional» y sobre todo, la geostratégica. Porque muchas repúblicas exsoviéticas, pese a ser las más insistentes a la hora de exigir mano dura con Putin, también han transmitido su temor a sufrir sus propios Crimeas en territorio propio. Es decir, que lo sucedido en Ucrania espolee a ciertas minorías rusas de enclaves próximos a la federación.

Uno de los países clave en este tira y afloja es Lituania, cuya presidenta, Dalia Grybauskaite, cuyo país es uno de los Estados miembros más dependientes de las importaciones de gas ruso, se mostró partidaria de aprobar de momento sanciones diplomáticas pero «si todavía se mantiene la amenaza hay que hablar del embargo de armas de manera inmediata». Eso sí, matizó que «no se quiere perjudicar a los rusos sino sancionar a los responsables de esta situación».

Hoy, los jefes de Estado y de gobierno, tienen previsto firmar con el nuevo Gobierno de Ucrania el acuerdo de libre comercio y asociación, que lleva aparejado un paquete de asistencia financiera de hasta 11.000 millones de euros.