Iraníes queman banderas de Israel y EE UU durante un acto en conmemoración de la Revolución Islámica en la plaza Azadi de Teherán. :: EFE
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El grito de muerte a EE UU silencia el cambio de Rohani

El ala más conservadora del régimen llena las calles de las ciudades del país para dar la espalda a la negociación con Washington

TEHERÁN. Actualizado: Guardar
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Zahra Aseman ayuda a los niños a apuntar al centro de la diana. Quien consigue clavar el dardo en medio de la bandera de Estados Unidos se lleva un bolígrafo de regalo. «El problema es que de tanto uso, las puntas de los dardos se han estropeado y ya no se clavan», lamenta esta empleada del ayuntamiento de Teherán desde uno de los múltiples puestos de «atracciones municipales» colocados en la calle Enqelab (revolución) con motivo del 35 aniversario del triunfo revolucionario en Irán. El país entero vivió una jornada de manifestaciones por las calles de las principales ciudades y en la capital los seguidores del régimen marcharon desde la emblemática Enqelab hasta Azadi (libertad). La kilométrica procesión se convirtió en un referéndum al aire libre sobre la apertura a Occidente promovida por el presidente Hasán Rohani, y la respuesta de los manifestantes fue «¡muerte a EE UU!», el tradicional grito dedicado al 'Gran Satán', que volvió a sonar con fuerza pese al acercamiento diplomático para solucionar la crisis nuclear.

Los carteles con la firma del Basij (grupo paramilitar de voluntarios fieles al Líder que cuenta con alrededor de un millón de milicianos) decoraban cada farola con mensajes como «estamos listos para la gran batalla» o «estamos interesados en conocer qué opciones tienen sobre la mesa», en alusión a las declaraciones de esta semana del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que volvió a dejar entreabierta la posibilidad de una acción militar en caso de que la república islámica no colabore en la solución del contencioso nuclear. «No tenemos por qué obedecer al Gobierno, este es un país libre. Estamos aquí para complacer al Líder Supremo (ayatolá Alí Jamenei). Aunque haya un principio de acuerdo no podemos bajar la guardia y los viejos eslóganes siguen vigentes», asegura Hasán Keirabati, funcionario de 29 años que marcha con un cartel que reza 'Down with the USA' (abajo con EE UU).

Entre los gritos y la propaganda es imposible ver una fotografía de Rohani o escuchar algún comentario cercano a los postulados defendidos por el clérigo moderado. Tras dos legislaturas de Mahmud Ahmadineyad marcadas por los discursos incendiarios y los anuncios de progresos en materia nuclear, la intervención en la plaza Azadi de Rohani pasó desapercibida entre unos manifestantes «que forman parte del Irán que no le votó en las elecciones y que están confusos porque pese al paso adelante dado por Irán, de momento sólo recibe amenazas desde Washington», considera Farhad Motahari, profesor de inglés de 32 años y única voz clemente con el nuevo presidente de las consultadas a lo largo de la jornada.

«Las amenazas contra Irán son chiquilladas», declaró Rohani en su primer aniversario revolucionario como encargado de presidir la gran marcha de Teherán. Su discurso no generó emoción especial entre los presentes -muchos de ellos llegados a primerísima hora de la mañana para tener un buen sitio en Azadi- y, según testigos presenciales, la plaza se fue vaciando cuando el mandatario apenas llevaba unos minutos hablando. «Seguimos la negociación muy de cerca y estamos con el Líder, la revolución y el Gobierno, pero hay una serie de límites que no permitiremos que se crucen», señalaba Mariam Pardisi, ama de casa que junto a su hija pequeña tomó parte en la larga marcha de la capital, «como hago cada año».

Oración conjunta

Las banderas estadounidenses se colocaron estratégicamente tiradas en el suelo en los cruces principales para que las pisara el mayor número de manifestantes posible. Junto a las enseñas de barras y estrellas, la bandera israelí compartió protagonismo como centro de los ataques de la masa, que también se extendieron a Reino Unido. «Una cosa es la diplomacia y otra la calle. La gente sigue unida por unos valores y para mí también es una sorpresa la manifestación pública del fervor antiamericano pese al acuerdo nuclear», confesaba Seyed Yabad Gorbani, periodista del equipo de propaganda del Basij para quien «esto demuestra que los iraníes sabemos que los americanos mienten».

El periódico de la organización paramilitar se repartía cada pocos metros y su portada estaba dedicada a los líderes de la revuelta verde de 2009, Mehdi Kerrubi, Mir Husein Musavi y al expresidente Mohamed Jatami, «colaboradores de Occidente» tras las elecciones que llevaron a la polémica reelección de Ahmadineyad y provocaron las mayores protestas de la historia de la república islámica. La publicación ultraconservadora recogía una crítica especial al acuerdo nuclear alcanzado con el 5+1, grupo formado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y China) junto a Alemania, porque «sin centrifugadores nucleares no mejorará la economía». Justo lo contrario de lo que opina un presidente que busca el acercamiento a Occidente para acabar con unas sanciones que ahogan las cuentas de Irán.

Al llegar el rezo del mediodía las calles comenzaron a vaciarse y Teherán se vistió de viernes, día festivo en el que esta urbe de más de doce millones de habitantes toma un respiro tras una semana de atascos. Los más devotos organizaron una oración conjunta a las puertas de la universidad de Teherán, decorada para la ocasión con una gran fotografía del imán Jomeini., padre la revolución islámica.