Economia

Un león con tres cabezas

La familia Peugeot recurre a la firma china Dongfeng y al Estado francés tras dos siglos de hegemonía empresarial

PARÍS. Actualizado: Guardar
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PSA Peugeot Citroën se casa con Dongfeng. Es el cruce del león con el dragón. El futuro del primer grupo automovilístico francés se va a escribir en chino. Pero la criatura tendrá tres cabezas. Papá Estado apadrina al bebé probeta del 'ménage à trois'. París protege del peligro amarillo a una de sus más ricas dinastías industriales. Los Peugeot pagan ser la oveja negra del capitalismo familiar a la francesa, vivero de Michelin, L'Oréal, LVMH, Auchan y otras firmas. La crisis les ha obligado a renunciar a más de dos siglos de hegemonía doméstica. Una epopeya rebajada a cuento chino.

La marca fundada en 1810 para fabricar entre hermanos paraguas, corsés y bicicletas se rinde a los imperativos de la globalización. Necesitado de liquidez por pérdidas mensuales superiores al centenar de millones de euros, el clan familiar ha superado sus tradicionales rencillas internas para aprobar un ambicioso plan de recapitalización. La operación se eleva a 3.000 millones de euros de los que el Estado francés aportará 800 millones y Dongfeng otro tanto. Por su parte, los Peugeot suscribirán nuevas acciones por un importe de 80 a 120 millones. Cada una de las tres partes tendrá el 14% del capital e idéntico poder en el consejo de administración. La familia fundadora perderá influencia y tal vez el control de la compañía, de la que ostenta el 25,4% del capital y el 38,1% de los derechos de voto. También se quedará sin la presidencia, que será puesta en manos de un independiente conforme al pacto alcanzado por París y Pekín. El montaje debe culminar antes del próximo 19 de febrero, fecha en la que PSA tiene previsto presentar sus resultados financieros.

Jugarse el porvenir a los chinos era la opción natural de la marca del león erguido. Dongfeng (viento del este), creada por Mao a mediados de los años 1960, es socio de Peugeot desde 1992. Caballo de Troya para penetrar en el primer mercado mundial, su co-empresa cuenta hoy con 15.000 trabajadores en sus tres fábricas de la ciudad de Wuhan, en el centro del inmenso país.

Gracias a una inyección de 800 millones de euros en un aliado que vale cuatro veces menos que hace cinco años, el segundo constructor chino aspira a acceder a la tecnología francesa con la pretensión de desarrollar una marca propia. Uno de sus objetivos es disfrutar del proyecto 'híbrido-aire', una técnica que combina un motor térmico con una bomba hidráulica y que es muy apropiada para los mercados emergentes por su reducido consumo.

Pocas alegrías

China es uno de los pocos motivos de satisfacción para PSA, que en 2013 ha visto sus ventas retroceder por tercer año consecutivo. Cuando el mercado mundial ha alcanzado un hito histórico con 68,5 millones de vehículos, el primer constructor francés apenas ha colocado 2,82 millones, el volumen más flojo en lo que va de siglo. Problemas de producción, una gama de automóviles inadaptada y una fuerte presencia en los países más sacudidos por la crisis explican el desfase ocurrido.

Mientras sus matriculaciones se han desplomado en Europa (-8,5%), Rusia (-22%) o Brasil (-20%), en China se han incrementado un 26% y se acercan a los registros de la propia Francia (650.000 frente a 557.000). El grupo francés ambiciona poner 950.000 automóviles (4,5% de cuota de mercado) en 2015 en los concesionarios chinos que motorizan a toda velocidad a la pujante clase media.

La operación a tres bandas marca en Francia el regreso del Estado estratega. Desde 2004 no se había asistido a una intervención directa en el capital de una gran empresa industrial. Nicolas Sarkozy, entonces ministro de Economía, compró por 720 millones de euros el 21% del capital de Alstom al borde del abismo y logró reflotar en dos años al fabricante de turbinas y trenes de alta velocidad.

Los analistas se interrogan sobre el rompecabezas gestor del león con tres cabezas. La gobernanza parece complicada por la difícil conciliación de los intereses divergentes. La presencia del Estado en Renault muestra que no es un freno para reestructurar y deslocalizar. Pero plantea una distorsión del mercado con el ingreso del accionariado público en el capital de Peugeot, el competidor histórico de la marca del rombo.

millones de euros es el monto de toda la operación.

millones aportará el Estado francés y Dongfeng, lo mismo.

del capital para cada una de las tres partes e idéntico poder.