El ministro de Educación, José Ignacio Wert, durante el desayuno informativo en el que participó ayer en Madrid. :: JAIME GARCÍA
Sociedad

Wert abandonará la política cuando se apruebe la reforma educativa en trámite

El ministro confiesa que se siente dolido por haber tenido que renunciar a las becas de excelencia, que se hubieran concedido en función solo de las notas

MADRID. Actualizado: Guardar
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El ministro de Educación, José Ignacio Wert, cumplirá la misión encomendada y se retirará de la arena política. Cuando se apruebe la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce), Wert volverá a sus quehaceres. Era sabedor de que una reforma educativa iba a generar muchas resistencias, pero pecó de no saber medir sus fuerzas. «Puesto que no tengo ambiciones políticas de ningún género y no voy a seguir en política después de este empeño, no tenía miedo a afrontar el coste personal que podía suponer», admitió el ministro en un desahogo. Aunque Wert dejó a un lado la altivez que se le achaca, el ministro arremetió contra sus adversarios. Las conversaciones que ha mantenido con la oposición son «dignas de los hermanos Marx», deploró.

El ministro está desalentado, pero no derrotado. En un desayuno informativo organizado por Europa Press, hizo un ejercicio de humildad, algo inhabitual en una persona que, como él, se crece en el castigo. «Sería un imbécil si dijera que siento satisfacción [por las protestas]. Con esto le acaban minando a uno la moral, pero todavía a ese estadio no he llegado», dijo con sorna el titular de Educación. Wert no se figuraba que las pitadas y los «homenajes» hacia su persona iban a alcanzar «la intensidad decibélica» de algunos protestas.

Ya algo más rehecho, Wert se mostró firme en sus convicciones. «Las leyes no se frenan con las protestas», sentenció el responsable de Educación, que no se siente solo en el Consejo de Ministros, sino apoyado por sus colegas. En su ánimo, al menos en lo que se refiere a la política de becas, no hay mucho propósito de enmienda. Aseguró que lamenta haber tenido que renunciar a las becas de excelencia, que se hubieran concedido únicamente en función del expediente académico. Al final ha tenido que atender a también a los criterios sociales, que tratan de atenuar las desventajas económicas del alumnado. «Nos ha dolido mucho, mucho, tener que hacer esa renuncia». Para Wert, la equidad no basta. Hay que exigir al alumno que responda con resultados, que no pueden ser otros que un buen expediente.

Pese a que es consciente de que algunos dirigentes del PP le reprochan su soberbia intelectual -«es posible» que ello ocurra, dijo- Wert no se siente ni desautorizado ni desamparado por sus compañeros de Gabinete. De hecho, al acto acudieron los titulares de Empleo, Fátima Báñez, y Justicia, Alberto Ruiz Gallardón. Citando a Ramón y Cajal, Wert, no abdicó de su actitud desafiante. «Quien no tiene enemigos es o porque no ha dicho nunca una verdad o porque no ha hecho nunca nada que lo valga», dijo. Abundó en las palabras del Nobel español, quien daba «gracias a Dios porque le daba buenos enemigos».

«Yo no sé si estoy tan inclinado a darle gracias a Dios, pero para mí lo importante es que la reforma educativa era una reforma que necesitaba imperiosamente este país», remachó.

Wert, quien en el Congreso de los Diputados dijo que su propósito era «españolizar a los alumnos catalanes», contestó con un rotundo 'no' a la pregunta de si había creado con sus declaraciones más independentistas que las personas que acudieron al Camp Nou a favor de la secesión de Cataluña.

«Malinterpretaciones»

Justo cuando se ha consumido el tiempo para presentar enmiendas a la Lomce en el Congreso de los Diputados, Wert cargó contra la oposición, a la que reprochó ser incapaz de presentar un texto alternativo. Sus detractores son poco proclives al entendimiento. No en vano, Wert ha dedicado «en los últimos meses el 60% de su tiempo a intentar el diálogo educativo». Los esfuerzos son frustrantes. «La mayoría del tiempo lo dediqué a deshacer prejuicios, malinterpretaciones y desconocimientos de lo que la ley decía», apostilló.

El ministro sostiene que es inconcebible que algunas fuerzas políticas se empeñen en mantener las cosas tal y como están, con una tasa de abandono escolar del 25% y cuando la universidad está dejando de ser un nexo con el mercado laboral.

A su entender, su iniciativa se inspira en evidencias y soluciones que han dado frutos en otros países.

El portavoz de Educación del PSOE en el Congreso, Mario Bedera, arguyó que al ministro Wert le han «encargado un trabajo sucio», como es sacar adelante una ley que «abaratará completamente» la educación, aunque para ello se asuman daños colaterales, como liquidar la equidad en la educación. «El ministro lo que quería era una aquiescencia, una adhesión y ninguna otra propuesta», alegó Bedera, para quien la ley «nacerá muerta» si no cambia.