José Bretón, durante una de las sesiones del juicio. :: REUTERS
ESPAÑA

Las mentiras de Bretón

En la primera semana del juicio por la desaparición de sus hijos intenta presentarse como un padre ejemplar pese a las pruebas en su contra Sus contradicciones dejan en evidencia la versión del acusado

CÓRDOBA. Actualizado: Guardar
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Todos en el entorno de José Bretón, el padre acusado de haber asesinado a sus dos hijos de 6 y 2 años en octubre de 2011, se extrañaron de que una persona tan estricta y pendiente de los pequeños como él hubiera sido capaz de perderlos de vista tan solo un segundo. Nadie creyó su versión. Es la primera conclusión que se extrae de la semana inicial del juicio en la Audiencia de Córdoba, en la que el acusado se enfrenta a 40 años de prisión. La sorpresa llegó en la declaración del acusado. Bretón dejó patente su elevada inteligencia certificada por los psiquiatras- y su dominio de un sumario que se ha estudiado meticulosamente en la cárcel junto a numerosos manuales de autoayuda. Sometido al escrutinio del tribunal, el jurado y decenas de cámaras de televisión, sin embargo se mostró seguro de sí mismo, con respuestas largas y elaboradas. No pareció sentirse abrumado, antes al contrario, parecía incluso cómodo y se dirigió con soltura al jurado, lo que le valió una reprimenda del juez. La tensión solo se hizo evidente en que durante las cuatro horas largas de declaración, su cuerpo permaneció rígido y no varió ni un centímetro la postura que adoptó de inicio.

Su relato fue el esperado, y se enrocó en su versión de que simplemente perdió a los pequeños Ruth y José en el parque y aún a día de hoy no sabe qué les pasó. Si él y su familia no hicieron más por buscarlos, algo que siempre se les reprochó, fue porque la Policía les pidió que les dejaran actuar. Antes de ese momento, elaboró una imagen de padre ejemplar y entregado a sus hijos, a los que «quería con locura». Una máscara que sí le había funcionado, al menos en parte, con los padres de los compañeros de colegio de los niños, que le veían como un padre «perfecto» aunque pendiente en exceso de sus hijos.

Sin embargo, el relato de Bretón arrojó varias contradicciones, «lógicas» según su abogado tras una larga declaración y que para la acusación particular sin embargo demostraron que mintió. La mañana del 8 de octubre afirmó haber ido de casa de su hermana a la de sus padres, donde permaneció 15 ó 20 minutos, cuando las cámaras indican que estuvo apenas cuatro.

Lagunas

Bretón aseguró tajante que esa mañana no estuvo en la finca familiar, aunque un testigo aseguró haberle visto por allí «con una mochila y la mirada perdida» y los repetidores de telefonía le sitúan en esa zona. «El informe técnico de mi abogado ya aclarará esto y otras cosas», indicó.

También se embrolló al relatar cómo los pequeños se quedaron dormidos, y no atinó a dar una respuesta precisa de por qué decidió ir a la finca familiar, donde pese a que la niña ya no dormía la siesta, permaneció dormida hasta cuatro horas junto a su hermano. Negó haber parado en el camino para adormecerles con los tranquilizantes que le había recetado su psiquiatra. Admitió haber comprado las pastillas, pero como no le hacían falta las tiró. Esa receta la descubrió la Policía, y en anteriores declaraciones afirmó que se quedaron en la casa de Huelva.

El aspecto donde mostró mayores lagunas fue en la compra de hasta 250 litros de gasoil en una cooperativa en los días previos a la desapareció. Lo adquiría en garrafas porque era hasta ocho euros más barato cada repostaje. Pero se embrolló. «¿Me está contando que se paseaba con el coche lleno de garrafas?», le espetó el juez. Las garrafas estaban llenas a la vuelta de Córdoba, otras veces vacías; empleó 50 litros en llenar el depósito del coche a la vuelta, y los 20 restantes se quedaron en la finca. Pero nunca aparecieron, y la Policía sospecha que los usó para provocar que la hoguera alcanzara temperaturas de hasta 1.200 grados.