día del voluntariado

Experiencias de ida y vuelta

Belén Serrano, residente de Pediatría en el Hospital Puerta del Mar, relata su experiencia como cooperante en una comunidad de Perú

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Cuando Belén Serrano llegó a la pequeña comunidad de la Sagrada Familia ubicada a 38 kilómetros de Lima (Perú) supo que su vida había cambiado. A esta residente de pediatría en el Hospital Puerta del Mar siempre le había atraído la idea de conocer cómo era la asistencia médica en los países del sur que cuentan con más dificultades, pero al llegar se encontró con cómo la fe y la determinación pueden suplir en gran parte la falta de recursos. Ayer, con motivo del Día Internacional del Voluntariado que se celebra hoy, habló en primera persona de su experiencia como cooperante dentro de la jornada 'De la ayuda humanitaria al desafío de globalizar el derecho a la salud' que organizó el Colegio de Médicos para dar mayor visibilidad y proyección a la labor solidaria que desempeñan los médicos cooperantes. A Belén no le bastó con ir sólo una vez y tuvo que volver una segunda para seguir trabajando en la comunidad. «Una vez que estás allí te das cuenta de lo poco que valoramos lo que tenemos».

La comunidad en la que estuvo trabajando tanto esta residente como su hermana gemela acoge a niños en situación de exclusión social. «Tienen un colegio donde les proporcionan una educación y también les forman en talleres para que tengan un futuro el día de mañana». Además del centro disponen de una pequeña clínica donde Belén fue a realizar unas prácticas, pero la experiencia fue mucho mayor de lo que esperaba. En contacto con aquella realidad, tan lejana y tan cercana a la vez, aprendió «a valorar mucho más las cosas que tenemos aquí. Cosas tan básicas como por ejemplo el agua caliente de la que allí carecen». «Fui para conocer la realidad de los niños que disponen de menos oportunidades y materiales pero al final te contagian su entusiasmo. El objetivo de su día a día es amanecer en un mundo mejor».

En cuanto a la asistencia médica de la zona, Belén contó que en su gran mayoría es privada por lo que «las personas con menos recursos suelen esperar demasiado tiempo antes de acudir a un centro por lo que al final, cuando llegan, se ha complicado su situación». Además, una vez que se han decidido a acudir al médico «la gente con menos recursos las tienen que esperar unas tres o cuatro horas a la intemperie antes de ser atendidos».

De ahí la importancia del trabajo de comunidades como la de Sagrada Familia, donde el coste de la asistencia médica es «diez veces menor que en el resto de los centros», lo justo para seguir funcionando.

Belén reconoció que esta situación le provocó mucha impotencia, «por eso es importante dar a conocer la situación en la que viven estas comunidades, concienciar a las personas de que a 8.000 kilómetros de distancia vive con menos recursos pero que luchan día a día por ser mejores». Esta residente de Pediatría regresó dos años después a la comunidad donde comprobó cómo habían avanzado gracias a sus ganas de seguir trabajando. No sabe cuándo podrá regresar de nuevo a Perú, pero asegura que tarde o temprano volverá para seguir trabajando en la mejora de la asistencia médica de las personas desfavorecidas.