Los manifestantes y la Policía ucraniana se enzarzan en una batalla campal en pleno centro de Kiev. :: VASILY MAXIMOV / AFP
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La rabia de la oposición incendia Ucrania

MIles de manifestantes retan a Yanukóvich y toman Kiev para exigir su dimisión por despreciar a la UE

MOSCÚ. Actualizado: Guardar
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El presidente ucraniano, Víctor Yanukóvich, reunió ayer al núcleo del Gobierno en su residencia de Mezhgorie, en las afueras de Kiev, para analizar la situación creada en el país tras el estallido de protestas causado por su negativa a firmar el acuerdo de asociación con la Unión Europea. Según fuentes cercanas a la reunión, Yanukóvich y sus colaboradores estudian la posibilidad de decretar a partir de hoy el estado de excepción, aunque solamente en Kiev, en la capital.

Y es que la situación se les fue ayer de las manos a los líderes opositores. Un grupo de manifestantes se hizo con una excavadora, que realizaba trabajos de instalación de un abeto navideño en la Plaza de la Independencia, y la empleó para romper el cordón policial que protegía la sede de la Presidencia. Derribaron además las vallas de protección.

Como consecuencia del incidente, según la portavoz de la Policía, Olga Bilik, resultaron heridos 100 agentes. Los autores del asalto iban enmascarados. Como respuesta, los antidisturbios se emplearon a fondo con sus porras y arrojando botes de humo y granadas de concusión. El grupo violento de manifestantes que llevaba la excavadora tiró contra los uniformados todo tipo de objetos contundentes, sobre todo adoquines arrancados de la calzada. «Sabemos que Yanukóvich no está allí, pero el edificio es un símbolo y debe ser nuestro», dijo a la televisión ucraniana uno de los participantes en los enfrentamientos frente a la Presidencia. Entre los manifestantes también hubo un gran número de heridos.

El otro campo de batalla que ayer surgió en Kiev fue la Alcaldía, que, a diferencia de la Presidencia, sí cayó en manos de los activistas opositores. Los choques con la Policía fueron también muy encarnizados. Los manifestantes lograron ocupar dos pisos del edificio. Pese a los graves disturbios, el Gobierno sostiene que la situación «está bajo control». Así lo aseguró el portavoz del Ejecutivo, Vitali Lukianenko.

Mientras, una multitud de más de medio millón de personas, según los organizadores -150.000 de acuerdo con las cifras facilitadas por el Ministerio del Interior-, permanecía congregada en la Plaza de la Independencia, el foco principal de la 'Revolución Naranja' de 2004, exigiendo la dimisión de Yanukóvich, del Gobierno y la convocatoria inmediata de elecciones legislativas y presidenciales. La explanada había estado el sábado bloqueada por la Policía.

Los dirigentes de los principales partidos de oposición pidieron durante el mitin calma a los asistentes y denunciaron la posible infiltración de «provocadores». El episodio con la excavadora y los duros enfrentamientos en la Presidencia y en la Alcaldía se sospecha que son obra de personas ajenas a la oposición y sólo buscan desencadenar incidentes que ayuden al poder a justificar medidas de emergencia para acabar con las protestas.

«Os pido que estéis muy atentos y tengáis cuidado, si alguien os sugiere que vayáis a asaltar algún edificio oficial, puede tratarse de una provocación y es peligroso», advirtió desde la tribuna el campeón de boxeo, Vitali Klichkó, líder de la Alianza Ucraniana por la Democracia y las Reformas (UDAR), palabra que significa golpe en ucraniano.

Arseni Yatseniuk, portavoz parlamentario de Batkívshina, el partido que lidera la ex primera ministra, Julia Timoshenko, insistió en el carácter pacífico de la concentración y apuntó, como Klichkó, a la actuación de posibles provocadores. «Nadie de nosotros ha intentado asaltar la guarida de Yanukóvich ni hemos dados instrucción en ese sentido (.) estamos actuando en el marco de la ley», recalcó.

Otra 'Revolución Naranja'

Por su parte, el dirigente del movimiento Tercera República Ucraniana, Yuri Lutsenko, exministro del Interior del país, afirmó que lo que está pasando Kiev vuelve a ser una revolución. «Esto no es ya un mitin o una acción de protesta. Es una revolución», señaló. Según sus palabras, «estamos completando lo que no acabaron durante las protestas masivas de 1991 y 2004», en referencia al desgajamiento de la URSS y a la 'Revolución Naranja'. Algunos analistas ucranianos orientados hacia Rusia apuntan al Kremlin como el responsable de la actual crisis que atraviesa Ucrania. Después de la 'Revolución Naranja', Moscú hizo todo lo posible para desestabilizar a Víctor Yúshenko, que salió elegido presidente gracias a aquel levantamiento. Rusia no necesitaba que se repitiera con el país vecino lo mismo que con Lituania, Letonia y Estonia años atrás, es decir la entrada en la Unión Europea y el establecimiento de una verdadera democracia.

Sin embargo, cuando en febrero de 2010, el prorruso Yanukóvich ganó a Timoshenko en las presidenciales, el presidente Vladímir Putin no recibió a su aliado con los brazos abiertos. No quiso ponerle el gas a un precio razonable. El jefe del Kremlin exigió a cambio de una reducción de las tarifas, primero, el control de los gaseoductos ucranianos, y, después, la entrada de Ucrania en la Unión Aduanera rusa. La reacción de Kiev fue el acercamiento a Europa, con la que estuvo a punto de firmar el acuerdo de asociación. Pero, para evitar que Ucrania se escapara a su influencia, Moscú amenazó en el último momento con establecer barreras comerciales, pero también con bajar el precio del gas si Yanukóvich cambiaba de idea. Si esto lo hubiese hecho Rusia hace tres años, opinan algunos especialistas, ni Ucrania se hubiera acercado tanto a la UE ni ahora estaría la gente otra vez en la calle.