Dos policías custodian la entrada del edificio donde residía la pareja y las tres mujeres en el barrio de Lambeth. :: BEN STANSALL / AFP
MUNDO

Los captores eran maoístas

La pareja procesada por esclavizar a tres mujeres en Londres lideraba una comuna obsesionada por conseguir afiliadas

LONDRES. Actualizado: Guardar
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El caso de las tres mujeres que supuestamente vivían en un estado parecido a la esclavitud en un piso del barrio de Lambeth, en Londres, adquirió ayer un tinte tragicómico al conocerse el nombre de la pareja que fue arrestada como responsable de haberlas sometido. Se trata de Aravindan y Chanda Balakrishan. Llegaron a Inglaterra en los años sesenta, procedentes de India y Tanzania, respectivamente. Él tiene 74 años y ella, 67.

Eran conocidos en los círculos de minúsculos grupos comunistas en Londres, fueron detenidos por la Policía varias veces y encarcelados. El Ayuntamiento del distrito les había dado viviendas sociales para vivir en sus peculiares comunas y recibieron denuncias sobre la falta de escolarización de la más joven hace ya quince años. Un columnista del diario 'The Times' solía recoger para regocijo de sus lectores citas de sus publicaciones.

Son el camarada Bala y la camarada Chanda, líderes del Instituto de los Trabajadores del Pensamiento Marxista-Leninista-MaoZedong, una escisión en los años setenta del Partido Comunista Revolucionario Británico (Marxista-Leninista), formado cuando el Partido Comunista de Inglaterra (Marxista-Leninista) rechazó el maoísmo. El enredo evoca las disputas del Frente Popular de Judea, en la película de Monty Python 'La Vida de Brian'.

La literatura del grupo que queda en archivos ofrece pistas sobre la evolución del camarada Bala y sus comunas. El Instituto publicaba un Boletín de los Trabajadores del Sur de Londres en que declaraban su adhesión a la «línea correcta» del Partido Comunista Chino, denunciaban a la burguesía y a la Policía británicas y a otros partidos comunistas por fascistas y mostraban especial encono contra el 'desviacionismo' del entonces líder albano, Enver Hoxha.

El documento más ilustrativo es el que se presentó, con la presunta pluma de Bala aunque publicado con seudónimo, a la conferencia del partido en abril de 1977, 'Sobre la construción de una base revolucionaria estable'. En él se argumenta que el partido ha tenido dificultades para establecerse entre las masas por reclutar estudiantes extranjeros, que son «fluctuantes», y porque en sus comunas los prejuicios de la vida burguesa han aflorado «en cuestiones de sexo y relaciones». El secretario del partido, Bala, debía tener habilidad para afiliar mujeres a su causa, porque hay estudios que indican que el grupo se distinguía por el número de sus afiliadas. La Policía le detuvo, también a Chanda, varias veces. Fue encarcelado por resistir su arresto con uso de la fuerza. Y, cuando su librería-comuna, muy cerca de donde vivía con las 'esclavas', fue cerrada por la Policía tras nuevas detenciones, afirmó a quien quiso contactarle que habían pasado a la clandestinidad.

En una vivienda social

Pero no del todo. Aunque los habitantes de la vivienda que ocupaban no constan en el registro electoral, el Ayuntamiento de Lambeth, notorio en los años setenta por estar en manos de una fracción trostkysta del comunismo que se había infiltrado en el Partido Laborista, le dio una vivienda social. Allí, una mujer murió al caer por una ventana trasera. La Policía preguntó a los vecinos si habían visto algo sospechoso, pero la investigación no prosperó.

Otro vecino dijo a medios británicos que denunció a los servicios sociales hace quince años que la más joven, Rosie, no iba a la escuela. Una de las cartas de amor que escribía a uno de sus vecinos en la nueva casa municipal en la que ahora vivían muestra, sin embargo, una caligrafía pulcra, una construcción sintáctica más que correcta. Las fotos la presentan con ropas usadas pero limpias y modernas. La ONG que las acoge dice que se emocionó cuando le dieron maquillaje.

El Ayuntamiento de Lambeth tendrá que explicar qué relación tuvieron sus servicios con esta extraña comuna, en la que había recientemente una mujer de aire africano con un bebé, según otro vecino. La Policía y la ministra de Interior tendrán también qu explicar la publicidad que se ha puesto a un caso que no parece de esclavismo ni de tráfico humano, sino el de una secta de cinco liderada por un lunático manipulador y ocasionalmente violento.