Sociedad

TEORÍA ESPAÑOLA Las horas del volante

¿Cómo coger el volante? ¿A lo Fernando Alonso, con las manos a las tres menos cuarto? No. ¿A lo Johnny English, con una a las doce? Tampoco

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El volante del coche hay que verlo como un gran reloj. Un cronómetro que, como los de pulsera, le han ido creciendo multitud de botones, por todos los lados, incluso por detrás. Las palancas del intermitente y el limpiaparabrisas son rémoras del pasado, porque de un vulgar palo de helado han pasado a convertirse en unas 'alcachofas' multifunción.

Desde el volante se controla todo, menos al nene que llora o a la suegra que discute. Para eso lo mejor es 'aguantoformo'. Sin embargo, cualquier coche moderno tiene un volante multifunción, de cuero, de plástico de madera, pero todos con el airbag. Y de ahí parte la duda sobre cómo sujetarlo.

Hace treinta años, las autoescuelas tenían una teoría. La mejor manera era llevar las manos en la mitad superior del volante, en eso coincidían todos. Los profesores discrepaban sobre cómo posicionar las manos. Unos eran partidarios de ponerlas a las tres menos diez o diez y cuarto, otros a la dos menos cuarto o a las nueve y diez, según se mire. Los menos, muchos menos, a las tres menos cuarto. Vamos, como Alonso y Vettel. Luego llegaron las teorías que defendían poner las manos a las diez y diez. La explicación era sencilla. Para realizar un giro siempre se desplazaba la mano del sentido hacia donde se quería ir a la parte superior, para tirar del volante y la otra se mantenía en su sitio. Sin cruzar los brazos.

Ahora, los mandos o botones del teléfono, el control de crucero, del limitador, de la radio, el cd o el bluetooh salpican la parte central del volante. Con lo que siempre una mano queda próxima a ellos. Luego está el aditamento del airbag. Al activarse con un golpe a más de 50 kilómetros por hora se produce una explosión que hincha un globo o cojín de aire que evita que el conductor impacte con el volante. Y aquí surgen las nuevas teorías.

Hay quienes ahora proponen llevar las manos a las ocho y veinte. La teoría, que viene de EE UU, defiende que al activarse el airbag no haría que las manos salieran despedidas y sacudieran una bofetada en la cara al conductor o al acompañante. Esto parece poco plausible, porque, en caso de impacto, todo ocurre en milésimas de segundo. Las manos pueden salir disparadas en todas direcciones, mientras que la cara del conductor impacta con un airbag extremadamente caliente que produce erosiones en el rostro.

De momento, en España, las autoescuelas prefieren coger el volante por arriba. Lo que sí debería tenerse en cuenta es que el airbag es muy peligrosos con algunos complementos de moda, como las gafas. De hecho, los expertos se recomiendan para conducir gafas con cristales que aguanten el choque, orgánicos, que no se astillen y puedan causar importantes daños tanto en los ojos como en la cara.