CÁDIZ

«Hay gente que piensa que tiene mal de ojo y no se da cuenta de cómo está la situación»

Rosi Schneider es una de las videntes más conocidas en la Bahía por sus programas en varias televisiones locales

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Rosi Schneider es una de las videntes más conocidas en la Bahía de Cádiz. Su paso por diferentes televisiones locales e incluso sus intervenciones en los programas de Jesús Quintero en Canal Sur la han convertido en un rostro bien conocido para el gran público, más allá de la fe o la afición de cada cual por la magia. «La magia blanca», como ella se empeña en dejar bien claro.

Desde hace unos meses ha perdido presencia mediática, pero sigue ejerciendo en su propio gabinete en Chiclana. Allí recibe a mucha gente, casi siempre mujeres, y reconoce que cada vez las preocupaciones son más reales. Esto es algo general. Si antes el amor centraba el 90% de las consultas, ahora la gente está ansiosa por saber cómo enfrentarse a otras cuestiones. «La crisis se lo está cargando todo. Las criaturas vienen aquí desesperadas. Los problemas de dinero se han cargado muchos matrimonios, hay más gente mala de los nervios, hay más droga, familias que nunca han tenido nada que ver con ese mundo se ven envueltas en consumo o incluso en venta», cuenta Rosi.

Y lo más curioso de esto, según explica la vidente, es que muchas personas no asumen que todo tiene una explicación, que está en el bolsillo. Al contrario, son muchos los que llegan a su consulta pidiéndole que les quiten el mal de ojo. «La gente se cree que sus problemas son cuestión de mala suerte, no se dan cuenta de cómo está la situación general».

Trayectoria

Con casi 30 años de dedicación a la videncia a sus espaldas, Rosi Schneider entiende las suspicacias de muchos respecto a su trabajo, pero asegura que, al menos en su caso, la adivinación «es un don». «La gente se sienta ahí enfrente mía y en cuanto empiezo a decirle tú tienes tantos niños, y no te pongas tan seria ahora, que después cuando llegas a tu casa tal y cual, y les acierto a lo que se dedican, se quedan asombradas. Y aparte de eso se mean de risa conmigo, porque yo tengo una forma de leer el futuro muy personal, yo hablo el lenguaje de la gente que viene a verme, no me voy a poner de lo que no soy», dice. Asegura que desde pequeña ha aprendido a vivir con su poder. «Siempre he usado las cartas, pero no porque sean imprescindibles para mí. Yo las uso como muleta», explica mientras baraja, corta tres veces y va colocando sobre la pequeña mesa que tiene delante su tarot egipcio. «Pero vamos, que al final esto es cartón. Para ver algo yo necesito tener enfrente o estar escuchando por un teléfono a la persona a la que le echo las cartas. En cuanto están ahí yo siento una energía muy grande y empiezan a venirme las cosas a la cabeza, y así es como yo las voy soltando».

Pero es consciente de que el mundo del esoterismo invita, y cada vez más, a la picardía, más que eso, a la estafa. «Hay muchos engaños. Es muy importante que la gente se asesore bien antes de ir a que le echen las cartas. Con la cosa como está hay muchos que se están buscando la vida, se compran una baraja de cartas y no tienen reparo en timar a la gente. Y esto está dejando a muchos tocados del coco». Son las víctimas de un fraude a las que no sólo engañan, sino que juegan con sus anhelos, sus esperanzas y sus miedos. «Y encima les están sacando el dinero», añade Rosi.

También se encuentra casi a diario con personas que le buscan para que les haga «un trabajito». «Pero yo eso no lo hago. Me piden que haga algo para que les salga un trabajo determinado o para limpiar sus casas, pero una cosa es ayudar a las personas y otra distinta es aprovecharse de ellas. Yo me niego porque además puede ser peligroso». Por ese mismo motivo suele negarse a usar su bola de cristal, «es que ese tipo de trabajos no son sólo de adivinación, sino que implican otras magias y después yo misma quedo muy afectada», comenta.

A ella también le afecta la crisis. «Ahora los que vienen lo hacen por necesidad, y algunos incluso te piden que les ayudes diciéndote que no tienen para pagarte». Además, el negocio de la videncia en la televisión está por el momento parado para ella, pero confía en que volverá a tener un micrófono y una cámara, «porque así he ayudado a muchas criaturas. También a las que no me llamaban pero me decían que se lo pasaban pipa conmigo. Eso es lo más grande».