Rajoy, ayer, durante su discurso ante las juventudes del PP. :: REUTERS
ESPAÑA

«No voy a aceptar que nadie juegue con la soberanía nacional»

Mariano Rajoy marca como prioridades cerrar el paso al desafío secesionista y completar el camino de las reformas «entero y hasta el final»

MADRID. Actualizado: Guardar
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Mariano Rajoy aprovechó ayer la clausura de la Convención Nacional de las Nuevas Generaciones del PP para realizar un balance positivo de la primera mitad de la legislatura y para fijar como prioridades del tramo final de su mandato parar los pies a los soberanistas catalanes para garantizar la unidad de España y ejecutar por completo y sin pausas, aunque alguna de las decisiones aumente su alta cota de impopularidad, todo lo que resta del programa gubernamental de ajustes y reformas.

El discurso de balance, que condensó en siete folios, no hizo una sola referencia a la corrupción política ni al 'caso Bárcenas', a la alarma ciudadana desencadenada por el fin de la doctrina Parot, a los problemas de cohesión interna en las siglas populares o a la posibilidad de introducir cambios en el Ejecutivo.

El punto de mayor intensidad se registró en los minutos finales de la alocución, cuando en una clara advertencia a las maniobras de Artur Mas y los dirigentes de CiU y ERC afirmó rotundo que «no voy a aceptar que nadie juegue con la soberanía nacional».

«No lo voy a aceptar porque así lo pienso y porque soy el presidente del Gobierno», remachó, lo que puso en pie a los centenares de dirigentes de las juventudes populares, que jalearon su determinación frente a los planes independentistas con una prolongada salva de aplausos y el canto a coro del eslogan «yo soy español, español, español».

El endurecimiento del discurso de Rajoy hacia Mas coincide con el momento en el que el presidente de la Generalitat y sus aliados políticos ultiman la pregunta y la fecha con que quieren convocar la consulta secesionista y cuando están a punto de enviar al Congreso una propuesta legal del Parlamento catalán para que el Gobierno acepte transferir a esta autonomía su competencia exclusiva para realizar referendos.

Brotes verdes

Las palabras del presidente español anuncian que tienen claro que se acerca el momento de frenar en vía parlamentaria o en los tribunales, o en ambas instancias, los planes de los soberanistas, como ocurrió hace años con el 'plan Ibarretxe' del entonces lehendakari. «Lo que no vamos a aceptar y donde no vamos a estar es en los juegos de división, enfrentamiento y de regreso al pasado», comentó, tras asegurar que «el futuro de España lo escribiremos entre todos los españoles y nadie se va a quedar fuera de las decisiones que nos afecten a todos». Es decir, ni habrá consultas secesionistas ni ningún otro tipo de decisión unilateral de una parte del territorio que afecte a la unidad de la nación blindada por la Constitución. De hecho, también está decidido a no tocar la Carta Magna, porque pondría en peligro el consenso de su redacción, que fue «muy difícil», y porque piensa que aún hoy garantiza las necesidades y derechos de los españoles.

El resto del balance del ecuador de legislatura se puede resumir en que aunque la situación económica y laboral todavía no es buena, las medidas de urgencia y las reformas que ha emprendido en estos dos años su Gobierno han hecho que España pueda decir que «ya se ve la luz al final del túnel» de la crisis. Cree que sus decisiones, muchas de ellas incumplidoras del programa y denostadas hasta por sus propios votantes, pero obligadas por la sima en que entiende que dejaron al país los socialistas, «empiezan a producir resultados, de momento modestos, pero con los que ya se ve con claridad que hemos cogido la buena dirección».

Como logros concretos puso encima de la mesa el fin del riesgo de rescate de España y de quiebra del sistema financiero, la caída de la prima de riesgo, la reducción del déficit público, el fin de la destrucción neta de empleo o la mejora de las exportaciones y el retorno de la inversión exterior. Sabe que esto es macroeconomía y que los ciudadanos, en el día a día, aún no notan su optimismo. Su respuesta es que lo que ha hecho es «sentar las bases para el futuro, para crecer, crear empleo y tener un país mejor», pero que «nada se resuelve en media hora».

Quiso tranquilizar a quienes, como la UE, le piden que no se relaje y, por contra, sacar de su error a quienes creen que de cara a las elecciones relajará la política de recortes. «Este Gobierno va a seguir con las reformas; no va a levantar el pie del acelerador; no queremos una recuperación a medias; no vamos a reducir la marcha, y el camino de las reformas hay que hacerlo entero y hasta el final. Y eso es lo que vamos a hacer», avanzó. «No hemos venido al Gobierno a no hacer nada, hemos venidos a decidir y a gobernar», aseguró.