Obama saluda a la multitud congregada frente al Capitolio tras pronunciar su discurso de investidura en presencia de su familia y de los líderes políticos. :: REUTERS
MUNDO

Obama abraza el objetivo de la igualdad

El presidente vuelve a hacer historia, con los derechos civiles como protagonistas de su discurso de investidura

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Barack Obama abrazó ayer la verdadera dimensión de su figura presidencial al hacer de la igualdad la piedra angular de su segunda toma de posesión, que perfila los objetivos de su mandato. Ya no basta con que todos seamos iguales a los ojos de Dios, como dijo hace cuatro años, emulando a muchos de sus predecesores. Ahora quiere que mujeres, negros, latinos, gays y pobres sean iguales ante la ley y ante los ojos de cualquier estadounidense, para que tengan las mismas oportunidades.

Obama volvía a hacer historia, esta vez por ser el primero en incluir a los gays en su discurso inaugural. Fue una declaración contundente que sorprendió a muchos, porque hasta el verano pasado ni siquiera se había pronunciado en favor de los matrimonios homosexuales, contra los que se han blindado 37 estados y sobre los que tendrá que pronunciarse el Tribunal Supremo este año. «Nuestro viaje no estará completo hasta que nuestros hermanos y hermanas sean tratados como cualquier otro a los ojos de la ley», sentenció. «Dado que de verdad hemos sido creados iguales, ciertamente el amor que comprometemos los unos con los otros también debe ser igual».

Su decisiva declaración sobre los derechos homosexuales puso la histórica revuelta de un bar gay en el West Village de Nueva York al mismo nivel que los momentos clave de la lucha por los derechos civiles o del voto femenino, con una solemnidad que ni la comunidad gay soñaba. «Nosotros, el pueblo, declaramos hoy que la más evidente de todas las verdades -que todos nosotros hemos sido creados iguales- sigue siendo la estrella que nos guía», proclamó. «Al igual que guió a nuestros antepasados en las Cataratas de Seneca (la primera convención que reclamó el sufragio de la mujer en 1948), Selma (la marcha de Alabama que demandó el sufragio de los afroamericanos en 1965) y Stonewall (el histórico bar neoyorquino, que sigue abierto al público, donde los clientes se amotinaron en 1969 contra la Policía durante una redada)».

Con semejante declaración Obama no puede por menos que impulsar una ley federal que legalice los matrimonios homosexuales en toda su extensión, o ser recordado en la historia como el mandatario que no pudo hacer buenas sus palabras. No sería la primera vez, Guantánamo sigue abierto a pesar de que prometió cerrarlo en un año, pero la inclusión de este tema en un discurso inaugural le da a una dimensión de la que no podrá escapar.

No fue ni mucho menos la única promesa de justicia dedicada a las bases que le auparon en la reelección. Obama también prometió no descansar hasta que «nuestras mujeres, madres e hijas puedan ganar una paga igualitaria de acuerdo a sus esfuerzos». Su llamada en favor de la igualdad y la diversidad en el Día de Martin Luther King incluyó palabras que hicieron rodar lágrimas en muchos afroamericanos que vivieron la segregación. «A través de la sangre arrancada a latigazos y espadas dibujadas de sangre aprendimos que ninguna Unión fundada en los principios de libertad e igualdad podía sobrevivir con medio esclavos medio libres», rememoró. El primer presidente afroamericano de EE UU también se refirió a las cadenas de pobreza que ahora someten a su raza en el país más rico del mundo, y advirtió que el credo de igualdad solo se cumplira «cuando la niña que nazca en la más oscura pobreza sepa que tiene las mismas esperanzas de triunfar que cualquier otro».

Obama lanzó un mensaje a la oposición que intenta recortar los programas de ayudas sociales como parte de su lucha contra el déficit. «Cada ciudadano merece una dosis básica de seguridad y dignidad», entonó. «Tenemos que tomar decisiones difíciles para reducir el costo de la atención sanitaria y el tamaño de nuestro déficit, pero rechazamos la creencia de que EE UU tiene que elegir entre ocuparse de la generación que ha construido este país o invertir en la que construirá nuestro futuro», explicó.

Con una mención a los años «en los que los padres de niños discapacitados no tenían a dónde dirigirse», el presidente que acaba de subir los impuestos al 2% más rico de la población puso otro pilar a los principios progresistas que deberían guiar su mandato. «No creemos que en este país la libertad esté reservada para los afortunados, ni la felicidad para unos pocos».

Soluciones pacíficas

Obama recuperó uno de los temas de su primera toma de posesión que menos atención ha recibido durante su mandato, la lucha contra el cambio climático y la creación de fuentes de energía sostenible, en la que, insistió, EE UU no solo no puede resistirse «sino que tiene que liderar». Pero si bien muchas de estas promesas dependerán del voto del Congreso, en el que sus ideas fueron recibidas ayer como una declaración de guerra, la política exterior dependerá sobre todo del presidente. Ahí es donde Obama, que pone fin a una década de guerra en Irak y Afganistán, prometió no utilizarla para buscar la paz y la seguridad en el mundo. «Mostraremos nuestro valor al intentar resolver nuestras diferencias con otras naciones pacíficamente, no porque seamos ingenuos sobre los peligros que enfrentamos, sino porque involucrarse puede eliminar la sospecha y el miedo de forma más duradera». Un mensaje que le distancia de su predecesor George W. Bush y aporta calma a Irán.

En su llamamiento hacia las minorías que le han concedido una segunda oportunidad no podía faltar un guiño para los hispanos. De ahí que el viaje del pueblo estadounidense al que se refirió continuamente tampoco esté completo «hasta que encontremos una fórmula mejor de recibir a los esforzados inmigrantes, llenos de esperanza, que siguen viendo EE UU como la tierra de las oportunidades», dijo en referencia a la reforma migratoria que les debe. Y por supuesto, la promesa de un mayor control de armas que ha hecho a padres y a niños a la sombra de la matanza de Sandy Hook. Otro eslabón para cumplir el sueño americano, incompleto «hasta que nuestros hijos, desde las calles de Detroit hasta las colinas de los Apalaches o los silenciosos caminos de Newtown, sepan que nos preocupamos por ellos y que están libres de peligro».

Sin embargo, Obama, que intenta movilizar a las bases para que le ayuden a hacer realidad estos sueños compartidos, no espera poder cumplirlos. «Las victorias de hoy serán solo parciales», adelantó. «Dependerá de los que estén aquí en cuatro años, y cuarenta y cuatrocientos».