ESPAÑA

EL CAOS DEL PP DE MADRID AMENAZA A RAJOY

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Las prioridades de Mariano Rajoy transitan por escenarios muy alejados de la arena política patria. Apenas dedica unas horas a la semana a repasar con María Dolores de Cospedal el trazo grueso del día a día de su partido. La agenda del presidente del Gobierno no tiene hueco, ni lo tendrá en los próximos meses, para contenciosos domésticos. Sin embargo, el perenne polvorín en el que se ha convertido el PP de Madrid amenaza con estallar y provocar una crisis que haga tambalearse al propio presidente del Gobierno y del partido.

Rajoy apuesta, una vez más, por dejar que se calme la marea y evitar una solución drástica que, lejos de erradicar el mal, lo agigante. Un sosiego que, pese a los éxitos que deparó esa táctica cuando estaba en la oposición, comienza a poner nervioso a un sector de la dirección nacional del PP. Preocupa de manera especial la imagen de conflicto social permanente instalado en las calles de Madrid. Curiosamente, las manifestaciones y las protestas más multitudinarias han cambiado de objetivo. Ya no son los recortes de Mariano Rajoy, sino las políticas de Ignacio González, el presidente de la Comunidad de Madrid, en especial la privatización de seis hospitales y 27 centros de salud. Una 'marea blanca' de profesionales de la Sanidad que arrastra a sectores de la clase media, en su mayoría votantes del PP.

El Ayuntamiento madrileño también vive horas difíciles. La polémica gestión de la tragedia del Madrid Arena, edificio de propiedad municipal donde murieron cinco jóvenes durante una fiesta el 1 de noviembre, generó una alarma social sin parangón que ha hecho zozobrar a la alcaldesa de la capital, Ana Botella, muy tocada ya por sus abiertos enfrentamientos con González.

Rajoy no puede reprochar nada a los suyos por las protestas sociales porque él ya ha soportado dos huelgas generales. Además, su argumento de que la mayoría silenciosa, la que no sale a protestar, le apoya -como reflejan las encuestas- también podría aplicarse tanto al presidente como a la alcaldesa de Madrid, salvo por un pequeño detalle. Los sondeos que maneja el partido en Madrid, granero electoral donde los haya del PP, son «catastróficos», según fuentes populares. Algunas prospecciones señalan que, si hoy se celebrasen elecciones autonómicas y municipales, el PP perdería hasta 20 puntos de apoyo en las urnas. Esto supondría la pérdida de las mayorías absolutas de las que goza tanto en la Comunidad como en el Ayuntamiento. Una hipotética debacle que podría suponer un punto de inflexión para el propio Rajoy, que en noviembre de 2011 recibió el voto de más de 1,7 millones de madrileños, la mitad del electorado.

Los últimos acontecimientos demuestran que el emponzoñamiento del PP en Madrid tiene un fondo más hondo que la lucha de egos que hasta hace poco más de un año mantenían Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón. Aguirre, que sigue con mano firme al frente del PP madrileño pese a dimitir como presidenta autonómica, continúa dando casi en solitario la batalla en la dirección nacional en defensa de Ignacio González. Pero su delfín apenas cuenta con apoyos en la cúpula popular. Rajoy lo admitió como mal menor y solo Cospedal le otorgó un estrecho margen de confianza que está a punto de caducar.

En especial, por decisiones como la de cobrar un euro por receta, en contra de la tesis de la ministra de Sanidad, Ana Mato, y del propio Rajoy. La relación de González con Mato -que también es dirigente del PP madrileño- es sencillamente insostenible. Y un barón del partido enfrentado abiertamente a un ministro de Rajoy siempre es una mina para los partidos de la oposición. El Gobierno ha cerrado filas en torno a Mato y va a llevar ante el Constitucional a una administración gobernada por su propio partido. Con el agravante de que, después del 'no' rotundo de Rajoy al euro por receta, el presidente madrileño ha seguido en sus trece. También ha recurrido ante la corte el PSOE, de manera que González se encuentra entre dos fuegos, el amigo y el enemigo. Lo nunca visto.

La batalla municipal

Gallardón, después de ser nombrado ministro, cedió el testigo a Botella e intentó distanciarse del partido en Madrid, dejando huérfanos a los 'gallardonistas'. Uno de los principales activos de este colectivo era el hasta el jueves vicealcalde de Madrid, Miguel Ángel Villanueva. La alcaldesa lo cesó en un intento de calmar la presión que recaía sobre ella. Su muy criticado viaje a Portugal pocas horas después de la dramática avalancha, y que ella en privado reconoce que fue un error, coincidió con una precipitada comparecencia de Villanueva que, sin tener delante ni siquiera un informe preliminar de los hechos, se aventuró a rechazar cualquier responsabilidad del Ayuntamiento e hizo suya la versión de la empresa organizadora. Hoy se arrepiente de ello.

El movimiento de Botella la deja sola ante cualquier peligro. Ya no tiene parapeto ni más cabezas que cortar. Desde la dirección del PP señalan que si la investigación judicial depara alguna nueva sorpresa sobre las relaciones del empresario Miguel Ángel Flores con el Ayuntamiento solo le quedará dimitir. Botella, a diferencia de González, sí cuenta con el respaldo de Rajoy y Cospedal. De hecho, informó a la secretaria general del PP de la remodelación de su equipo de gobierno antes que a nadie. Además, su esposo, José María Aznar, también la arropó públicamente y la palabra del expresidente aún pesa mucho en el partido.

Pero la soledad de Botella es mayor ahora. Su nuevo número dos en el Ayuntamiento será Concepción Dancausa, quien, aunque amiga suya, es una fiel seguidora de Esperanza Aguirre.

La dirección nacional de los populares, por el momento, se limita a sellar fugas. En estos momentos, sería impensable un relevo al máximo nivel en Madrid. Sería prácticamente imposible defender que el PP tuviera que recurrir a un tercer presidente autonómico en la misma legislatura o a un tercer regidor de la capital en menos de dos años.

Rajoy y Botella se verán las caras el próximo fin de semana en Almería, durante una intermunicipal del PP. Con González, sin embargo, no habrá ningún contacto directo. Su hilo con la dirección del partido, hasta nueva orden, será Cospedal.