Tribuna

Industria pesquera prerromana

CATEDRÁTICO DE PREHISTORIA Actualizado: Guardar
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Voy a referirme, en esta ocasión, a los atunes y a las industrias pesqueras, que constituyeron una de las más importantes fuentes de riqueza en nuestras costas gaditanas y mediterráneas en épocas anteriores a las macro producciones romanas, como muestran, por ejemplo, Baelo Claudia -Cádiz- y Sexi -Almuñécar-, cuyos vestigios contemplamos en la actualidad y nos asombran. Estrabón, en el cambio de era, relata con deleite y detalles los recursos productivos pesqueros de la Turdetania -en la que nunca estuvo. Alude a las ostras y a las conchas que «exceden en cantidad y dimensión a las del Mar Exterior», a los cetáceos, orcas, ballenas y marsopas, que «cuando respiran parece de lejos que lanzan al aire una columna de vapor», a los congrios que «sobrepasan por su tamaño en mucho» a los del Mediterráneo, también a las murenas, pulpos y atunes, llegando estos últimos del Océano Atlántico a las costas gaditanas «gordos y grasosos», adelgazando "cuanto más se acercan a.las Columnas (de Hércules)». Es curioso su comentario, que da por cierto, de que «estos peces -los atunes- son una especie de cerdos de mar, porque apetecen las bellotas y engordan extraordinariamente con ellas, hasta el punto que nacen tanto más atunes cuanto más bellotas produce el mar». Ignoro si vió alguna vez un atún y a qué bellotas se refiere, que para él debió ser un producto real o ficticio. Más tarde Opiano -hacia el 180 d.C.-, en su libro «Sobre la pesca», narra que «la raza de los atunes procede del ancho / Océano: viajan a nuestro mar, tras la furia / del apareamiento primaveral, excitados. / En primer lugar los capturan en aguas de Iberia / los iberos, que están orgullosos de su fortaleza».

Poseemos numerosos vestigios romanos de estas industrias pesqueras y muy pocos fenicios y púnicos. Nunca debieron alcanzar tan gran extensión ni una producción importante, y por ello han pasado desapercibidas. Es el caso de Hemeroskopeion, en Denia (Alicante), un término griego que significa ver o avistar de día -»hemerós», día, y «skopein», ver o avistar-, considerada colonia griega y cuyo topónimo se ajusta más a una actividad pesquera. Hemeroskopeion fue con seguridad una atalaya preparada para el avistamiento y captura del atún desde los siglos VII-VI a.de C. Es lo que describe Claudio Aeliano, en su Historia de los animales, refiriéndose a que las gentes del Ponto Euxino conocían perfectamente la llegada de los atunes y, llegado el momento, preparaban sus naves, redes y una alta atalaya, en un lugar de la costa con una magnífica visión. Y detalla cómo se fijan en el suelo dos altos troncos de abeto unidos entre sí con anchos tablones, para facilitar la subida del vigía. Y en otro pasaje, Filostrato dice que el mejor sistema de pescar el atún es el del vigía que advierte, subido a un árbol, a los pescadores para que intercepten la marcha de los atunes con una extensa red. Nos referimos a épocas muy antiguas prerromanas y a elementos muy simples, que no han deparado muchos restos arqueológicos. Pero su importancia radica en que es el inicio de la captura del atún y el de una industria que alcanzó escalas monumentales en época romana.

¿Es esto, acaso, lo que reflejan los estratos y restos arqueológicos excavados, hace pocos años, en el solar 38 de la calle Cánovas del Castillo de Cádiz, datados en los comienzos del siglo VIII a.de C.?. Puede ser. La zona arqueológica consiste en una mancha negruzca, oblonga, de poco más de cien metros cuadrados y de 30 a 35 cm de potencia estratigráfica, sin vestigios de estructuras consistentes, donde se han hallado numerosos restos de peces y sobre todo de túnidos. Se trata de un espacio al aire libre, posiblemente estacional, en el que se pudieron realizar actividades pesqueras. De ser así, nos hallaríamos ante el establecimiento fenicio pesquero más antiguo conocido hasta ahora.

En los últimos treinta años se han efectuado numerosas prospecciones y unas pocas excavaciones arqueológicas en las costas de El Puerto de Santa María, que han proporcionado datos sustanciosos. Son instalaciones para el salado y envasado del pescado. Se conocen como fábricas de salazón, de pequeño tamaño. Y sus características definitorias son la posesión de piletas para la tarea de la salazón y su situación próxima a la costa. Se conocen casi una treintena, de las que sólo se han excavado tres, datadas entre los siglos VI y III-II a.de C. Constituyen las industrias más antiguas conocidas en el Atlántico y el Mediterráneo. Como ejemplo ilustrativo, la denominada número 2, hallada en la playa de Las Redes, de los siglos IV y III a. de C. Ofrece cinco ámbitos funcionales, diferenciados por su tamaño y por los objetos que contenían. Consta de una entrada principal, de un patio con suelo de guijarros, cal y cerámica triturada, destinado a la limpieza y almacenamiento del pescado, de una tercera habitación en la que se fabricaba el garum, mientras que en otra se hallaron una serie de piletas de mampostería alzadas sobre el suelo, para la maceración del pescado; y una quinta habitación corresponde a un almacén de los instrumentos de la factoría. Contenían numerosas ánforas para el envasado del producto. Otras conocidas, de la misma época o más antiguas, ofrecen características similares.

Con la mayoría de estas antiguas industrias ha sucedido lo de siempre. Se han prospectado con esfuerzo y paciencia, se han excavado muy pocas y se han destruido, o yacen bajo bloques de apartamentos o chalets, la mayoría, perdiéndose la oportunidad de indagar y conocer cómo eran estas industrias, cuáles las especies ícticas y cómo los procesos de elaboración. No es posible revivir lo derruido. Lástima.