Momento en que el bombero era trasladado en camilla hasta una ambulancia tras intervenir en el siniestro. :: A. VÁZQUEZ
CÁDIZ

Atienden a un bombero tras un incendio en la calle Sirenas

El fuego se originó en una vivienda de la planta once del inmueble y pudo ser sofocado sin consecuencias para su única ocupante

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Los vecinos del número 1 de la calle Sirenas se llevaron en la tarde de ayer un buen susto a causa de un incendio en el undécimo piso del edificio que no tuvo graves consecuencias. Curiosamente, la mayoría se alarmó más por la cantidad de coches de bomberos y de la Policía Local, que incluso cortaron el acceso a la calle desde la avenida principal, que por las llamas.

Los hechos se iniciaron cuando la única ocupante de la vivienda siniestrada, que se encontraba realizando labores de limpieza, colocó una cortina sobre una lámpara halógena que no sabía que estaba encendida. De inmediato, la tela empezó a arder, extendiéndose las llamas a un revistero y afectando básicamente al techo de la sala donde se originó el fuego, cuyo enfoscado se vino abajo, y a la puerta del salón.

Esta vecina salió corriendo de la vivienda al percatarse del siniestro y llamó a los bomberos, que se desplazaron de inmediato hasta el lugar con cuatro vehículos (una autobomba urbana pesada, una autobomba ligera, un vehículo de rescate y la unidad del grupo de rescate canino, que estaba en el congreso de veterinarios que se está celebrando en la ciudad, y que se acercó para prestar ayuda). No obstante, las llamas se pudieron sofocar simplemente con un extintor de polvo.

Así, la mayor consecuencia del incendio fue la que sufrió uno de los miembros del cuerpo de bomberos que subía por las escaleras hasta el piso 11 portando una manguera. La excitación del momento, unida al gran esfuerzo realizado, le provocó una cardiopatía que obligó a sacarlo del edificio en camilla y a ser trasladado al hospital Puerta del Mar para realizarle un reconocimiento, aunque poco después de los hechos él mismo afirmaba sentirse recuperado.

Como es habitual en estos casos, numerosos curiosos se concentraron en torno al lugar de los hechos. Los vecinos de la propia planta y de otras cercanas desalojaron sus viviendas por voluntad propia y ante el temor de que el fuego pudiera propagarse. Otros, sin embargo, solo se enteraron del suceso al entrar o salir del bloque y encontrarse con el dispositivo de seguridad, ya que el humo que salía por las ventanas del piso fue desplazado por el fuerte viento hacia arriba, y al tratarse del último piso del edificio no era visible en las plantas inferiores.