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Los trabajadores argentinos van a la huelga y piden a a la presidenta que deje su soberbia

BUENOS AIRES. Actualizado: Guardar
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Con el telón de fondo de un acto masivo en la plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, el líder de la Confederación General del Trabajo (CGT), Hugo Moyano, pidió ayer a la presidenta Cristina Fernández que abandone «la soberbia». «No puede una sola persona pretende arreglar todos los problemas del país», aseguró.

«No estamos en 2001 pero se avecinan problemas y acá parece que estamos ante el milagro alemán», ironizó el sindicalista. «No nos gusta que hagan todo por imposición como en una dictadura, sin consultar a nadie. Esta protesta no es destituyente. No se pierde nada con dialogar. Fortalece la democracia», remarcó.

El paro general con movilización fue el primero de la CGT contra este Gobierno o el de su antecesor, Néstor Kirchner. La huelga no tuvo gran adhesión. Hubo transportes, bancos, funcionaron los hospitales y los comercios estuvieron abiertos. Pero la manifestación fue contundente, y la plaza estuvo desbordada por trabajadores y grupos sociales contrarios al Ejecutivo.

La huelga fue convocada para exigir la eliminación del impuesto a las ganancias que grava los salarios más altos. La mandataria había advertido el martes que «más que impuesto a las ganancias es un impuesto a los altos ingresos que existe en todos los países del mundo». Cristina había dicho que los trabajadores que convocaban a la huelga habían sido «los más beneficiados» desde 2003, cuando su difunto esposo alcanzó el poder. «Están tratando de pinchar el bote con la lógica del escorpión», les alertó la presidenta.