Sociedad

El joven y letal ébola

Este agresivo patógeno, que alcanza una mortandad de hasta el 90%, todavía no tiene cura El virus, que ha causado 1.200 víctimas en 36 años, golpea ahora la región ugandesa de Kagadi

MADRID. Actualizado: Guardar
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Mabalo Lokela, profesor congoleño de 44 años, regresó indispuesto de sus vacaciones estivales por el norte del antiguo Zaire (hoy República Democrática del Congo). Días después, temblando, con fuertes mareos y cefaleas, acudió al hospital de Yambuku, donde le diagnosticaron Malaria. Tras inyectarle la cura, Lokela volvió a su casa, pero los síntomas no solo no remitieron, sino que empeoraron de forma drástica: vómitos incontrolables, dificultades respiratorias, sangrados espontáneos por todos los orificios de su cuerpo. Al mismo tiempo, todos sus órganos se consumían, incluida la piel. Después de 14 días de enfermedad, el 8 de septiembre de 1976 moría Lokela y nacía el primer caso de virus del ébola.

El patógeno, que ha provocado unas 1.200 muertes en 36 años, es el más mortal que existe: «Su mortandad es de más del 50%, aunque en algunas cepas llega hasta el 90%», apunta el doctor Pérez Molina, especialista en Microbiología y Parasitología Clínica y médico del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. El ébola, cuyo origen es animal, es una infección «muy explosiva, por lo que el brote suele durar poco», aclara el experto. Esto es debido a que, al intentar sobrevivir en un medio hostil -el ser humano-, provoca un rápido deterioro en el cuerpo de la persona, consumiéndolo en muy poco tiempo, al contrario que otros virus propiamente humanos. «Por ejemplo, el virus del sida es mucho más lento en su actuación, y se pueden vivir 10 años sin apenas síntomas, lo que da lugar a muchas más posibilidades de infección hacia otras personas. Por eso se ha expandido a todos los lugares del planeta, al contrario del ébola, que es muy endémico», explica Pérez Molina, quien también es integrante de la junta directiva de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

Esta enfermedad tiene cinco variantes, todas relacionadas con el lugar donde fueron aisladas por primera vez: ébola-Zaire, la más mortífera de las cepas y la primera descubierta; ébola-Sudán, del que aún se desconoce su animal transmisor original; ébola-Reston, la primera cepa descubierta fuera de África, tras el envío de unos macacos infectados a unos laboratorios científicos a EE UU; ébola-Tai-Forest, descubierto en los cadáveres de varios chimpancés en el bosque de Tai, en Costa de Marfil; ébola Bundibugyo, el último caso en 2007 y que afectó a la región de Bundibugyo, en Uganda, el mismo país que ahora se ve nuevamente afectado por el patógeno, esta vez en la localidad de Kagadi.

Nuevos casos

«De momento se han notificado 36 casos sospechosos y 16 de ellos han muerto. Las pruebas de laboratorio han confirmado que es ébola-Sudán, que no es el más virulento, aunque puede producir una mortalidad de hasta el 70%», afirma Olimpia de la Rosa, coordinadora de Médicos Sin Fronteras en el país africano y que en la actualidad lidera el dispositivo médico.

No existe cura para el virus, por lo que a los enfermos se les da un tratamiento paliativo. «Es básicamente controlar lo que se descontrola. Rehidratar al paciente, hacer que la sangre coagule de forma correcta, que no falle el hígado. Si llega a poblaciones grandes, puede ser muy peligroso, pero en zonas rurales se puede controlar relativamente bien», tranquiliza Pérez Molina. El contagio se da fundamentalmente a través de la sangre, aunque también puede haber infección por contacto con otras secreciones corporales, «aunque aún no se tiene totalmente clarificada a raíz de su propagación», asevera el doctor.

De momento, el presidente de Uganda ha instado a la población a evitar los apretones de manos, el sexo esporádico y los entierros no profesionales, en los que los ugandeses mantienen contacto directo con el difunto, que puede haber muerto por ébola.