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JUEGUEN... Y JUZGUEN

DANIEL GUTIÉRREZ Actualizado: Guardar
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Desde un tiempo a esta parte nos estamos acostumbrado (mal acostumbrando diría yo) a poner en tela de juicio muchos de los aspectos que rodean a la mayoría de los deportes. Concluimos a la ligera que Lance Armstrong es un dopado y ganó todos sus Tours de Francia (hasta siete) gracias a la sangre de sus compañeros y no a sus cualidades dando pedales. Que no es capaz de subir el puerto de Las Palomas en bicicleta sin ayuda de sustancias ilegales. Las chicas de natación sincronizada ganan medallas pero son maltratadas y no disfrutan ni de infancia ni de adolescencia. Los árbitros benefician a Real Madrid y Barcelona con nocturnidad y alevosía (porque a las 12.00 van a jugar pocos partidos), Roger Federer se deja perder ante el argentinoDel Potro para perjudicar a David Ferrer y aun he tenido la ocasión de leer esta semana por la redes sociales algunas historias sobre el ascenso del Cadiz en Las Palmas. Aquel que se resolvió con un penalti transformado por Abraham Paz.

No seré yo quien tape la evidencia de que el deporte es cada vez menos deporte y más espectáculo y negocio. Detalles nimios solapan la esencia de ciertas normas. Cada vez nos encontramos más sombras que luces pero hay que intentar que los árboles no nos impidan ver el bosque y restemos méritos el esfuerzo de los deportistas, el trabajo de los equipos, la buena organización de los grupos o el talento natural.

Encontrar explicaciones a los resultados deportivos sentado en el sofá de casa, charlando con los amigos en un bar o intentando cimentar el debate social desde las redacciones de los medios de comunicación resulta meridianamente sencillo cuando existe voluntad de engancharse a la corriente y, otra cosa no, pero voluntad para dar su opinión, con o sin fundamento, en España hay un rato. Y la cosa se anima aún más si hablamos de deporte. Que no todos lo practican.

Lo que falta aquí, entre otras muchas cosas, es una educación deportiva sana y coherente, en lo que lo importante sea mantener una buena salud, establecer relaciones sociales y superarte día a día para lograr tus objetivos personales o colectivos. Sobra competitividad y negocio detrás del sudor de los deportistas, aunque entonces lo mismo explotaría una burbuja superior a la inmobiliaria con consecuencias que sí movilizarían en masa a la gente. Así que nada, jueguen.y juzguen.