Obama abraza a su hija Sasha, mientras Michelle charla con Malia en Chicago. :: J. SAMAD AFP
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Obama pone en juego a sus nuevos peones

Una de sus primeras decisiones será su gabinete, en el que tendrá que decir adiós a piezas clave como Hillary Clinton

CHICAGO. Actualizado: Guardar
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En privado, sus asesores cuentan que Barack Obama no se conforma con pasar a la historia como el primer presidente negro, sino que aspira a ser uno de los más grandes de EE UU. El martes se distanció de otros líderes como Jimmy Carter o George H. Bush, cuyos mandatos fueron juzgados tan nefastos que el pueblo no les dio una segunda oportunidad. Su partido también ha conseguido retener el Senado, lo que deja a salvo la reforma sanitaria en la que ha invertido su capital político, y que no entrará completamente en vigor hasta 2014. Pero para responder a larga lista de retos que le aguardan en Casa Blanca el presidente no podrá contar con algunos de sus más preciados colaboradores.

De entre los que ya habían anunciado que terminarían sus servicios en enero, al finalizar este mandato, destacan dos: la secretaria de Estado Hillary Clinton y el secretario del Tesoro Timothy Geithner. Dirigir la política exterior es uno de los trabajos más duros que existen en el Gobierno de EE UU. El teléfono suena a cualquier hora del día o de la noche con alguna crisis en la otra esquina del globo. Clinton vive en una Babel de cambios horarios y en permanente 'jetlag' debido a los numerosos viajes al extranjero. A diferencia del presidente, no cuenta con un séquito personal, más allá del político, dedicado a facilitarle su vida privada. Hasta el Boeing 757 es mucho más pequeño que el 747 modificado para servir de casa aérea al presidente.

Su predecesora, Condoleezza Rice, explicó en una entrevista que en agosto de 2005, exhausta por cientos de viajes, decidió cogerse unas pequeñas vacaciones para visitar Nueva York con unos amigos. Eso no impidió que los líderes del mundo la siguieran despertando de madrugada, ni que el huracán Katrina azotase Nueva Orleáns. La imagen de Rice de compras por Manhattan, mientras la población negra del Sur pedía ayuda en los tejados, la perseguirá toda su vida, ha confesado.

Clinton ya batió en junio la friolera de 96 países visitados que se apuntó Madeleine Albright entre 1997 y 2001. Por sus ocho años como primera dama ya tenía una relación personal con muchos líderes mundiales y su experiencia en el Senado le facilitó el trabajo con el Congreso. Debido a las investigaciones abiertas sobre los ataques al consulado de Bengasi en Libia algunos esperan que decida estar unos meses más en el cargo hasta que se aclaren los detalles, pero si no lo hace, una de sus mujeres de confianza es la candidata para sustituirla.

A Susan Rice, embajadora de EE UU en la ONU, se le despejaría el camino si su jefa aguanta el puesto hasta que Bengasi desaparezca de las noticias. Los republicanos la han convertido en chivo expiatorio de la confusión que siguió al atentado del 11-S, ya que cinco días después atribuyó el ataque a las manifestaciones en protesta por un vídeo antiislam grabado en California. A esas alturas la CIA ya sabía que había sido un atentado bien coordinado por una brigada relacionada con Al-Qaida.

Suena Colin Powell

Según seis colaboradores de Obama entrevistados por el 'San Francisco Chronicle', Rice, una afroamericana de 47 años, sería la primera opción del presidente, que aún no ha tomado una decisión. A los 30 años sirvió en el Consejo de Seguridad Nacional de Bill Clinton durante el genocidio de Ruanda. El remordimiento por no haber actuado entonces la convirtió en ardua defensora de la intervenció en Libia, para la que logró el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU, pero no ha conseguido repetir esa hazaña con Siria, que también le quema en el corazón.

Muchos creen que a John Kerry, presidente de la Comisión de Exteriores del Senado en cuya campaña presidencial trabajó Rice, le encantaría sustituir a Clinton, pero de hacerlo su escaño de Massachusetts podría caer en manos de la oposición. Allí el senador Scott Brown, que acaba de perder frente a Elizabeth Warren el asiento que le arrebató a Ted Kennedy, sigue siendo popular y tiene fresca la estructura para competir en unas hipotéticas elecciones especiales.

Otro candidato que suena para el cargo es el asesor de Seguridad Nacional Tom Donilon, pero los expertos dicen que si Obama quiere dar un golpe de efecto como el que dio al nominar a Clinton, y de camino hacer buena su promesa de trabajar con la oposición, podría fichar al exgeneral Colin Powell. A pesar de haber visto teñida su reputación por su papel como secretario de Estado en la invasión de Irak, el héroe de la I Guerra del Golfo goza de respeto popular y ha sido un fiel defensor de Obama, en contra de su propio partido.

Otro de los puestos que podrían quedar vacantes sería el de Leon Panetta en el Pentágono. El exdirector de la CIA no ha anunciado que desee retirarse, pero se sabe que a sus 74 años le pesan los desplazamientos entre Washington y su hogar al norte de California. El trabajo del Gobierno también ha desgastado al fiscal general Eric Holder, que ayer dijo que tiene que consultar con su familia y decidir «cuánta gasolina» le queda en el depósito. Holder está muy hastiado por el daño político de la operación 'Fast and Furious', en la que el FBI permitió que un envío de armas cayera en manos de los narcos mexicanos.