Sociedad

Gänswein y Xuereb, enlaces entre papas

El secretario personal del Pontífice retirado, un perfecto conocedor del 'caso Vatileaks', ayuda al sucesor a sortear las trabas de la Curia

ROMA. Actualizado: Guardar
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La figura de Georg Gänswein, que ya era central con Benedicto XVI como su secretario personal, también está siempre estos días a la sombra de Francisco, pues sigue siendo prefecto de la casa pontificia. Es un cargo clave en la organización del trabajo y la agenda del Pontífice y mantiene con él una relación cotidiana. Que Gänswein sea un puente entre ambos papas es algo más que una metáfora: va y viene de Castelgandolfo al Vaticano, pues sigue siendo el secretario de Ratzinger. Es un hilo de comunicación entre los dos y se puede pensar que Benedicto XVI, sabiendo que se iba, lo colocó de prefecto en enero precisamente por eso. Es su hombre en la Santa Sede, apostado allí para acompañar al nuevo Papa y ayudarle a sortear las trabas de la Curia. También es un custodio de secretos, alguien muy informado del 'caso Vatileaks' y las tramas que tiene detrás: fue él quien descubrió al mayordomo de Ratzinger, Paolo Gabriele, como ladrón de documentos. En estos primeros momentos puede ser una guía fiable para Francisco y responder a sus preguntas. El entorno heredado por Bergoglio se completa con el maltés Alfred Xuereb, que era el segundo secretario personal de Benedicto XVI y que ha pasado a ser el suyo, pues el Papa argentino no tenía, un caso único desde Pío XII.

Xuereb es una figura mucho más desconocida, pero igual de cercana a Ratzinger, uno más del reducido círculo de la familia pontificia. Hasta que la semana pasada se confirmó como nuevo secretario provisional de Francisco vivía en Castelgandolfo con Ratzinger. Ayer iba con Bergoglio en el helicóptero, mientras que Gänswein esperaba en la pista con el Papa emérito. Fueron los cuatro en el coche a la residencia.

La prensa italiana ha avanzado que el Papa estudia reformar la Curia sustituyendo al secretario de Estado con un triunvirato, para repartir el poder y tomar decisiones de forma conjunta. Del mismo modo se plantearía valerse del apoyo de una especie de consejo permanente de cardenales y obispos, tomando como base el que ya se forma a partir de los sínodos, las grandes asambleas de obispos que se reúnen cada dos años pero que nunca ha tenido ningún peso. Además se habla de un posible paso del IOR, el banco de la Santa Sede, bajo el control de la Pontificia comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano, lo que le obligaría a una total transparencia.